Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

lunes, 31 de mayo de 2010

Horror silentii, horror corporis


Horror vacui en las artes plásticas, horror silentii en la música. En el barroco terminal, la saturación y poblamiento integral de ornamentos era ley canónica. Virtuosismo que evidenciaba el dominio no sólo de la forma, sino también de las leyes que regían el andamiaje formal. Vuelvo a escuchar Cadrò, ma qual si mira de la opera Berenice de Francesco Araia (1709-1770), cantada por Cecilia Bartoli. Me impresiona el desenvolvimiento de la gran mezzosoprano romana, una voz que canta y piensa. Y me impresiona aun más el origen de estas arias, concebidas para esas máquinas parlantes que eran los castrati. 

Escucho una y otra vez Cadrò, ma qual si mira. Me sobrecoge la complejidad, la saturación, lo que implica cantarla, lo que significó concebirla. Y me sobrecoge más saber que quienes cantaban estas arias eras humanos a quienes se le negó una parte de su ser. Un sacrificio por la música que, estoy seguro, la música no exige. 


Cadrò, ma qual si mira


Cadrò, ma qual si mira
Parte cader dal monte
Della sassosa fronte
Che quant'a lei s'oppone
Urta, fracassa e seco
Precipitando va.

E se non resta oppresso
Dalla fatal ruina,
Sente da lunge anch'esso
Attonito 'l pastore
Lo strepito del colpo
Ch'impallidir lo fa.

Traducción

Caeré, igual que se ve
caer de la montaña
parte de la cima rocosa,
que cuanto encuentra a su paso
golpea, destroza
y arrastra consigo en su despeño.
Y si no queda aplastado
por la destrucción fatal,
el atónito pastor
oye también a lo lejos
el estrépito del impacto,
que le hace palidecer.



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