Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Diálogo final entre Marin Marais y Sainte Colombe

Escena de la conversación final 

Estamos al final de Todas las mañanas del mundo. La región humana de lo íntimo está a punto de revelar lo más hondo de nuestra condición: la música es un puente con los que ya no están, los que nos dejan.  Y ambos se dicen uno al otro: 

Sainte Colombe: Voy a hablar... La música sirve para expresar lo que no pueden expresar las palabras. En ese sentido no es del todo humana... De modo que habéis descubierto que no es para el rey.
Marin Marais: He descubierto que era para Dios...
Sainte Colombe: Os equivocáis porque Dios habla.
Marin Marais: ¿Para el oído?
Sainte Colombe: lo que no se puede expresar no es para el oído...
Marin Marais: Para el oro, para la gloria - Sainte Colombe niega -, el silencio...
Sainte Colombe: El silencio es lo contrario del lenguaje...
Marin Marais: ¿Para los músicos rivales?
Sainte Colombe: No... No... -niega compasivamente -
Marin Marais: Para el amor... La añoranza del amor, el abandono - Sainte Colombe niega pacientemente las propuestas de Marais- ¿Para un barquillo ofrecido a lo invisible?
Sainte Colombe: Tampoco. ¿Qué es un barquillo? Algo que se ve, que tiene sabor, que se come. No es nada.
Marin Marais: Pues no lo se señor... No lo sé... Creo que hay que ofrecerle una copa a los muertos...
Sainte Colombe: Os estáis acercando...
Marin Marais: Un pequeño abrevadero para quienes el lenguaje ha abandonado... Para la sombra de los niños... Para suavizar los martillazos de los zapateros... ¡Ay Dios mio!, para los estados anteriores a la niñez... cuando se vive sin aliento y sin luz. - Sainte Colombe agarra entonces las manos de Marais fuertemente -
Sainte Colombe: Señor... Hace un momento me oistéis suspirar y mi arte morirá conmigo. Sólo me llorarán mis gallinas y mis ocas. Voy a confiaros unas arias capaces de resucitar a los muertos...La Tumba de los Recuerdos....

Comparto con ustedes el enlace para que vuelvan a vibrar con esta hermosa obra de arte, de siempre. 

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Música para un niño



Tendría siete u ocho años. Y me recuerdo, casi en en sueños,  dirigiendo a solas una orquesta sinfónica, uniendo fragmentos de varias obras con melodías que salían de propio cerebro. Pienso que eran obra de Dvorak, de Beethoven,  de Tchaikovsky, con partes que inventaba al modo -ahora veo- tardo romántico. 

Años después, cuando descubrí a Mahler, entendí finalmente, por qué me interesaba tanto su música. De niño, de algún modo, había estado sintiendo algo similar. Olas gigantes de sonidos sinfónicos, que crecían y decrecían de un modo insospechado en mi cerebro. Cambios de humor, orquestas fantasmales que pendían de una cuerda antes de caer a un abismo; luego, tan pronto, llegaban al noveno cielo. 

Otras veces, pensaba en líneas sonoras que salían de mi cabeza, al modo del Arte de Fuga de Bach. Y cuando era de noche, mirando el techo de mi habitación, podría asociar aquellos sonidos, como los de Bach, con las fotos de una libro que tenía en casa "Universo" (que aun conservo con cariño). Fotos de estrellas, galaxias, quásares, planetas, con la estructura arquitectónica al modo de Bach.

Pero también me venían intensos ataques de melancolía, sin saber de dónde provenían. Desconocía su causa y me asustaba su poder sobre mi. Y en esos momentos, un violín acompañando de aéreas cuerdas me conducían por linderos que sólo después conocí de adulto. La música también me enseñó a anticiparme a la tristeza. 

Felizmente, la mayoría de veces, la música era la luz, la luz más absoluta y plena de la existencia. Y por ello, mi alegría se tornaba en una fiesta íntima al modo veneciano, como el más bizantino Vivaldi. Mi mente danzaba y mis sentimiento lograban algo formidable que me llevaré a la tumba y que sólo yo puedo entender. 

Bien decía Eugenio Trías, el logos musical (siguiendo a Nietzsche) es una forma no verbal de pensamiento que sólo se puede entender desde el diólogos musical. Creo que eso es lo que me ha pasado desde niño; yo me comunico en música, yo soy música. Y cuando me muera, deseo firmemente convertirme en lo que he sido siempre: un sonido que transcurre por todo el universo, fascinado por todo. 

martes, 1 de septiembre de 2015

La intimidad del cuero negro: grandes lentos del Hard Rock



Hace varios años tenía este post pendiente. Le daba vueltas a la cabeza tratando de seleccionar qué canciones lentas, powers ballads algunos dirán, debería incluir en esta extraña  lista. Como saben (y se habrán dado cuenta) que junto a mi melomanía por la música de los grandes maestros de la tradición académica, me apasiona el hard rock, probablemente el único nexo que guardo con mi adolescencia. Creo conocer algo de este subgénero y por ello me aventuro con una lista de temas  lentos emblemáticos: 

1. Led Zeppelin, en su disco debut, de 1969, realizó una sentida versión del clásico de Anne Brendon: Babe I'm Gonna Leave You. Aun pasado el tiempo, sigue siendo precisa oírla en toda su magnitud. La voz de Robert Plant, llega a dimensiones temerarias e inigualables. 



2. Deep Purple, en 1975, grabó Stormbringer, el último disco con Ritchie Blackmore. Ahí, junto a David Coverdale (vocalista tras la salida de Ian Gillian), Blackmore compuso: Soldier of Fortune. Hermosa canción para escucharla en el silencio del alma.



3. Rainbow fue la siguiente banda de Ritchie Blackmore y junto al gigante de hard rock Ronnie James Dio nos dejó obras que cada día suenan mejor. Del primer disco de Rainbow de 1975 se encuentra esta joya que es Catch the Rainbow. ¡La voz de Dio puede ser tan cálida¡



4. Judas Priest editó en 1976 su  segundo disco Sad Wings of Destiny. Y no podría ser de otro modo. Rob Halford hizo una de las mejores interpretaciones de su vida con este álbum. Dreamer Deceiver sintetiza los mejores logros de Halford frente a los Judas Priest. 




5. Black Sabbath grabó en 1972 Vol. 4. Y fue allí que en un arranque de lucidez Ozzy pudo cantar lo que cantó aquí. ¡Qué misterio hay en la voz de Ozzy! Changes, clásico de los maestros de la oscuridad.



6. Iron Maiden al inició carecía de un elemento distintivo. Pero cuando la calidad es evidente, los inicios son realmente la apoteosis de todo. En 1980, Iron Maiden graba su primer disco homónimo y ahí esta preciosa composición del maestro Steve Harris con Paul Di anno en la voz: Strange World. 



7. Scorpions es, sin duda, la banda alemana más grande de la historia. Y Still loving you su power ballad por excelencia. Canción de 1984 del álbum  Love at First Sting, sigue siendo un referente para torturados. Y Klaus Meime lo hace muy bien. 



8. Metallica reinventó la música Y en 1998 ya era la banda más grande del mundo y  pudo honrar a sus mayores influencias con Garage Inc., su disco de covers. Ahí encontramos la versión metálica de Turn the Page  del gran Bob Seger. Gran versión para un clásico de los 70,s.