Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

jueves, 18 de agosto de 2016

El maestro Erich Kleiber y el pequeño Pedro Pablo Kuczynski: fragmentos de un recuerdo

PPK de niño

Erich Kleiber (1890-1957)

Ercih Kleiber (1890-1957) fue uno de los directores fundamentales de la primera mitad del siglo XX. Padre de eminente Carlos Kleiber, Erich dejó su natal Austria cuando Hitler amenazaba toda la vida decente de centro Europa en la década de los treinta, para afincarse en Argentina. Una vez nacionalizado argentino, Erich Kleiber llevó una vida musical importante en nuestra Sudamérica, viajando repetidamente a Perú entre 1939 y 1943, dirigiendo varios conciertos con la muy correcta Orquesta Sinfónica Nacional del Perú. 

Leyendo Nuestros ritmos y sonidos: la música clásica en el Perú del maestro Armando Sanchez Málaga, nos encontramos con fragmentos de cartas de Erich Kleiber escritas a su esposa en diciembre de 1939. En ellas se muestran fragmentos de la relación amical que el famoso director de orquesta tuvo con la familia del actual presidente del Perú. Así el martes 2 de diciembre de 1939 le escribe a su mujer lo siguiente: "Bueno, acabo de volver del concierto, que salió espléndidamente. Después fui al restaurante chino con Luis Dammert y los Kuczynski. Mañana, ocho horas de ensayo por sectores".¿ A quién se refiere el célebre maestro austriaco? Sin duda a Maxime Kuczynski (médico y profesor universitario) y a Madeleine Godard (maestra de piano), los padres del actual presidente peruano. Ambos melómanos y activos en el mundo de la cultura de ese entonces. 

Luego, en otra carta fechada el 9 de diciembre de 1939, Kleiber le escribe a su esposa lo siguiente: "Aqui se habla un maravilloso español, ¿sabes? Muy puro y todos se ríen del criollo argentino. Ayer hice una ascensión a la montaña con los Kuczynski hasta los 4,800 metros, caminando al pie del glaciar (que llega a los 6000 metros) y me sentí medio mareado, pero la vista era maravillosa". Sin duda, una relación de amplia cercanía entre los padres de nuestro primer mandatario y el reconocido director. 

Un dato que llama la atención es cuando el gran maestro austriaco menciona, sin nombrarlo, a nuestro futuro presidente. Así,  en una epístola del 24 de diciembre del mismo año, se puede leer: " !Navidad muy triste¡ Fui a la ciudad y compré un osito y una gran pelota para el chico de los Kuczynski, pero cuando vi su árbol de Navidad todo iluminado, no pude soportarlo y me escapé hacia el borde del mar y comí sólo en la pensión". 

¿Quién es el "chico de los Kuczynski"? Sin duda, Pedro Pablo. En ese momento, era un infante que difícilmente recordaría del célebre invitado  en casa. Esas eran las vinculaciones familiares de nuestro actual presidente. ¡Qué interesante!

Gran versión de la séptima de Beethoven. Curiosamente, el 5 de diciembre de 1939, Kleiber dirigió esta sinfonía  a la OSN. Los Kuczynski, ¿habrán estado? 


lunes, 28 de marzo de 2016

Razón de ser, razón de amar, razón de vivir




El 9 de diciembre de 2015, escribí por última vez en Melomanía. Como dije en aquella oportunidad, las circunstancias que le habían dado origen y continuidad a mi blog, habían cambiado mucho con el paso de tiempo. Ya no era el mismo hombre que escribió tanto de lo que escribió por años.

Hoy que vuelvo a hacerlo, me reafirmo en la decisión de haber puesto punto final a Melomanía y otros estados sensoriales. Sin embargo, quiero terminar este periodo de mi vida mental compartiendo un texto final que, al mismo tiempo, será el inicio de los nuevos caminos por donde mi educación sentimental me conduzca. 

Razón de ser, razón de amar, razón de vivir

para Claudia, por la razones que sólo tu sabes y sabrás bien. 

Mi ser está presente en mi devenir. Yo soy el que está viviendo desde hace 46 años. Yo soy ese tiempo que transcurre de vida. Mi ser es mi tiempo. He transcurrido todos los días, desde aquel día en que nací. Sin embargo, aun cuando haya vivido todo lo que he vivido, la razón de ser, mi razón de ser, no está garantizada por el mero hecho de vivir desde que nací. Falta algo para que el ser, tenga razón de ser. 

Y ese ser, adquiere razón de ser, por el amor. 

Mi primer amor, vino de la naturaleza. Vino de mis padres que me engendraron con amor y me cuidaron con amor. Sus palabras de amor y sus actos de amor, me hicieron caminar, hablar, crecer. Y en aquel recibir tanto de ellos ( de Papá y de Mamá), mi corazón se hizo fuerte, se lleno de amor propio; amor propio que nunca - a pesar de los momentos graves- me  ha abandonado. Porque hay una voz interior que me dice: "hijo, tu eres más". Esa voz me la insertaron desde pequeñito mi mamá y mi papá. 

Mi segundo amor también vino de la naturaleza. Vino de mi hija y de mi hijo. Engendrados, fueron cuidados con un amor enorme. Esta querencia me hizo enseñarles a caminar, a hablar, a crecer. De ellos aprendí el sentido del sacrificio, del esfuerzo mayúsculo; también aprendí a gozar en la entrega, a disfrutar dando. Y en los momentos graves de mi vida, fueron sus presencias las que me impulsaron a la vida, derrotando las formas más diversas de la muerte. De algún modo, fueron sus voces las que me dicen: "papá, tu puedes más". 

Mi tercer amor vino de una decisión de amor. Vino después de que la vida me había golpeado de un modo inusitadamente fuerte. A pesar de las secuelas que nos deja la experiencia del desamor, la voz interior que me dice "hijo, tu eres más" y "papá, tu puedes más", me llenó de valor para elevarme sobre mi propio desconsuelo. Y así, con alas y raíces, divisé el horizonte y elevé mi mirada más allá del bosque de edificios que se yergue delante de mi. 

Esta es la historia de la decisión del amor. 

Frente de mi, por años, a unos metros, estabas tu. Espontáneamente, el camino, el trascurrir, que va desde lo cortés hacia el querer, se fue dando de un modo indeterminado, sin plan ni estrategia. Sólo sé que llegó un momento en que tu amor se me presentó a un metro de distancia, en la misma mesa y tu amor y yo empezamos a conversar. Tiempo. 

Mi mano tocó tu mano, Y mis brazos tomaron tus hombros. Caminamos tranquilamente en la noche de primavera que poco a poco se transformó en días, tardes y otras noches de primavera y de verano. Así, te vi y me viste. Supe que nadie en el mundo me había visto de ese modo. Me sumergí en tu mirada y pude viajar hacia el momento original de todos mis ancestros. Entendí porque las flores se habían cosechado para las mujeres de todos los hombres. Comprendí porque los enamorados le cantan al amor y bailan devocionalmente hacia el absoluto, aunque sólo sea una fugaz conjetura. Supe porque los sencillos son bienaventurados sólo por serlo. Y percibí que te alegraba mi susurro en tus oídos, que te alegraba que tuviera mis dos manos para tus dos manos, que te hacía feliz que bese el interior de tu exterior. Y entendí que el amor no precisa del dolor para ser  amor. Y que el dolor está sólo en el mundo y se desvanece cuando una mujer en tu forma de mujer se acerca con un plato de puré con pollo a la plancha y te dice: "ya está servido, amor". Entendí que en el vasto universo alguien me había esperado en la puerta del paraíso, por un tiempo que no se podrá precisar en términos humanos y que sólo los que tienen corazón lo podrían entender. 

Así, el día ocupó el lugar de la noche. Incluso, la noche te transformó en día a pesar de ser seguir siendo noche. Pudo mi corazón abrazar a mi cerebro por primera vez. Mi piel dejó de ser mi piel en un tejido de 750000 años de fe. La alegría no le quitó su lugar a nadie, más bien, abrazó a todos mis amores y los unió en sólo espacio por primera vez. 

Todo esto fue posible porque te dije lo que debía decirte a ti, sólo a ti. Y tu, supiste bien de qué se trataba todo esto. Por eso mi mujer, mi arcoiris, habrá tanto qué cosechar, verdaderamente. Mi razón de vivir.