Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

viernes, 30 de octubre de 2009

Franz Krommer: 250 años de su nacimiento

Estos años son ricos en efemérides musicales. Tanta música que hay que celebrar, bella música, sin duda. En su larga vida,  Franz Krommer (1759-1831), nos legó una maravillosa muestra de talento clásico. Pues fue ese tipo de compositores que vivieron plenamente la edad ilustrada de la música. Aun cuando el volcán romántico le tocó en tiempo y espacio, no pretendió unirse a la revolución de las pasiones. Fue fiel a al estilo galante, depurado y lineal que heredó de los maestros del clasicismo.

Casi contemporáneo de Mozart, llegó a vivir más que Beethoven. Me explico las razones del olvido. Pero más allá de lo accidental que puede ser la fama y la trascendencia, siempre pensaré que escribió varios de los conciertos más bellos para clarinete. Sobre todo, el concierto para dos clarinetes y orquesta en si bemol mayor Op 35, una verdadera lección de música clásica, música abierta y finamente obrada por un artesano que merece mayor atención.

Allegro



Adagio



Rondo

miércoles, 28 de octubre de 2009

Variaciones tardías

¿Decadencia? Algo de eso, pero hay que  saber  adivininarla. Pues en la obra de Serjei Rachmaninoff (1873-1943),  la brillantes, la melancolía, la parafernalia, se funden con un espíritu que,  a pesar del fuego, siempre languidece. Densidad y disfuerzo. Sinceridad y seducción. Conflicto y bostezo. Hay algo de Rachmaninoff que nunca me llega a convencer. No conmueve que quieran conmover conmovedoramente. En la música la conmoción debe ser conmoción. Como en el caso barroco.  La conmoción era parte integral de una estética (el delirio y éxtasis), en una orientación cósmica (literalmente). La verdad del dolor, del desamor-amor. Hybris del destino desatado desde el canon. En el romanticismo, conmover era mirarse al ombligo y saludar la totalidad desde él. Y, por lo tanto, arribar a instancias íntimas de diversos horizontes, pero siempre intimas.

Pero este monstruo del piano algo tramaba. Cuando todos pensaban que el cadáver seguía muriendo, lanzó al mundo (literalmente) tres de lo conciertos para piano, mayúsculos, que hacen sufrir al que toca y escucha, hartar al que toca y escucha. Y cual mago infinitamente dotado, la conmoción in extremis. Recargar al límite. ¿Acaso el Art Deco no tuvo  su músico? Es algo que pienso últimamente.

Si digo que no me conmueve Rachmaninov no estoy diciendo que no me guste. En todo caso, esta más allá de ese juicio bipolar. Por ello, hay que saber a qué metemos cuando optamos por una breve temporada de Rachmaninoff. Deslumbrarse, claro que si. Pero también reconocer los grados de decadencia que sabiamente diseñó para nosotros.

Rapsodia sobre un tema de Paganini Op 43. Serjei Rachmaninoff. Piano: Edit María Fazakas






lunes, 26 de octubre de 2009

Deuda pendiente


Conciertos para violín del siglo XIX. Los de Mendelssohn, el de Schumann, el de Brahms. También el de Tchaikovsky y Dvorak. Los tres de Saint Saens. Hay muchos, sin duda.  Grandes conciertos, obligados en el repertorio habitual. Ayer, después de buen tiempo, escuché el concierto para violín número 1, en sol menor, Op 26 de Max Bruch ( 1838-1920). Le debe a los conciertos de Mendelssohn y de Brahms, por su abundancia melódica y el virtuosismo que se le exige al solista. No esta demás recordar que este concierto estuvo dedicado al gran Joachim. Sólo imaginar el talento de este violinista, estremece. Pues varios de los más conciertos para violín se hicieron pensando en el célebre músico húngaro. 


Me encanta el allegro moderato, con esa indefinición temática. Más que un movimiento parece una rapsodia con dos temas diferentes pero bien relacionados. Esos registros agudos y dramáticos, tan luminosos, me llevan a los momentos más bellos del concierto número 1 de Mendelssohn. Transiciones bien encadenadas que indican que Bruch trabajó con honestidad este concierto. Conciente de sus limitaciones, tuvo como ideal noble los conciertos de Mendelssohn y de Brahms. Y esa actitud hace grande a un artista. Reconocer la grandeza de otros y dejarse influenciar por ellos.


El adagio, tan intenso en su cima, en el que el tema principal se repite después del silencio y antes de la frases de la flauta y la trompa. Una belleza realmente. Y el allegro energico, como su nombre indica, pleno de vigor y contundencia. Nos recuerda al concierto de Brahms por su exuberancia y sus motivos zíngaros. Pensado para un virtuoso sin duda. La deuda pendiente con Bruch ha quedado saldada.


Allegro Moderato. Concierto para violín y orquesta en sol mayor Op 26 de Max Bruch




Adagio. Concierto para violín y orquesta en sol mayor Op 26 de Max Bruch



Allegro energico. Concierto para violín en sol mayor Op 26 de Max Bruch

viernes, 23 de octubre de 2009

Oh eternidad, terrible palabra

Estoy aquí, viernes 23 de octubre de 2009. A esta hora no hay muchos alumnos. El rumor de la calle es casi imperceptible. Es un día de primavera que no parece tal. El cielo gris de Lima, como un soundtrack visual, todo lo unifica y diversifica a su antojo. Por ejemplo, el arbusto que habitualmente esta  frente a mi, hoy no es tal. Hay algo que ha modificado su peso, su forma, su color. La percepción nunca es la misma. Pasa siempre. Los movimientos del alma, el tamaño del sueño anterior. Las cosas que se fusionan en esta mente que no cesa, que no cesa.


Este momento es Bach. Teología que no precisa de teología. Me quedo absorto, pensando en el deseo de la Reforma. Frescos corales que se erigieron ante el ostracismo de la plástica. Si no hubiese pasado ello, Bach no sería quien llegó a ser, posiblemente.  Sin embargo, para nuestra "fortuna", pasó. Y su música se transformó en el puente, la puerta, la metáfora. Y esos corales nos llevaron, nos llevan y llevarán a dónde el corazón quiera ir.


Oh eternidad, terrible palabra, es el nombre de la cantata BWV 20, una de las más famosas. Supe de ella gracias a la última exposición que Adolfo Winternitz realizó en vida. Justamente, una de las series de pinturas expuestas estaban basadas en la hermosa O Ewigkeit, du Donnerwort ( Oh eternidad, palabra terrible). Años después, pude oírla;  comprendí, plenamente, lo que el ilustre artista plástico buscaba plantear. Como últimamente me sucede, el "`proceso" de la eternidad es algo que cada vez más me conmueve. Lejanía e infinito como la visión de Leopardi de "yerma loma". 


O Ewigkeit, du Donnerwort (sólo algunas partes, fíjense en el texto: hermoso)
Coro




¡Oh eternidad terrible palabra!
¡Oh espada que traspasas el alma!
¡Oh principio sin fin!
¡Oh eternidad tiempo sin tiempo!
Ante tan gran tristeza no sé
donde arrojarme.
Mi corazón horrorizado se estremece,
se me pega la lengua al paladar.


Recitativo (Tenor)
No se existe en todo el mundo una desgracia
que dure eternamente:
debe desaparecer alguna vez con el tiempo.
¡Ay! Pero el dolor de la eternidad no tiene fin.
Lleva, de aquí para allá, su fardo de tortura.
Sí, como el mismo Jesús dijo,
fuera de Él no hay salvación.


Aria (Bajo)
Dios que es justo en sus obras,
por los efímeros pecados de este mundo,
ha ordenado tan largo sufrimiento.
¡Ojalá, el mundo se diera cuenta de esto!
Corto es el tiempo, rápida la muerte.
¡Oh criatura medita sobre esto!


Oh eternidad, palabra terrible (Coro, Recitativo y Aria) . BWV 20. J. S. Bach. Dirige: N. Harnoncourt. 






miércoles, 21 de octubre de 2009

Todo lo que volverá a ser

Recuerdo la última vez que vi el mar asumiendo que podría ser parte de él. No la simple visión de las olas en la infinitud del horizonte.  Más bien, de contemplación serena; involucrada en la conciencia de mi mismo queriendo ser parte de algo mayor sin disolverme. No he vivido en el campo, pero imagino que otros debe sentir algo similar a lo que siento frente al mar cuando contemplan una comarca.

Cuando Beethoven compuso su Sinfonía 6, en fa mayor, "Pastoral", la sensibilidad romántica había alcanzando a la música. En su estreno, el 22 de diciembre de 1808, el programa decía lo siguiente: " Sinfonía Pastoral, o recuerdo de la vida en el campo". A pesar de la tibia recepción, a diferencia de la ovacionada  quinta en do menor, se puede considerar a la "Pastoral" como la primera sinfonía descriptiva de la historia. Donde se evidencia el proceso creador de la obra: Beethoven caminado a lo largo del día por lo bosques de Viena, asumiendo concientemente la dinámica de la vida natural y tratando de interpretarla a luz del cromatismo sonoro. Pero aclarando que se trata sólo de una percepción de lo natural, más no de una imitación. Beethoven afirmaba sobre ello lo siguiente: "Dejemos al oyente el cuidado de encontrar la situación...toda pintura, cuando se lleva demasiado lejos en la música instrumental, pierde". Con ello, el maestro estaba plenamente conciente de las limitaciones del lenguaje programático, pero también de la posibilidades que esa limitación ( o ambigüedad) plantea.

Con todo, esta sinfonía refleja el carácter evangélico de la realidad. El sentido de narración,  de buenaventura y de renacimiento incesante,  propio del gran poema de la naturaleza. La regeneración de todo lo bello y bueno en su inasible magnitud. Palabras clave que dan vuelta en mi mente, una y otra vez. Y pienso en Beethoven, Nietzsche, Francisco de Asis, Ignacio de Loyola, Mahler.....Todo volverá a ser, cada vez estoy más seguro.

Los movimientos y sus programas son:

1. Allegro ma non troppo ( Despertar de las alegres impresiones que se tienen al llegar al campo)
2. Andante molto mosso (Escena al borde del arroyo y su murmullo)
3. Allegretto ( Alegre reunión de los campesinos)
4. Allegro (Tempestad y tormenta)
5. Allegretto ( Cantos de los pastores. Acción de gracias de los pastores después de la tormenta)









lunes, 19 de octubre de 2009

Al compás del reloj

La sinfonía de Haydn puebla y abarca todos los confines de esta mañana de incomprensible primavera. Sencilla y esencial como toda máquina  clásica. El peso de la ilustración es evidente. Como también su innegable cosmopolitismo. La sinfonía 101  "El Reloj" es parte de las llamadas "obras Salomon", pues fue auspiciada por el célebre empresario musical Joseph Peter Salomon, durante la larga estadía de Haydn en Londres. Ya para este momento, "papa Haydn" (así le decía Mozart), posee el dominio absoluto de la forma sinfónica de la que él fue su fundador y primer gran forjador. A Beethoven le encantaba esta obra. Y Schubert la veía como el primer peldaño de una experiencia noble: la sinfonía clásica, incluso en su lado "romántico".

Los movimientos de la 101 son: Adagio- Presto, Andante, Menuetto: Allegretto y Vivace. Ese adagio inicial tan misterioso del primer movimiento y el salto al presto, logrado con equilibrio notable. Nuevas luces que le permitirán a Beethoven avanzar con pies firmes hacia sus monstruosos crescendos/ decrescendos. Ah, el Andante, de construcción sutil, esplendorosa y pendular.  Metáfora sonora del devenir del tiempo materializado en el vaivén del reloj. ¡Qué gran momento de la historia de la sinfonía!  Las adelantadas reexposiciones del Menuetto: Allegretto, entre la tragedia y la comedia. Y llegamos al Vivace, felizmente violento, donde la fuerza se justifica como una saludable voluntad de dominio. Pero no de dominio vulgar, sino de control centrado: estar el quicio. Toda una lección de moral superior.

Sinfonía 101 "El Reloj" en re mayor. Historicista versión de Roger Norrington.

Adagio-Presto. Sinfonía 101 "El Reloj". Joseph Haydn



Andante. Sinfonía 101 "El reloj" . Joseph Haydn



Menuetto: Allegretto. Sinfonía 101 "El Reloj" Joseph Haydn



Vivace. Sinfonía 101 "El Reloj". Joseph Haydn

viernes, 16 de octubre de 2009

Joachim, libre pero solo




A Joachim, el mejor violinista de su época y amigo cercano de Brahms, le fue dedicado el Doble Concierto para Violín y Violonchelo en la mayor Op 102. Joachim se había separado de su esposa y estaba pasando por un momento difícil. Además, porque era imperativa la reconciliación entre Joachim y Brahms, pues éste último había tomado partido por la ex conyugue del famoso violinista húngaro. Brahms comprendió la dimensión de su amistad con el interprete y concibió este concierto como una forma de tender nuevamente un puente afectivo con el amigo. De ahí el célebre motivo musical, bajo la notación alemana AEF ( La-Mi-Fa), cambiada a: FAE (frei aber einsam). Libre pero solo. 


Poco valorada y conocida, es la última obra orquestal del ilustre Johannes; pues en adelante se iba dedicar de lleno a la música de cámara con los maravillosos resultados que todos conocemos. La estructura del doble concierto es la siguiente: Allegro, Andante y Vivace non troppo.  Como obra integral evidencia la apuesta brahmsiana por forma clásica del concierto y también por la dimensiones sinfónicas del mismo. En términos simbólicos, los dos solistas, violín y violonchelo, parecen estar sumidos en un conflicto de poder bajo una égida trágica. Algunos han visto una sutil disputa ente lo femenino y masculino, rodeada de una densa circunstancia sinfónica. 


He vuelto a este concierto después de muchos meses. Me fijé, como siempre, en la poderosa cadenza del Violonchelo en el Allegro. Y, voluntariamente, permití que el insondable Andante se muestre tal como es: maduro, ascendente y espacial. Intuyo porque no es del agradado de muchos. Pero no comparto ese juicio. Pienso que esta obra delata las más intensas búsquedas de Brahms, ahondar en la noble forma hasta el límite aun cuando todos seguían al encantador de serpientes (Wagner). El camino de Brahms, no nos llevará a Debussy. Sin embrago se perfila y aquí una intuición herética: ¿Schoemberg?  


Allegro- Doble concierto para violín y violonchelo en la mayor Op 102. Johannes Brahms. Parte 1



Allegro- Doble concierto para violín y violonchelo en la mayor Op 102. Johannes Brahms. Parte 2



Andante- Doble concierto para violín y violonchelo en la mayor Op 102. Johannes Brahms.

miércoles, 14 de octubre de 2009

De la danza y su música

Escribe Ernst Gombrich: " Reír, sollozar, saltar de alegría o patear de ira son actos todavía cercanos a los reflejos primitivos, pero cuando estos elementos repetitivos encajan en unidades más grandes y son repetibles a su vez, nos acercamos a la creación de patrones en espacio y tiempo; la habilidad del artesano del movimiento del trenzado, el tejido, el bordado puede ser comparada, acertadamente, con los movimientos de una danza en la que los pasos individuales estuviesen agrupados en figuras complejas que pudieran ser repetidas o variadas a voluntad...Sin embargo, a diferencia de los movimientos del artesano, los del bailarín son, basicamente, movimientos de respuesta. Bailamos con música, y no podríamos hacer tal cosa de no tener la capacidad de captar y predecir el ritmo de la pieza, tal como el baile en parejas requiere una sensibilidad en cuanto a las intensiones de la pareja" (El Sentido del Orden). Y, por lo tanto, siguiendo la línea argumental de Gombrich, bailar implica anticiparse, intuitivamente, a la música. Eso quiere decir que existen patrones innatos que nos permiten elaborar una compleja operación kinética en la que el movimiento del cuerpo actúa en relación temporal adelantada a la música.

De ser así, ayer mientras asistía al concierto de Depeche Mode, pude ver cómo miles anticipaban sus pasos, en ceremonial antiguo, a la música evidentemente kinética de los populares músicos ingleses. Era como recuperar el natural sentido del movimiento del cuerpo y de pertenencia del mismo. El cuerpo fluye ante la música, la música fluye en el cuerpo. Los músicos que están en el estrado lo saben, aun cuando se les note algo agobiados por repetir el mismo espectáculo una y otra vez. Ciertamente la mayoría va a moverse y a recuperar la pertenencia del tiempo encarnada en el movimiento del sonido y del cuerpo. Recuperar tiempo y movimiento, saberse existente por un par de horas, a pesar que las miles de videocámaras se encarguen de demostrar lo contrario. Porque esa es la paradoja. Por filmar se pierden, como la Marta bíblica, la mejor parte: existir.

Enjoy the silence- Violator 1990. Depeche Mode. Versión 2009.

lunes, 12 de octubre de 2009

A pesar, despertar

Ganas no faltan, pero el amor todo lo puede (en el sentido paulino). Respirar fuerte para saber que se esta entre todos los demás. Aunque los "demás" sean, aveces, una conjetura. Es difícil, lo se.  Leopardi, Nietzsche y otros, lo entendieron y dijeron de mejor manera.

Despierto con Francesco Barsanti (1690-1772), compositor y flautista que hizo su carrera fundamentalmente como músico de la Orquesta de la Opera de Londres. Ciudad en la que compuso parte importante de sus obras, sobre todo por las que tiene un lugar en la historia de la música:  las seis sonatas Op 1 y las seis sonatas Op 2 para flauta y continuo. No hay nada de extraordinario ni revolucionario en estas composiciones. Lo que hay es eso: música y punto final. Certeza de la forma, equilibrio que se aleja de la sombra barroca y consuelo. Consuelo, porque estas obras están hechas para despejar dudas. No siembran conceptos, ni someten a la razón a la invasión de la voluntad. El intelecto reprime la tristeza en el deleite fácil. Respirar,eso.

Sonata para flauta y continuo en si bemol mayor. Francesco Barsanti.

viernes, 9 de octubre de 2009

La obertura feliz

Las oberturas de Mozart. ¿Cuales me gustan más? Varias. La Flauta Mágica tiene una bellísima en dos movimientos, adagio seguida por un allegro. Posee un tejido orquestal admirable que se asemeja, en su inicio, al célebre inicio de la Quinta  Sinfonía de Beethoven. Don Giovanni tiene una obertura compleja, en la que se oponen tanto el andante como un molto allegro, metáfora inicial de lo que es en síntesis esta opera: un  "drama giacoso". 

Hay otras oberturas admirables y entrañables. Pienso en la obertura del Rapto del Serrallo, viva y enérgica con un presto inicial, seguida de un delicioso andante. O también los crescendos  que se perciben en el presto de  la obertura de las Bodas de Figaro. Maravilloso, realmente. Pero hay una obertura que me encanta, la obertura de El Rey Pastor. Compuesta en 1775, se trata de una opera de juventud sobre un libreto de Pietro Metastasio. En la época en que Mozart estaba bajo la tutela del extraño Hieronymus Von Colleredo, Arzobispo de Salzburgo. Allegro y andante se unen para llevarnos a un vértigo equilibrado de fuerzas juveniles y serenidad insospechada para un hombre de 19 años. La obertura de Il Re Pastore me exaspera confiadamente. Es un golpe de vitalidad, un fresco clásico de líneas contundentes. Ya estamos lejos del barroco, se nota a la distancia. Un jovensísimo Mozart parece disfrutar su existencia, cuando aun no se divisan los nubarrones del conflicto con el patrón.

Obertura Il Re Pastore. KV 208. W. A. Mozart

miércoles, 7 de octubre de 2009

Danza confusa

Su origen se pierde en tiempos inmemoriales. ¿Lusa , Castiza?. Ya se evidenciaba plenamente en los siglos XIV y XVI. La Folia estaba asociada al vértigo y al frenesí. Los bailarines entraban en trance mientras aceleraba la música. Todo ello en pasacalles y fanfarrias prerrenacentistas. En el periodo barroco, varios compositores reinterpretaron la folia. Lully, Corelli, Vivaldi, hicieron la suya. También Bach, Haendel y, en el momento clásico,  Salieri (injustamente olvidado y odiado) elaboró una interesante y hermosa variación para orquesta de la folia. Danza popular que fue absorbida por la tradición académica; bella confusa que en nuestros días parece reescribirse.

La Folia RV63. Versión de Antonio Vivaldi



La Folia Op 5 Número 12. Versión de Arcangelo Corelli



24 variaciones sobre la Folia de España. Versión de Antonio Salieri, tomando como base la folia de Corelli. Pulcra orquestación de un gran compositor. Bella por todos los lados.

lunes, 5 de octubre de 2009

Contorsión y línea recta

Una  es la versión Monteverdi-Striggio, otra es la de  Gluck-Calzabigi. La primera le da origen al drama barroco, la segunda es la reforma clasicista. En la primera se acentúa la dimensión trágica, en la segunda la tragedia se limita a si misma. Pienso en las columnas de los altares de las iglesias y en sus diferencias. En la columna barroca la contorsión de cada figura enfatiza el movimiento; lo dramático salta a simple vista buscando la conmoción, el arrebato, el sometimiento a una belleza turbada. En la columna clásica, las líneas rectas reducen el movimiento acentuando la serenidad; la belleza se eleva sin presión, horror ni sometimiento.

Algo así sucede con las dos arias más conocidas sobre Orfeo. Tu se morta del L´Orfeo de Monteverdi y Che faro Senza Euridice de Orfeo y Euridice de Gluck. Es tan evidente el cambio que vale la pena escucharlas una y otra vez para entender el transcurso de los sentimientos y el empaque formal que cada momento de la música nos trae. Eso si. Manifestaciones diferentes de la misma ilusión.

Tu se morta- L´Orfeo (1607)- Acto II- Claudio Monteverdi



Che faro Senza Euridice- Orfeo y Euridice (1762) Christoph Willibald Gluck



¿Qué puedo hacer sin Eurídice?
¿A dónde ir sin mi amor?
¿Qué puedo hacer? ¿A dónde ir?
¿Qué puedo hacer sin mi amor?
¿A dónde ir sin mi amor?
¡Eurídice! ¡Eurídice!
¡Oh dios! ¡Contéstame! ¡Contéstame!
Pues yo soy tu fiel esposo.
¿Qué puedo hacer,
etc.
¡Eurídice! ¡Eurídice!
¡Ah! ¡No recibo
ya socorro ni esperanza
de la tierra ni del cielo! .
¿Qué puedo hacer sin Eurídice?

viernes, 2 de octubre de 2009

Todo

Tan pronto lo trágico, en el sentido clásico - no en el romántico- empieza a latir desde el primer asomo, aparece, sin percatarnos,  el lado lírico en su dimensión clásica (no romántica). Todo se equilibra sin parecer equilibrio. La turbación no parece tan poderosa, la inspiración tampoco. Porque al final se reexpone lo inicial y lo seguido. Y así una vez y otra vez. Es el Allegro del Concierto para piano número 24 en do menor KV 491. 


Allegro y Larghetto- Concierto para piano N. 24 en do menor KV 491. Wolfgang Amadeus Mozart. Piano: Lang Lang





Nueve meses antes de morir, el maestro estrena lo que sería su último concierto para piano, el número 27, en si bemol mayor KV 595. Pertenece a ese grupo de cimas que nuestro  amado Wolfgang compuso en su último año: Quinteto y Concierto para Clarinete, Quinteto para cuerdas en re mayor, Adagio y Rondó, Ave Verum Corpus, La Flauta Mágica, El Requiem, etc. Obras de una sabiduría y belleza inconmensurables. El Larghetto del Concierto Para Piano número 27 se encuentra en la ruta de valorar lo musical  como posibilidad de entendimiento de la existencia. Se anuncia el solista seguido por la orquesta. Una inefable y delicada melodía, como presagio de lo que se viene, es acompañada por las cuerdas-alas. Nada es evidente por si mismo, requiere de una luz interior para ser revelado. Estamos en otra región. No en la que pensamos cuando vivimos en el mundo de terribles detalles. Transfigurados por la fe en la belleza, se libera el ser humano y se abandona a la confianza. La idea existe. La orquesta conquista su propia melodía e invita al solista a fundirse con ella. El amor al prójimo como a si mismo se ha logrado en el música.  Nada más bello-bueno.


Larghetto- Concierto para piano N. 27. Wolfgang Amadeus Mozart. Piano: la gran Alicia de Larrocha, recientemente fallecida el 25 de septiembre este año. Ver obituario: Ver obituario