Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

viernes, 25 de febrero de 2011

Un quinteto mayor de Arnold Bax

Armold Bax (1883-1953)

Sir Arnold Bax (1883-1953), músico profundo de dotes extraordinarios, aparece en la historia de la música como un compositor oculto entre las cimas de la música inglesa de inicios del siglo XX como Elgar, Holst o Vaughan Willians. Sin embargo, cuando hurgamos un poco en la biografía de este notable músico, descubrimos que Bax compuso una gran cantidad de composiciones para más diversas formas. Por ejemplo, sus tres cuartetos para cuerda, se encuentran entre mis favoritos de la música inglesa. Sobre todo el cuarteto .n º 3, que posee una poesía inigualable, entre el romanticismo, el impresionismo y ciertas ventiscas nacionales. Obra realmente hermosa. Y sus canciones, muchas de ellas con textos del mismo compositor, que, como es sabido, también fue un poeta inspirado.  

La obra que le da título a esta entrada es el Quinteto para oboe y cuerdas compuesto en 1922, composición elaborada después de haber concluido su primera sinfonía. La obra posee todos los elementos de las composiciones de Bax, siempre a camino entre los descritos más atrás. El quinteto tiene tres movimientos: Tempo molto moderato, Lento espressivo y allegro giacoso. El movimiento que presentaré es el primero en sol menor. El oboe discurre al modo melancólico, apoyándose en las cuerdas que lo transportan a las más felices evocaciones. El color juega un lugar central, donde se encadan todos los recursos de las cuerdas de un modo adecuado. Al final, la calma no finge nada. Hemos sido redimidos por este hermoso momento musical.

Tempo molto moderato. Quinteto para cuerdas y oboe de Armold Bax


miércoles, 23 de febrero de 2011

Conversaciones con Eugenio Trías. Envidia garantizada

Eugenio Trías ( N. 1942). Foto del diario ABC, Enero del 2012
Sana envidia es la que siento por Miguel Alvarez- Fernandez, quien conduce el excelente programa Ars Sonora, cuando conversa con Eugenio Trías sobre la impresionante Imaginación Sonora (Galaxia de Gutenberg. Círculo de Lectores, 2010). Leo el libro por estos días y quisiera (oh osadía) poder intercambiar algunas frases con Trías sobre Ligeti (a quien tanto valoro), sobre Xenakis (que me parece unificador de muchas cosas que hoy se ventilan) y sobre Nono (acaso, la sorpresa terminal de una historia). Seguramente a muchos de los alumnos del profesor Trías, no les llame la atención tener a tamaño intelectual al frente, uno de los que mejor comprende lo musical en nuestros días desde la filosofía. ¡Cuánto daría por conversar con Trías! 

viernes, 18 de febrero de 2011

Música y Mitos I: Marsias y Syrinx

Leo el mito de Marsias y Apolo, sangriento en su final y conmovedor en su historia. Marsias, sátiro, formaba parte del séquito de la diosa Cibeles. Cierta vez se encuentra un aulos perdido por la diosa Atenea al lado de un arroyo. Feliz de su hallazgo, quedó fascinado por el sonido. Al punto que, al verlo Apolo tocar el aulos le retó a una competencia entre ambos. El dios Apolo tocaba como ninguno la khitara y su sonido era mucho más agradable que el del aulos de Marsias. Las musas asistentes,quienes oficiaron de juezas de la competencia, sentenciaron la victoria del dios griego sobre el sátiro. Así Apolo tuvo derecho sobre la vida de Marsias. Lo despellejó vivo como castigo a su soberbia. Había aceptado el desafío de un dios, pretendiendo competir con él. He ahí el pecado y la enseñanza. 




Marsias y Apolo. Pietro Novelli, 1631.


Pan y Syrinx, bello mito por si mismo. Syrinx, una de las ninfas de los bosques, es perseguida por el incontinente Pan que busca ayuntarse con la joven. Al verse acorralada por la divinidad pastoril, Syrinx a orillas del lago Ladón, rogó a sus hermanas ninfas que la convirtiesen en cañas que crecían en la orilla. Así, la bella Syrinx, se convirtió en juncos que, al soplar el viento, producían un hermoso sonido. De este modo, Pan corto algunas de las cañas y las pegó con cera, creando el instrumento que se conoce como Syrinx. Cuando tocaba el instrumento, Pan calmaba sus propias ansias y penas por la pérdida del objeto del deseo. 

Syrinx. Arthur Hacker, 1892
Syrinx, para flauta sola. Claude Debussy. 1913. Siempre el modernismo impresionista tan influenciado por la sensualidad mítica. Gran pieza que posee una bella e inspirada levedad. Maravillosa

miércoles, 16 de febrero de 2011

Sonidos de triste belleza


Paisaje con invierno. Gaspar David Friedrich, 1811.

El triunfo de la música radica, entre otras cosas, en que mueve y conmueve al alma. No sólo porque advertimos en ella un lenguaje que, en casos superiores, es capaz de rivalizar con la filosofía en tanto cohesión argumentativa y armonía teórica. La gran música es profundamente lógica, basta cualquier contrapunto de Bach o el tratamiento melódico-armónico de Mozart para demostrar lo que estamos afirmando. Por ello, toda gran filosofía es música y toda gran música es filosofía. Descartes y Bach caminan por vías paralelas.

Pero el triunfo de la música, al menos triunfo masivo de la misma, no estriba en la complejidad temeraria que muchas veces alcanza. El melómano común, el oyente apasionado, obvia en gran medida el tratamiento formal y se queda en la mera sensación y la evocación subjetiva que la música provoca. 

Desde siempre el teórico de la música ha advertido sobre el carácter conmovedor de la "misteriosa forma del tiempo". El mito y la poesía han dejado constancia de la dimensión apelativa del lenguaje musical. La música provoca; provoca cambios de humor, profundiza en nuestras sensaciones y pasiones. La  alegría puede ser potenciada a grado superior y la tristeza se profundiza a abismos insoslayables. Todos podemos dar fe de eso.¿Qué composiciones me inducen a pensar de modo humano en mi propia tristeza? De modo humano, pues el ser humano gracias a su diferencia específica es capaz de profundizar en todo, también en su propia tristeza.

Recuerdo la primera vez que escuché el célebre "adagio" de Albinoni, que realmente no es de Albinoni, sino que Remo Giazotto, musicólogo italiano del siglo XX, elaboró a partir de un movimiento lento de una composición para cuerdas y bajo continuo de Tomasso Albinoni, compositor barroco. Aquel célebre "adagio para cuerdas y órgano, lo escuché, como muchos, como fondo musical de El Proceso de Orson Welles, la película basada en la novela homónima de Kafka. Pienso en el impacto de esta composición en un contexto particularmente triste. Lima a mediados de los años ochenta era una ciudad sitiada por el terrorismo, la hiperinflación, la indigencia generalizada, los apagones, los cortes de agua y la sensación paranoica que cualquier día podíamos morir despedazados gracias a un "coche-bomba". Además, en casa, las estrecheces eran más que evidentes.  Así, el "adagio de Albinoni", se convirtió en la banda sonora de gran parte de mi tristeza juvenil, tristeza que se proyectada a las tinieblas diarias,  a la falta de dinero, a la ausencia de esperanza. Ese "adagio" fue causante de tristezas que hoy en día recuerdo con perturbada serenidad y resignación. 



Otra composición que asocio a la tristeza es la Pavana para una infanta difunta de Maurice Ravel, cuya versión original era para piano y que el mismo Ravel orquestó en 1910. La Pavana de Ravel mueve mis temores más profundos, ligados a la muerte de lo que más amo. Tanto es el temor que me es imposible nombrarlo o escribirlo. Ustedes, como lectores inteligentes, sabrán a qué me puedo referir. La muerte de lo más amado, inconcebible y perturbador. 



También de Ravel, el adagio assai del concierto para piano en sol, ha sido otra de las composiciones en que la tristeza adquiere dimensiones muy personales. Nuevamente la sensación de pérdida, asociada a la ausencia inevitable. Como si fuese capaz de oler a la muerte, quizás mi propia muerte. Por momentos me angustia, pero por otro lado, logra generar en mi algo singular, donde el dolor y la transfiguración se unen. Una bella tristeza. Qué curioso.



1989. Un día de invierno. Todo esta consumado. Sólo camino. Quisiera ir a algún lugar y no tengo idea hacia dónde. Pésimos días universitarios. ¿Sirvo? Hace mucho frío, la humedad llega hasta los huesos. Pero recuerdo el Poco Allegretto de la Tercera Sinfonía en fa mayor Op 90 de Brahms y de pronto me siento consolado. Llego a una discotienda, no tengo dinero, pero logro escuchar el tercer movimiento de esta maravilla brahmsiana en el pequeño cuarto de audición. Estoy triste, pero consolado por una belleza que no me libera pero que me compadece. El milagro Brahms. 



Todas las pérdidas adquieren sentido una vez se entiende la vida de Tchaicovsky. Y me imagino la vez que el gran compositor ruso vio a su madre por última vez, cuando él tenía 10 años. Y el tren partía y la madre se alejaba haciendo adiós mientras el pequeño Piort corría detrás angustiado. Al final, la locomotora se perdía en el campo infinitamente blanco de la nieve. Trágico. Pero fue el detonante de un instante glorioso de la música. Andante cantabile cun alcuna licenza de la Quinta sinfonía en re menor Op 64





Seguiría, pero es tarde. Y la tristeza se ha disipado por la misma música....continuará.

viernes, 11 de febrero de 2011

Etsa Edinson Tsajuput Agkuash: Uomo Universale




"Hola  hombre del viento" :Edinson
"Hola, ángel de los bosques" :yo

Lo recuerdo en el aula, en el curso de Historia del Arte I. No se porque, pero se sentaba al centro del salón. Y desde ahí, sus hermosos ojos vivos y deslumbrados seguían cada imagen proyectada. Con frecuencia levantaba la mano y hacía alguna observación, alguna pregunta. Y, lejos de ocultarse en la multitud (como muchos), Edinson mostraba abiertamente sus dudas, sus opiniones, sus percepciones. 

No recuerdo la circunstancia, pero alguna vez me dijo que era Awajún (comunidad cultural de la amazonia de mi país).  Mi reacción, como suele ser en estos casos, fue de interés respetuoso, pero sin las solemnidades ni los paternalismos culposos de la corrección política (la mala conciencia occidental). Al tener una visión universalista y cosmopolita del ser humano; las pertenencias culturales nunca han sido muy definitivas en la idea que me puedo hacer de una persona. Pues parto del principio que todo ser humano es, ante todo, un individuo. Y, por ello, autónomo y soberano de sí mismo. Pienso que esa actitud mía le gustó a Edinson. 

Al año siguiente, cuando ya no era mi alumno, la universidad me comunicó que había sido designado tutor de Etsa Edinson. No tardó una semana y mi nuevo tutorando ya me había enviado varios correos electrónicos en que mostraba su algarabía por esta situación académica. Me convertí en el tutor de Etsa Edison en el segundo y último año de humanidades. Año en que los alumnos elaboran la célebre memoria del bienio de estudios humanísticos. Gracias a que todavía conservo varios de los correos de Edinson vuelvo a releer las páginas de su monografía: Breve historia sobre los “invasores” y de los primeros jesuitas  en el   mundo Awajún. A pesar de la limitaciones propias de un texto juvenil (tenía 19 años), se evidenciaba una nervio poderoso de escritura, el uso de un lenguaje que buscaba ser convincente a partir de las hondas convicciones de vida que enarbolaba Edinson. 

Al momento de leer estas comunicaciones entre Edinson y yo, lamento no haber tenido más tiempo para dedicarle a mi querido y entrañable alumno. Sin embargo, me permiten reencontrarme con la sensibilidad exquisita mi tutorando. Hombre de refinadas maneras que podrían encontrarse en cualquier pueblo superior de la humanidad. Se del amor enorme que manifestaba por su tierra y la tristeza que le ocasionó los terribles sucesos de junio de 2009 en su querida Bagua. Sucesos que fueron como puñal clavado en el centro de ese corazón de elevada sensibilidad. Ahora, al tiempo, pienso que nunca se recuperó del horror que padecieron sus seres queridos y amigos en esos tristes días. 

Conforme pasó el tiempo, Edinson, al acabar sus estudios de humanidades, optó por el bienio de Filosofía y ,finalmente, por la Ciencia Política. Desde que fue mi tutorando, un tema recurrente de nuestras largas conversaciones era el tema político y sus implicancias económicas y sociales. Muchas veces tuvimos posiciones encontradas, pues teníamos visiones ideológicas discrepantes. Sin embargo, el respeto a las posiciones del otro fue la tónica de nuestro dialogo. Así, Edinson estudió varios ciclos de Ciencia Política. Esto no fue obstáculo para que mi amigo optase por ampliar sus conocimientos en otras áreas. En nuestras últimas conversaciones, las que se dieron a lo largo del 2010, Edinson estaba interesado en la matemática y en la física. Las ciencias naturales se convirtieron en su nuevo tema recurrente. Celebré ese cambio en secreto. Sentía que la sensibilidad exquisita de mi amigo Edinson estaba ligada a temas mucho más interesantes que el tema político. Y así, la astronomía y la exobiología, fueron los tópicos temáticos de los últimos diálogos ocurridos entre octubre y noviembre del 2010. 

Por ello, tengo vivo el recuerdo de la última vez hablamos largamente. En aquella oportunidad, le mostré mi colección de fotografías estelares tomadas por el telescopio Hubble. Edinson miraba maravillado las hermosas fotografías, haciendo preguntas y comentarios cuando observaba quasares, estrellas, pulsars, etc. La noche estrellada que maravilló a Kant y que propició el impresionante concepto de "sublime" (matemático y dinámico), sorprendía a Edinson y desbordaba su alegría al infinito. Hablamos de la belleza y de la vida; de la vida como algo que propende a la belleza; belleza encarnada en la armonía de los mundos. Edinson estaba convencido que sus nuevos derroteros intelectuales estaban muy lejos que las pueriles preocupaciones científicosociales. Al fin y al cabo el era, es, un hombre universal en el más exacto sentido de la palabra. Y como hombre universal, tenía un deseo voraz por conocer todo lo humano, pues todo lo humano, finalmente, nos pertenece. 

Al despedirse, después de esa larga conversa, Edinson vio el póster de Mahler que tengo pegado en la pared de mi oficina. "Mahler"-dijo. "Todavía no lo he escuchado"- siguió. "Ya lo escucharemos en algún momento"- le contesté. Y nos dimos un abrazo cariñoso, como siempre. La última vez que cruzamos algunas frases, yo salía de la sala de música donde había estado oyendo y viendo con mi alumnos la Séptima de Beethoven. "Ricardo- dijo- he estado escuchando la música de tu curso que llega hasta afuera, mientras leía a Kant". "¡Qué hermosa música y qué viva!". Sólo atiné a decirle que si. Y le dí un abrazo apurado. Ahora pienso que debí llevarlo a mi oficina, regalarle la séptima de Beethoven y algo de Mahler. Pero en fin, nadie sabía lo que iba a pasar.

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Querido Edinson, estés donde estés, espero que te guste lo que ahora pondré para ti. Te debía una audición de muestra de Mahler. Nos volveremos a ver, ahí en la nebulosa de Carinae, impresionante y radiante como tu propia y  breve existencia. 

Der Abschied (La despedida) de la La Canción de la Tierra de Gustav Mahler. Poema de la dinastía Tang, de China, traducida al alemán por Hans Bethge. 

La despedida

El sol se despide detrás de las montañas.
En todos los valles baja el atardecer
con sus sombras, llenas de frío.
¡Oh, mira! Como una barca argéntea,
cuelga la luna alta en el mar del cielo.
¡Noto cómo sopla un frágil viento
tras los oscuros abetos!
El riachuelo canta lleno de armonía a través de la oscuridad.
Las flores palidecen a la luz del crepúsculo.
La tierra respira llena de tranquilidad y de reposo.
¡Todo anhelo quiere ahora soñar,
los hombres cansados vuelven al hogar
para aprender nuevamente, en el descanso,
la felicidad y la juventud olvidadas!
Los pájaros se encogen tranquilos en sus ramas.
El mundo descansa...
El viento sopla frío por las sombras de mis abetos.
Yo estoy aquí, y espero a mi amigo,
espero su último adiós.
Oh, amigo, deseo fervientemente gozar
contigo de la belleza de este atardecer.
¿Dónde estás? ¡Me dejas demasiado tiempo solo!
Camino de un lado para otro con mi laúd
por campos cubiertos de hierba tierna.
¡Oh, belleza! ¡Oh, mundo ebrio de amor y de vida eternos!
Bajó del caballo, y le ofreció el brebaje
de la despedida. Le preguntó hacia dónde
se dirigía, y también por qué tenía que ser así.
Habló, y su voz estaba anegada en lágrimas:
¡Oh, amigo mío,
la fortuna no fue benevolente conmigo en este mundo!
¿Adónde voy? Voy a errar por las montañas.
Busco la tranquilidad para mi corazón solitario.
Hago camino hacia la patria, hacia mi hogar.
Ya nunca más vaguearé en la lejanía.
Mi corazón está tranquilo y espera su hora.
¡La querida tierra florece por todas partes en primavera y se llena de verdor
nuevamente! ¡Por todas partes y eternamente resplandece de azul la lejanía!
Eternamente... eternamente...








sábado, 5 de febrero de 2011

Alegoría de la música

Alegoría de la Música de Laurent de La Hyre, 1649.
El barroco y su obsesión alegórica. Nada en un cuadro es lo que creemos ver. La imaginación iconológica todo lo gobierna y potencia. En este cuadro de La Hyre (1606-1656), el organo sigue el ritmo arquitectónico de las columnas de las estrías de las columnas. En la mesa yacen un violín, dos flautas dulces y laud. Además de una bombarda (¿bombarda?) que se ve tras un libro de música. ¿Tablatura? La Música, una las artes del Cuadrivium humanista, afina la tiorba, instrumento de cuerdas famoso en los siglos XVI y XVII. Un ruiseñor a la altura del hombro de la música se presenta como alegoría de la melodía. ¿Qué irá a tocar la Música? ¿Cantará la Música? La música como alegoría de la música, sólo la imaginación barroca era capaz de esos reflejos. 

Preludio para Tiorba. Robert de Visée ( aprox. 1655-1732). Así suena la Tiorba.