Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

viernes, 29 de abril de 2011

Poesía en Música



Inspiración poética, Nicolás Poussin, siglo XVII

La poesía, arte mayor. Mi experiencia vital está atravesada de ella desde mi propio origen como hombre. Por ello, desde siempre, he comprendido que  la palabra ejerce su dominio absoluto sobre el hacer. La praxis evidencia su esplendor en la palabra. Pero adquiere su dimensión alada por medio del oficio poético. Artesanía del verbo que edifica mundos y profecías. ¡Cuán pobres seríamos sin la poesía! 

Por fortuna, la poesía está entre nosotros, habita entre nosotros. Y logra dimensiones totales cuando se une a su hermana más querida y afín: la música. De hecho, toda poesía es gran música, como toda gran música es necesariamente poesía. Poesía y Música en lo alto de la creación humana. 

Muchos de los compositores más importantes fueron grandes lectores de poesía. Reconocieron en el arte de la palabra alas y raíces que fueron musicalizadas sabiamente. Pues el dominio del sonido es similar al de la palabra. Ambas son formas en el tiempo. El transcurrir del verso sigue las coordenadas del sonido. Nacen de la nada y perecen en la nada. Así, el músico pueden tornar la palabra y hacerla parte del dominio de la música. Y lo más grande aún, la palabra no se oculta temerosa tras el sonido. Pues el compositor, artista, sabe como unirlas en feliz matrimonio. 

Pienso ahora en poemas hechos música. Y mi deseo es compartir dos composiciones que han musicalizado poesía, gran poesía. No seguiré un orden cronológico ni estilístico. Propongo algunos casos que de algún modo u otro, tienen relevancia para mi esta noche de otoño. 

Un  primer caso es la musicalización de poemas del escritor Amin Maalouf por la compositora finesa Kaija Saariaho. Es particularmente hermoso el caso de Parfum de l´instant. El texto en castellano, originalmente en francés, es el siguiente: 

Estas cerca de mí
pero cierro los ojos
para imaginarte.
Nuestros labios se rozan,
nuestros dedos se enmarañan,
nuestros cuerpos se descubren.
Pero cierro los ojos
para soñar contigo.
Eres el perfume del instante
eres la piel del sueño
y ya la materia del recuerdo.


Lou Reed es un trovador. Uno de los últimos grandes trovadores. En 1991, publica su disco "Magic and Loss". Álbum maduro y de una descarnada y tremenda lucidez. Para mi gusto lo mejor de ese disco es "Magiciam". Una reflexión profunda sobre el transcurrir de la vida y su decadencia en tiempo de blues. 

Mago, Mago elévame en tus alas
y  llévame  suavemente por las nubes.
Lo siento, lo siento, no tengo conjuros,  
Sino palabras  para liberarme.
Quiero un poco de magia para liberarme.
Quiero un poco de magia para liberarme.
Quiero contar hasta cinco
girar  y desaparecer.
Volar a través de la tormenta
y despertar en la calma.
Libérame del cuerpo,
de este peso que se mueve a mi costado.
Permítanme abandonar este cuerpo lejos.
Estoy harto de mirarme.
Odio este doloroso cuerpo
que la enfermedad ha ido pudriendo a la distancia.
Mago quiero continuar en espíritu
pues por dentro estoy joven y vivo.
Por dentro estoy vivo.
Por favor, llévame lejos.
Tantas cosas por hacer
que es demasiado pronto
para que mi vida termine.
Para que este organismo simplemente se pudra.
Quiero un poco de magia para mantenerme vivo
Quiero un milagro ... No quiero a morir.
Temo que si duermo nunca voy a despertar.
Ya no existiré,
cerraré los ojos y ya no existiré,
estaré flotando en la niebla..
 Alguien ... por favor, escúchenme.
Mi mano no puede sostener una taza de café,
mis dedos son débiles, todo eso desaparece.
Pues por dentro soy joven y hermoso
Y hay demasiadas cosas sin terminar.
Mi aliento se esfuma.
Doctor, tu no eres mago  y yo no creo en nada.
Necesito de  fe,
Quiero creer en los milagros  y no sólo en los números.
Necesito de magia para que me libere.
Quiero un poco de magia para liberarme.
Visitar en esta noche estrellada lo alto.
Volar  a las estrellas, a  la luna a la luz  cuando el sol se ha ido.
Volar a  través de la tormenta
y despertarme en la calma.
Volar en la tormenta y despertar en la calma.

viernes, 22 de abril de 2011

Seriación pop: Reflexiones a partir de tres canciones de Rush

Rush en el 2009. De izquierda a derecha. Alex Lifeson (Guitarra), Geddy Lee
(voz, bajo y sintetizadores) y Niel Peart (letrista y beterista)
Mi experiencia musical, gracias a Dios, no se reduce a la música académica. Disfruto otros géneros, como el rock en sus diversas manifestaciones. Pues nací en una época en que el rock era todavía una experiencia cultural importante y porque crecí en décadas en que el rock aun se permitía evolucionar y dar a conocer nuevos derroteros. Como todo género musical, el rock esta expuesto a la lógica de las situaciones artísticas y culturales. Y las invenciones logradas, se edifican sobre la tradición precedente. Los sonidos se construyen desde el ensayo y error, siempre bajo ecosistemas que favorecen la invención sónica. Por eso la música, toda gran música, de cualquier género, es tanto una construcción sentimental y al mismo tiempo una edificación intelectual. Razón y sentimientos se unen en la música. Inteligencia y corazón. Y ciertamente un grado de audacia que convierte a la música en prodigio y algo particularmente interesante. 

De las bandas de rock, una de las que más disfruto es la banda canadiense "Rush". Surgida en los suburbios de Toronto, Canadá, en 1968, es una de los pocos grupos de rock - de la gran era del rock- que ha mantenido su formación básica por casi cuatro décadas. Niel Peart, el baterista, está en Rush desde 1974. Siendo el integrante "nuevo", frente a los fundadores Alex Lifeson y Geddy Lee, guitarrista y bajista respectivamente. Como ha sido notado, dos discos de Rush son vedareros clásicos del rock de todos los tiempos, 2112 editado en 1976 y Moving Pictures dado a conocer en 1981. Sendos álbumes que forman parte de cualquier colección fundamental de hitos del rock. Del primer disco nombrado, 2112, historia inspirada en la novela El Manantial de Ayn Rand, se extrae una de las muestras más acabadas de suite conceptual del rock progresivo: 2112, odisea estético-política donde los ideales libertarios se evidencian en la historia de individuo contra un sistema totalitario. El arte se convierte en lucha contra la opresión de un estado absoluto que ha abolido la creación pues la considera algo contrario a los fines colectivos asumidos acríticamente. Del mismo modo,  Moving Pictures de 1981, se convierte en la graduación estilística de Rush. Todas las canciones llegan a evidenciar una sonoridad compacta, letras de una calidad sobrecogedora y la siempre apología ideológica a favor de la causa libetaria. Tom Swayer es el ejemplo acabado de la canción completa. Todo en esta composición brilla de modo soberbio. La riqueza temática y armónica de esta canción es sólo la anunciación integral de la base rítmica y el dominio individual de cada instrumento. Los tres miembros de Rush elaboran un lección de música, donde le virtuosismo esta a favor de la idea central de la canción: el héroe individual que se afirma ante la multitud. Y al mismo tiempo es un alegato a comprender la vida como una lucha contra las circunstancias. And what you say about his company/ Is what you say about society./ Catch the mist, catch the myth/ Catch the mystery, catch the drift. Los valores que rigen al individuo hacen patente los valores de una sociedad. Finalmente, estos principios normativos, son los que pueden, a la larga, lograr lo imposible. Captura la niebla, captura el mito / Captura el misterio, captura la deriva. El guerrero moderno, el que entiende la vida como lo "sólido que se desvanece en el aire", debe aprender a saber que: The world is, the world is, / Love and life are deep, /Maybe as his eyes are wide. Es decir, que el mundo y la vida son complejos en su profundidad. 

Y el alegato final, después de la entrega instrumental (ejercicio de dominio de la la forma): No, his mind is not for rent /To any god or government./ Always hopeful, yet discontent,/ He knows changes aren't permanent, / But change is. (No, su mente no esta a la venta / Para cualquier dios o gobierno / Siempre con esperanza, aún descontento /El sabe que los cambios no son permanentes /Pero el cambio es). El cambio es lo que debe aceptar el hombre surgido en la modernidad, donde la autonomía del sujeto, la emancipación soñada desde la ilustración, es condición de posibilidad de aceptar el vértigo de los cambios. La soberanía secular se entiende en la medida del principio de adaptación a los cambios incesantes. Permanent waves. Olas permanentes. 


Pero junto a experimentar la necesidad de los cambios y de qué modo el individuo los acepta y termina por imponerse sobre ellos, se encuentra la conciencia de la pérdida y de forma somos también fracaso y derrota. Pero el fracaso es también glorioso. Pues también en la derrota somos de algún modo ganadores. Bravado del álbum Roll The Bones de 1991, es el ejemplo de letra lograda en su límite de perfección. La poesía sirve a la sabiduría. Y qué más hermoso que la estrofa final: 

And if the music stops
There's only the sound of the rain
All the hope and glory
All the sacrifice in vain
(And) if love remains
Though everything is lost
We will pay the price,
But we will not count the cost.

Si queda el amor, a pesar, de todas las pérdidas, de las ausencias, siempre estaremos dispuestos a pagar el costo de existir. Vivir no es fácil, es una aventura de complejidades mayores. La vida y la muerte, el triunfo o el fracaso, implican valor (bravado). 


Junto al reconocimiento de la derrota y del triunfo asumiendo la tragedia y la épica de la existencia, esta el saber mantener en reguardo el espacio interior. La intimidad, ese lugar en que salvuargardamos de los demás un depóstito de integridad  propio. El territorio del soberano individual que a menudo en la jungla posturbana se encuentra en extraña y complaciente soledad. Sólos, libres, pero exigiendo el derecho a ser reconocido, reconociendo. Así en Entre Nous, del Permanent Waves de 1980, Niel Peart escribe: 

Just between us,
I think it's time for us to recognize
The differences we sometimes fear to show.
Just between us,
I think it's time for us to realize
The spaces in between
Leave room for you and I to grow.

Creo que es el momento en que nos demos cuenta que, en los espacios entre tu y yo, hay un lugar para crecer, dice la asertiva frase final. La vida moderna nos obliga a la asfixia, sin embargo esta se contrae e la medida que defendemos el espacio de libertad que se reconoce en otra libertad. Espejo democrático desde el espejo.


viernes, 15 de abril de 2011

La música y el surgimiento de la subjetividad


La música nos permite entender, entre otras cosas, los procesos de la cultura. Percibimos con nitidez cómo han ido apareciendo los diversos paradigmas culturales en la historia de occidente, más allá de la idea de occidente, la gran idea, la belleza. Incluso podemos descubrir cómo la idea se ha ido reproduciendo en la medida que la música ha seguido su propia lógica evolutiva. Lejos de opacarla, la fuerza de la belleza resplandece aun cuando el alma atormentada, maniata su esplendor. Por fortuna, la subjetividad moderna no significó la decadencia de la gran idea de occidente, sino que potenció su poder en la voz de los pliegues del alma. La complejidad de las pasiones hizo que la belleza de la música adquiera una dimensión inusitada.

Durante y tras el renacimiento, el ejercicio intelectual de occidente fue enriquecido por la exploración de las pasiones humanas, desde la indagación humanista. La preocupación por el hombre concreto, significó el descubrimiento ámbitos nuevos de poetización. Compositores como Dowland, Strozzi, Monteverdi, Purcell, fueron emblemáticos en escudriñar el dolor humano, desde la experiencia del éxtasis. Dolor sublimado que se convierte en poesía del dolor. La conciencia trágica barroca en plenitud en su poder conmovedor. Hacer para persuadir a la subjetividad. Subjetividad que se muestra tal como es, en su descarnada desolación. La grandeza de los primeros maestros del barroco sólo será emulada por la generación de músicos románticos. 

Como siempre haré una muestra de composiciones en las  se que urde la trama trágica con la belleza de la forma.   Obras que ya he posteado anteriormente pero que forman parte de mi imaginario frecuente. 

Unidite Amanti, Barbara Strozzi




In darkness let me dwell. John Dowland

In darkness let me dwell;
the ground shall sorrow be,
The roof despair, to bar all cheerful light from me;
The walls of marble black,
that moist'ned still shall weep;
My music, hellish jarring sounds,
to banish friendly sleep.
Thus, wedded to my woes, and bedded
to my tomb,
O let me living, living die till death doth come, till death do come.
In darkness let me dwell

(Traducción libre que propongo)

En la habitación oscura quiero permanecer,
el lugar deberá estar pleno de dolor,
desesperado bajo techo, enclaustrado y lejos de la alegre luz.
En las paredes de mármol negro en las que se llorar,
mi música las ha colmado de caóticos ruidos infernales
y han desterrado el sueño de la amistad.
Así, aferrado a mis males y a mi lecho de muerte,
Oh vida, quiero morir, quiero morir
hasta que la muerte llegue.
En la oscuridad quiero permanecer.



El mayor canto de dolor escrito por un ser humano es el Lamento de Dido de la gran masque de Purcell Dido y Eneas. Brilla en el cielo con su belleza infinita. Nada se compara a esta aria, nada en el universo.

Lamento de Dido, antes de su suicidio por amor, ante la partida de Eneas.

Dame tu mano, Belinda; la oscuridad me envuelve.
En tu seno déjame descansar.
Más quisiera, pero la muerte me invade;
La muerte es ahora una bienvenida visita.

Cuando yazga, yazga en la tierra, que mis errores
no causen cuitas a tu pecho;
Recuérdame, pero ¡ah! olvida mi destino;
Recuérdame, recuérdame, pero ¡ah! olvida mi destino. 

viernes, 8 de abril de 2011

Palabra y música

Ahora es el tiempo de la palabra. La palabra que en su belleza, en su forma, consuela el dolor, la pérdida. Pero también nos lleva al éxtasis. Palabra a la voz humana debida. Armonía oculta que transforma mundo y nudos.

Después de la palabra, habita el misterio del sonido. El sonido que nace de la nada, conmueve, y vuelve a la nada después de perturbarnos y alterar nuestra percepción integral de lo real.

Recuerdo el tiempo en que la palabra se unía a la música. La música y la palabra eran lo mismo. De ahí que el artesano sabía cómo dulcificar el verbo con la belleza melódica. Así la Vita Nova de Dante se eleva. Y Bach en los evangelios cercanos al salvador del mundo. 

Intenso es el fluir de la palabra y la música. Ambas se reconcilian en una aria, en verso que se canta. Ahí las arias de Haendel, esplendor de la belleza aérea. Intocable como la urna de Keats. Haendel nos ilumina en extremo.

Asimismo, la palabra y la música en dialogo profundo en la Resurrección de Mahler. Todo llega a resucitar, la recreación termina siendo el proyecto estético por excelencia. Teología en verbo: resucitarás, si, resucitarás. 

Nada puede contra la fuerza de esa unión. La unión de la luz y el dolor. Las luces de la palabra, las luces del sonido. Y el dolor de ambas. Vivaldi, Mozart y Beethoven nos conducen en esas luces y sombras.

Amor. Esa es la palabra final. Pero es el inicio. El inicio de todo lo que ha resplandecer. La esperanza, eso es el amor. No sólo del sentimiento. También de lo moral. Entrega, pero para ser y crecer. Asi es Brahms. Generoso en hacernos mejores hombres y mujeres. Brahms es el amor en toda su extensión. 

Bella aria. Palabra y música. Elevación total en la celebración del origen del arte del sonido

viernes, 1 de abril de 2011

De la luz en la música



La música es luz. La música ilumina. Ilumina cuerpos donde el espacio tiempo nos da el beneficio de la cosa en si. Un sólo de violín de Bach irradia tanta luz como toda una supernova. Un movimiento de una sinfonía de Schubert sirve para describir el devenir de la luz desde el gran estallido hasta nosotros que vemos el día florecer en el alba. Un sólo de violonchelo de Britten puede mostrar a la luz en su estado natural, como el primer rayo de sol que llegó a la tierra hace 4,000¨000,000 de años. 

No hay día que no vea el actuar de la música convertida en luz. En afirmación de la materia iluminada sobre la materia oscura. En los últimos días me quedo pensando, largamente, en la naturaleza de la luz sobre los objetos. Mi mirada se queda extasiada en ver cómo la luz nos permite una perspectiva diferente con las cosas. El ver se transforma en un diálogo con los entes iluminados. En ese mismo sentido, el efecto de la música sobre los objetos adquiere dimensiones lumínicas. Y así la música, movimiento en si misma, abraza la dinámica de la luz. Pero aquí paro de escribir, pues empiezo el soliloquio íntimo con cosas que sólo yo, en este momento, puedo intuir. 

Adagio de la sonata para violín n.º1 BWV 1001 de J. S. Bach. Luz que podría iluminar el universo entero al momento de llevarnos al éxtasis. 



Allegro Moderato de la Sinfonía en si menor D 759 de F. Schubert. Siempre asumo que la luz que viene desde el "Big Bang", tiene su secuencia y desarrollo en este movimiento de una dramatismo heroico evidente. Llegado el momento de mayor poder emoción, puedo ver el viaje de la luz en la amplitud del universo. 



Llega el sol quemante de un mediodía. La luz que todo lo abraza. Es el Canto Primo de la suite para violonchelo Op 72 de Benjamín Britten. Mi corazón se extralimita en el imperio de la luz en su función vital. Me elevo sobre los rayos a regiones habitadas en mi éxtasis por lo real. Ya nada me detiene. Estoy en un viaje sin retorno.