Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

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miércoles, 17 de junio de 2015

Palabras de Francisco por los 750 años de nuestro Dante

Dante por Giotto. 

Hace más de un mes, el intenso papa Francisco escribió una carta de homenaje y reflexión sobre uno de los mayores poetas de la historia: Dante Alighieri. Sirva este espacio para promover la reflexión teológica en clave dantesca y dantófila. 

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO AL PRESIDENTE DEL CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA CON MOTIVO DE LA SOLEMNE CELEBRACIÓN DEL 750 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DEL GRAN POETA DANTE ALIGHIERI

Al venerado hermano

Cardenal Gianfranco Ravasi

Presidente del Consejo pontificio para la cultura

Con ocasión de la solemne celebración del 750° aniversario del nacimiento del gran Poeta Dante Alighieri, que tiene lugar en el Senado de la República italiana, deseo dirigir a usted y a quienes participarán en la conmemoración dantesca mi cordial y amistoso saludo. En especial lo hago llegar al presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, al presidente del Senado, Pietro Grasso, a quien dirijo mi sentida felicitación por esta significativa iniciativa, al ministro Dario Franceschini; y lo hago extensivo a todas las autoridades, a los parlamentarios, a la Sociedad Dante Alighieri, a los estudiosos de Dante, a los artistas y a quienes con su presencia quieren honrar a una de las figuras más ilustres no sólo del pueblo italiano sino de toda la humanidad.

Con este mensaje quiero unirme también yo al coro de quienes consideran a Dante Alighieri un artista de altísimo valor universal, que tiene aún mucho que decir y dar, a través de sus obras inmortales, a quienes están deseosos por recorrer la senda del conocimiento, del auténtico descubrimiento de sí, del mundo, del sentido profundo y trascendente de la existencia.
Muchos de mis Predecesores quisieron solemnizar las celebraciones dantescas con documentos de gran importancia, donde la figura de Dante Alighieri se proponía precisamente por su actualidad y por su grandeza no sólo artística sino también teológica y cultural.

Benedicto XV dedicó al gran poeta, con ocasión del VI centenario de la muerte, la encíclica In praeclara summorum, con fecha del 30 de abril de 1921. Con la misma el Papa quería afirmar y poner de relieve «la íntima unión de Dante con la Cátedra de Pedro». Al admirar «la prodigiosa vastedad y agudeza de su ingenio», el Pontífice invitaba a «reconocer que el poderoso impulso de inspiración él lo tomó de la fe divina» y a considerar la importancia de una correcta y no reductiva lectura de la obra de Dante sobre todo en la formación escolástica y universitaria.

El beato Pablo VI, además, se interesó de manera especial por la figura y la obra de Dante, a quien dedicó, como conclusión del Concilio ecuménico Vaticano II, hace exactamente cincuenta años, la bellísima carta apostólica Altissimi cantus, donde indicaba, con gran sensibilidad y profundidad, las líneas fundamentales y siempre vivas de la obra dantesca. Pablo VI con fuerza e intensidad afirmaba que «Dante es nuestro. Nuestro, queremos decir, de la religión católica» (n. 9). En cuanto al fin de la obra dantesca, Pablo VI afirmaba con claridad: «El fin de la Comedia es primariamente práctico y transformador. No se propone sólo por ser poéticamente bella y moralmente buena, sino en alto grado de cambiar radicalmente al hombre y llevarlo del desorden a la sabiduría, del pecado a la santidad, de la miseria a la felicidad, de la contemplación aterradora del infierno a la beatificante del paraíso» (n. 17). Citaba, además, el significativo pasaje de la carta del poeta a Can Grande de la Scala: «La finalidad de todo y de la parte es sacar del estado de miseria a los vivientes en esta vida y conducirlos al estado de felicidad» (n. 17).

También san Juan Pablo II y Benedicto XVI se refirieron a menudo a las obras del gran poeta y lo citaron numerosas veces. Y en mi primera encíclica, Lumen fidei, elegí también yo recurrir a ese inmenso patrimonio de imágenes, símbolos y valores constituido por la obra dantesca. Para describir la luz de la fe, luz que se debe redescubrir y recuperar a fin de que ilumine toda la existencia humana, partí precisamente de las sugestivas palabras del poeta, que la representa como «chispa, / que se convierte en una llama cada vez más ardiente / y centellea, cual estrella en el cielo» (n. 4; cfr. Par. XXIV, 145-147).

En vísperas del Jubileo extraordinario de la misericordia, que iniciará el 8 de diciembre próximo, a los cincuenta años de la conclusión del Concilio Vaticano II, deseo vivamente que las celebraciones del 750° aniversario del nacimiento de Dante, como las de la preparación del VII centenario de su muerte en 2021, hagan que la figura de Alighieri y su obra sean nuevamente comprendidas y valoradas, también para acompañarnos en nuestro camino personal y comunitario. La Comedia se puede leer, en efecto, como un gran itinerario, es más, como una auténtica peregrinación, tanto personal e interior como comunitaria, eclesial, social e histórica. Ella representa el paradigma de todo auténtico viaje en el que la humanidad está llamada a abandonar lo que Dante define «la era que nos hace tan feroces» (Par. XXII, 151) para alcanzar una nueva condición, marcada por la armonía, la paz, la felicidad. Es este el horizonte de todo auténtico humanismo.

Dante es, por lo tanto, profeta de esperanza, anunciador de la posibilidad del rescate, de la liberación, del cambio profundo de cada hombre y mujer, de toda la humanidad. Él nos invita una vez más a volver a encontrar el sentido perdido y confuso de nuestro itinerario humano y saber mirar de nuevo el horizonte luminoso en el que brilla en plenitud la dignidad de la persona humana. Al honrar a Dante Alighieri, como ya nos invitaba Pablo VI, podemos enriquecernos con su experiencia para atravesar las numerosas selvas oscuras aún dispersas en nuestra tierra y realizar felizmente nuestra peregrinación en la historia, para alcanzar la meta soñada y deseada por todo hombre: «el amor que mueve el sol y las demás estrellas» (Par. XXXIII, 145).

Vaticano, 4 de mayo de 2015

Francisco

1. Después de una lectura de Dante por Liszt.




 Francesca da Rimini de Tchaikovsky. Impresionante forma de acercarse a Paolo y Francesca.


 

miércoles, 6 de mayo de 2015

Dante: 750 años de su venida al mundo.

Dante por Giotto

Lo sabemos bien. El neofacismo indigenista y los estudios culturales ( y sus nefastas derivaciones), lo han ocultado en esta parte del mundo. Nos dicen que es absurdo que un latinoamericano conozca y se asombre del universo de los clásicos. Nos dicen que debemos mirar nuestro terruño, aun cuando no sepamos bien que diablos es eso. Permanecemos en la provincia, nunca como ahora. Quizás por ello, la sentencia de Hegel ahora tiene mayor contundencia: "La lechuza de Minerva levanta vuelo cuando empieza el ocaso". Estamos en el ocaso y la sabiduría nos abandona. Los antropólogos y los sociólogos de la literatura están en su fiesta terminal. Y los imagino como las hordas de la Gestapo y de las SS, pero esta vez  quemando a Homero, a Cervantes, a Dante, a Leopardi, a todos ellos y a otros más. Antropólogos y sociólogos contra la humanidad. Tenían razón Popper y Hayek cuando cogieron del cuello las ciencias sociales y las agitaron como lo hicieron. Pero ya habían sembrado las semillas de su barbarie. 

Sin belleza no hay bien ni verdad. Lo decía bien Von Balthsar. Y las tres se encarnaron en Dante, las tres en La Comedia. El mayor canto hecho por un hombre; Teodramática en su mayor amplitud. No vamos a abundar en más sobre Dante. Los dantófilos podrán decirlo mejor que yo. Lo único que puedo afirmar que mientras existan lectores que presientan los grandes temas de la humanidad, la obra de los clásicos, nunca morirá a pesar de los adoradores  de la "brutezza". 

Comparto el Canto XXXIII del Paraíso. 

Virgen Madre, hija de tu hijo,
humilde y alta más que otra criatura,
término fijo del consejo eterno,

tú eres quien la humana natura
ennobleció tanto, que su hacedor
no desdeñó hacerse su hechura.

En tu vientre se reencendió el amor,
a cuyo calor en la eterna paz
ha germinado así esta flor.

Para nosotros eres aquí meridiana faz
de caridad, y abajo, entre los mortales,
eres de la esperanza fuente vivaz.

Señora, eres tan grande y tanto vales,
que quien quiere gracia y a ti no se acoge,
su deseo quiere que sin alas vuele.

Tu benignidad no sólo socorre
a quien demanda, mas muchas veces
liberal al demandar precede.

En ti misericordia, en ti piedad,
en ti magnificencia, en ti se aduna
cuanto en la criatura hay de bondad.

Ahora, este, que de la ínfima laguna
del universo hasta aquí ha visto
las vidas espirituales una a una,

te suplica, por gracia, de virtud
tanta, que pueda con los ojos alzarse
más alto hasta la última salud.

Y yo, que nunca por mi propio ver me inflamé
como hago por el suyo, todas mis preces
te ofrezco, y ruego que no sean escasas,

por que de toda nube lo desligues
de su mortalidad con tus ruegos,
para que el sumo placer se le despliegue.

Aún más te ruego, reina, que puedes
lo que quieres, que conserves sanos,
luego de tanto ver, sus afectos.

Venza tu guardia las mociones humanas:
¡Mira a Beatriz con cuantos beatos
a favor de mis ruegos juntan las manos!

Aquellos ojos de Dios amados y venerados,
fijos en el orador, demostraron
cuánto los ruegos devotos le son gratos;

de allí a la eterna luz se alzaron,
de lo cual no debe creerse que pueda
una criatura dirigir un mirar tan claro.

Y yo que al final de todas mis deseos
me acercaba, como era natural,
calmé el ardor en mí de mi deseo.

Bernardo me indicaba y sonreía
para que mirase arriba; mas yo estaba
ya por mi mismo como él quería;

porque mi vista, venida sincera,
más y más se metía por el rayo
de la alta luz que en sí misma es verdadera.

De aquí en adelante mi mirar fue mayor
que nuestra charla, que a la visión cede,
y cede la memoria a grandeza tanta.

Como quien soñando mira,
que tras el sueño la emoción impresa
queda, y lo otro la mente no retiene,

así estaba yo, que casi a su término llegada
mi visión, todavía me destila
en el corazón el dulzor que nació de ella.

Así al Sol la nieve se desliga;
así al viento en las hojas leves
se pierde la sentencia de Sibila.

¡Oh suprema luz, que te elevas tanto
de los mortales conceptos! A mi mente
presta de nuevo un poco de lo que parecías,

y haz mi lengua tan potente,
que al menos una chispa de tu gloria
pueda dejar a la futura gente;

pues, por volver un tanto a mi memoria
y por resonar un poco en estos versos,
más se comprenderá de tu victoria.

Creo yo, por lo intenso que sufrí
del vivo rayo, que me habría perdido,
si mis ojos de él hubiéranse partido.

Y recuerdo, que por ello más audaz
me hice a soportar tanto, que uní
mi mirada al valor infinito.

¡Oh abundante gracia por la que presumí
fijar la vista en la luz eterna,
tanto que la fuerza de la visión consumí!

En su profundo vi que se interna,
ligado con amor en un volumen,
todo lo que por el universo se desencuaderna;

sustancia y accidente y sus costumbres
cuasi confundidos entre sí, de modo tal
que lo que digo modesta es vislumbre.

La forma universal de este nudo
creo que vi, que al recordarlo,
diciendo esto, siento mayor gozo.

Un punto sólo me causa más letargo
que veinticinco siglos idos de la empresa
que movió a Neptuno a admirar la sombra de Argos.

Así mi mente enteramente suspendida,
fija miraba, inmóvil y atenta,
y siempre de admirar encendida.

Y en aquella luz tal uno se renueva,
que apartarse de ella hacia otro aspecto
es imposible que nunca se consienta;

pues el bien, que del querer es objeto,
entero en ella se encierra; y fuera de ella
es defectivo lo que allí es perfecto.

En adelante será más corta mi conversa,
sólo de lo que recuerdo, que la de un infante
que en el pezón baña todavía la lengua.

No era que más de un simple semblante
hubiera en aquella luz que yo miraba,
pues es siempre así como era antes;

sino porque la visión se avaloraba
en mi mirada, una sola apariencia,
mudando yo, por mi se trastocaba.

En la profunda y clara subsistencia
del alto lumbre me aparecieron tres giros
de tres colores y de un continente;

y uno de otro como iris de iris
parecía reflejo, y el tercero parecía fuego,
que aquí y allá igualmente se espire.

¡Oh! ¡Cuán poco es el decir y cuán flaco
mi concepto! y esto, y lo que vi,
es tanto, que no basta con decir “poco”.

¡Oh luz eterna que sola en ti sedes,
sola te entiendes, y por ti entendida
y tú te entiendes, amas y sonríes!

Aquel circular, que así concebido
parecía en ti como luz refleja,
contemplado por mis ojos en torno,

dentro de sí, de su color mismo,
me parecía ver pintada nuestra efigie;
porque mi rostro en él estaba metido todo.

Como el geómetra que se afana y aflige
por medir el cerco, y no encuentra,
pensando, el principio que precisa,

así estaba yo en aquella visión nueva;
ver quería cómo la imagen al círculo
correspondía y cómo allí se encontraba;

mas no bastaban las propias alas:
si no que mi mente fue herida
de un fulgor que cumplió su anhelo.

A la alta fantasía aquí faltaron fuerzas;
mas ya movía mi deseo y mi velle,
como rueda a su vez movida,

el amor que mueve el Sol y las demás estrellas.

Después de una lectura de Dante. Franz Liszt


martes, 14 de febrero de 2012

E caddi come corpo morto cade

Y caí como un cuerpo muerto. Así termina el Canto V del Infierno, tras la triste, enorme e intensa historia de Paolo y Francesca. ¿Cómo no sentir la trama trágica de los amantes que hablan al unísono, como si trataran de un sólo ser, unido al amor desmesurado?



Vuelvo a ver los grabados de Doré. !Qué manera de penetrar desde el lenguaje plástico en el lenguaje poético! Un sólo movimiento de dos seres que nos comunican por medio del poeta: 

Amor, que no perdona amar a amado alguno,
me prendó del placer de este tan fuertemente
que, como ves, aún no me abandona.

¿No es, acaso, uno de los momentos más bellos de la literatura universal? ¿Qué sería de las historias de amor, sin la más conmovedora historia de amor? Aun en el infierno están juntos. ¿Por qué no imaginarlos, así, en el paraíso? ¿No es posible en el paraíso la desmesura? Al leer a Dante, al ver a Doré, al comprender la vida como la comprendo ahora, son más las preguntas que las respuestas, que las certezas. 

Après une Lecture du Dante, Années de pèlerinage de Franz Liszt

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Todo lo que es en el amor

Galaxia espiral M 75,


Dante y Beatriz en la Visón del Empíreo, Dore

Mis cosas, mis cosas pequeñas y las demás pequeñas cosas que hay en el mundo. El asombro por todo cuanto hay y la materia en sus indefinidos estados, tamaños y formas. Ahora estoy o me imagino estar en "el cinturón de Kuiper" mirando a lo lejos el sistema solar. O mejor aun, contemplando cómo la enormidad ilimitada se alza ante mi. "Oh eternidad, palabra terrible" ( J. S. Bach). ¿Qué hace que todo gire de ese modo impensado? Porque hay un movimiento integral e inacabado de todo esto. Me emociona pensarlo y me asusta concebirlo desde la pequeñez de mi efímera condición humana. 

Todos estos días son duros. Son  los días más duros porque tengo que hacer tantas cosas al mismo tiempo. Y tengo que vivir todas las vidas que poseo en un sólo momento. Pero ahí estás, cosmos, recordándome que el carbono tomo conciencia de si. Que de las redes de interacción neuronal fluyo el pensar y de ese pensar, la emoción de esta noche estrellada que no tiene límite desde mi isla en el "cinturón de Kuiper". Ahora recuerdo que Dante tenía razón cuando al final del canto XXXIII del Paraíso decía con bella precisión:  l’amor che move il sole e l’altre stelle (el amor que mueve el Sol y las demás estrellas). Es cierto, sólo el amor es capaz de ese movimiento integral. Sigamos en nuestra cúpula estelar. 

Magnificat, Sinfonía Dante de Franz Liszt


miércoles, 28 de septiembre de 2011

Terror en la torre del hambre

Canto XXXIII. Ugolino con sus hijos. Gustave Dorè. 
En el noveno círculo del infierno (canto XXXIII) , nos hallamos en el centro del dolor. El Conde Ugolino, condenado a encierro perpetuo en la Torre de la Muda - por traidor- junto a sus hijos, se ve llamado a matarlos ante el hambre tremendo que los aqueja. Luego del filicidio múltiple, Ugolino devora a sus hijos, siendo su hambre más grande que su dolor. 

Así uno de los hijos del Conde, le clama urgido: 

e disser: "Padre, assai ci fia men doglia
se tu mangi di noi: tu ne vestisti
queste misere carni, e tu le spoglia"..

(y dijeron: ‘Padre, menor será nuestro dolor
si tú nos comes: tú nos vestiste
estas míseras carnes, tú tómalas ahora’)

Luego de narrarle su historia, el Ugolino le cuenta a Dante quejumbrado: 

già cieco, a brancolar sovra ciascuno,
e due dì li chiamai, poi che fur morti.
Poscia, più che 'l dolor, poté 'l digiuno".

(me puse a buscar tanteando a cada uno
y dos días los llamé, luego de muertos.
Después, más que el dolor, pudo el ayuno) 

El terror en la torre del hambre adquiere dimensiones totales. El humano rebajado a su estado primariedad absoluta. La mente no puede concebir esa escena tremenda. Sólo queda admirar la grandeza de Dante al momento de situarnos en los confines de la naturaleza humana. Este célebre canto sirvió de contenido para la primera opera de la historia: El lamento del Conde Ugolino (1582), de Vincenzo Galilei, padre del importante físico Galileo. No hay registro de esta composición, así que imaginemos, por un momento, cómo será la música de lo más triste del infierno.  

viernes, 22 de mayo de 2009

Vita Nuova III

Un poema conocido de la Vita Nova de Dante. Leerlo no es una reiteración inútil. Más bien, un ejercicio de reconimiento. Recordar que hubo un momento en que un ser humano llegó a escribir (y todo lo que implica) de un modo absolutamente deslumbrante.

A ciascun'alma presa e gentil core
nel cui cospetto ven lo dir presente,
in ciò che mi rescrivan suo parvente,
salute in lor segnor, cioè Amore.

Già eran quasi che atterzate l'ore
del tempo che onne s tella n'è lucente,
quando m'apparve Amor subitamente,
cui essenza membrar mi dà orrore.

Allegro mi sembrava Amor tenendo
meo core in mano, e ne le braccia avea
madonna involta in un drappo dormendo.
Poi la svegliava, e d'esto core ardendo
lei paventosa umilmente pascea:
appresso gir lo ne vedea piangendo.

Traducción/ traición


A toda alma prisionera y de gentil corazón
a cuya presencia venga el decir presente,
por que me escriban su parecer,
salud en su Señor, es decir Amor.
Ya eran casi terciadas las horas,
del tiempo en que toda estrella está luciente,
cuando aparecióseme Amor súbitamente,
cuyo aspecto recordar me causa horror.
Alegre me parecía Amor, teniendo
mi corazón en la mano, y en sus brazos una
dama, envuelta en un lienzo, dormida;
Después la despertaba, y de este corazón ardiendo
ella espantada humildemente comía,
y después irse la vi llorando.

Sonata Dante- Andante- Franz Liszt - Años de peregrinación. Piano: Alfred Brendel. Sabemos que esta basada en la Comedia, pero igual vale el momento.


viernes, 31 de octubre de 2008

Matelda en el jardín. Primera visión del Paraíso

Purgatorio XXVIII
(fragmento)


Sois nuevos, y quizá porque yo río,
comenzó ella, en éste lugar elegido
por la natura humana para su nido,

maravillados os retiene una sospecha;
mas luz aporta el salmo Delectasti,
que puede desanublar vuestro intelecto.

Y tú que estás delante y me rogaste,
di si otra cosa oir quieres; que pronta vine
a tus cuestiones todas, hasta que baste.

El agua, dije yo, y el son de la floresta
impugnan en mi la creencia nueva
por algo que oí contrario a ésta.

Por lo que ella: Te diré como procede
por su razón aquello que admirarte hace,
y purgaré la niebla que te hiere.

El sumo Bien, que solo a sí se place,
hizo al hombre bueno y para el bien,
y este lugar le dio en arras de paz eterna.

Por su falta que demoróse poco;
por su falta en llanto y en afanes
cambió honesta risa y dulces juegos.

Para que la conmoción que abajo hacen
de sí la exhalación del agua y de la tierra,
que cuanto pueden tras el calor marchan,

no hiciera al hombre guerra alguna,
este monte se alzó al cielo tanto
que libre de ellas quedó desde la puerta.

Ahora bien, como en el entero círculo
el aire se mueve con la primera vuelta,
si en algún punto no es roto el cerco,

en esta altura que está por entero suelta
en el aire vivo, tal movimiento repercute,
y hace que la selva suene, porque es espesa;

y la azotada planta tanto puede,
que de su virtud el aire impregna,
y este luego, girando, difunde entorno;

y la otra tierra, conforme es digna
por sí y por su cielo, concibe y alumbra
de diversas virtudes diversos leños.

Por tanto allá no será maravilla,
oído esto, cuando alguna planta
os germine sin aparente semilla.

Y saber debes que la campiña santa
en la que estás, de toda semilla está colmada,
y fruto encierra que allá abajo no se coge.

El agua que ves no surge de vena
nutrida de vapor que el frío convierta,
como río que adquiere y pierde aliento;

mas sale de fontana sólida y cierta,
que por voluntad de Dios tanto recobra,
cuanto vierte en dos partes abierta.

En esta parte con virtud desciende
que quita la memoria del pecado;
en otra de toda buena obra recuerda.

Este Lete; y del otro lado
Eunoe se llama; y no opera
si aquí primero que allá no se bebe;

a todos los demás sabores estos superan.
Y aunque mucho pueda ser sacia
tu sed porque más no te descubro,

te daré un corolario aún de gracia:
no creo que mis dichos te sean menos caros,
si más allá de prometido se espacian.

Aquellos que antiguamente poetizaron
la edad de oro y su feliz estado
quizá este monte en el Parnaso soñaron.

Aquí fue inocente la raíz humana;
aquí es siempre primavera y fruto;
éste es el néctar del que todos hablan.

Entonces atrás me di vuelta por completo
a mis poetas, y vi que con sonrisa
había escuchado el último período;

luego a la bella dama retorné la vista.


Sinfonía Dante. Franz Liszt. Tercera parte: Magnificat

jueves, 16 de octubre de 2008

Souvenir de Florence

En el librero, descasaba la cabeza de Dante hecha de mármol de Carrara. Llegó desde Florencia junto a Papá en un viaje que hoy resulta místico por las connotaciones familiares, artísticas e ideológicas. A los 13 años, no había leído ningún verso de La Comedia y, lo poco que sabía del tema, lo conocí por las inmensas fuentes de información externa. Confieso que culminé la lectura de La Comedia cuando concluí la universidad a una edad que excedía los límites de la formación universitaria.

Sin embargo, fue esa cabeza de mármol la que movió mi imaginación como ninguna otra cosa. Pues me preguntaba cómo esa cara directa, firme y adusta de la escultura, había podido concebir, desde la metáfora, un paseo y devenir hacia el infierno. Como toda persona formada en tradición cristiana-católica, el imaginario del infierno se constituía en un elemento evidente, tanto de nuestra concepción religiosa como de nuestra percepción de lo malo que habita en el mundo. De ahí que concebir el infierno resulte más o menos posible y que lo que bien pudo alucinar Dante, más allá de la imbricada red de alegorías, es algo que se puede pensar.

Tan pronto como pude conocer los contenidos temáticos de La Comedia (como he dicho líneas arriba, sin haberla leído), me acerqué, como muchos adolescentes, al Heavy Metal. Tenía predilección por los grupos que hacían referencias a mundos infernales, tormentos, guerras de inframundo: Balck Sabbath, Iron Maiden, Dio, Venon, etc. Obviamente, no me quedé prendado de esta música por mucho tiempo. Sin embargo, la curiosidad, acaso cierto interés por lo mórbido, se fue gestando, en parte, alrededor de las letras y poses del Heavy Metal.

Cuando empezó mi suplicio universitario, no encontré demasiados amigos con quienes compartir mis pasiones musicales del periodo escolar. Silvio Rodriguez (a quien conocía demasiado), Pablo Milanés, Sui Generis, etc, perfumaron - hasta el hartazgo- el primer año de humanidades, junto a las bandas-ícono que aun me deslumbran: Pink Floyd, King Crimson, Rush, etc. Aparentemente, mi pasión oculta por lo morbido, no tenía un correlato musical. Sin embargo, fue en la literatura donde hallé el consuelo de lo oscuro: Nerval, Boudelaire, Rimbaud, Mary Shelley, Poe, Bataille, Genet., etc. Algo saturado de todo esto o quizás el instinto de supervivencia, me llevó a otras cosas, sin duda luminosas.

Pero el germen del Souvenir de Florence estaba ahí. La pintura que empecé a gozar tenía los mismos razgos que todo el anterior: el Bosco, Caravaggio, Blake, Goya, Fussili, Rosseti, Bacon, etc. El elemento oscuro, la fascinación por la muerte y sus metáforas. Alguién muy querido por mi me lo hizo notar cuando realicé una edición de imágenes cinematográficas para un curso que juntos dictamos en la universidad. Este me dijo: "Casio, ¿por qué has escogido las imágenes más morbidas?". Ciertamente, no las había elegido de manera deliberada. Simplemente, habían salido de mi sin filtro, ni represión. Pero debo aclarar que no sólo estas imágenes sonoras, escritas, visuales se hallan en mi. Existen otras que también disfruto y que me conmueven. Pueden revizar este blog para darse cuenta de ello. Como muchos, me hallo en la dualidad de luz y tinieblas.

¿Cómo surgió esta reflexión-confesión? Hace unos días fui a la casa de mis padres. La escultura de Dante, el Souvenir de Florence, me hizo comprender todo. No era Dante, sino toda la remificación estética que su busto potenció. ¿Qué conexiones internas se procesan en lo último de mi? Sabrá Dios. Pero por alguna extraña razón, todo este ejercicio estuvo acompañado de otro Souvenir de Florence, el deTchaikovsky Op. 70