Dimitri Shostakovich (1906-1975), tenía un conocimiento de la música impresionante. No sólo a nivel formal. También en una dimensión histórica en términos hermenéuticos. Es decir, podía viajar a otro tiempo sin desligarse del suyo. Ello se percibe en los "24 preludios y fugas" que el gran compositor ruso compuso inspirado en Bach. Así, el más grande compositor del siglo XX, toma el arte prestado del mayor músico de la historia y lo reelabora a su modo.
En 1950, Shostakovich fue invitado a Leipzig a ser parte de las efemérides por los 200 años de la muerte de Bach. En dicha ciudad, se celebró un concurso para piano, en el cual el compositor ruso fue parte del jurado. La medalla de oro la ganó una compatriota suya, Titiana Nicoleyeva, quien interpretó con maestría las cuarenta y ocho partes del "Clave bien temperado". Shostakovich quedó fascinado por la forma de tocar de Nicolayeva y, regresando a Moscú escribió "Los 24 preludios y fugas". La obra tuvo dos estrenos. Uno en 1951, con Shostakovich. La segunda, en 1952, con Nicolayeva.
Sin duda es una obra orientada más a los músicos, que para el público. Obra difícil de digerir, pero fascinante una vez que se ubica la puerta para entrar en ella.
Los dobles concierto o los conciertos para dos instrumentos, suelen constituirse en una forma emblemática de hacer gran música. Se debe saber mucho de música; reconocer equilibrios, armonizar como se debe. En suma, manifestar alturas temerarias en el arte de componer. Música de diálogo, de conversación fértil a dos voces.
Desde hace buen tiempo quería mostrar o elaborar una lista de los dobles conciertos más célebres o que, por lo menos, que más me conmueven. Ciertamente la lista no será tan extensa, pero se caracterizará por una cosa en particular. Me remitiré a los movimientos lentos (tempo lento): adagio, largo, larghetto, etc. Acaso para graficar desde el sonido, las bondades del diálogo de a dos.
1. Andante del doble concierto para violín y violonchelo en la menor op 102 de Brahms
2. Andante de la sinfonía concertante de Mozart en mi bemol mayor K 364.
3. Largo ma non tanto del concierto para dos violines de J. S. Bach en re menor BWV 1043.
4. Larghetto e spiritoso del concierto para violín y violonchelo en la menor RV 522 de Vivaldi.
330 años cumple este lunes que viene el mayor músico de toda la historia. No se que podría decir. De pronto la voz de un poeta sea, quizás, la más adecuada en este caso.
Comparto un poema del escritor mexicano Jaime Sabines en honor al "artesano mayor".
¿Qué más se puede abundar sobre el mayor músico de la historia? Cualquier juicio sobre él es caer en la misma reiteración. En este caso, deseo compartir algunas palabras que sobre Bach han vertido otros grandes compositores y músicos. Se trata de ponderar la obra del "artesano mayor" a la luz de los músicos que asumieron y valoraron su legado.
1. Beethoven
En una carta enviada a Hofmeister, el 15 de enero de 1801, Beethoven escribe lo siguiente: " Que quiera publicar las obras de Sebastián Bach es algo muy grato a mi espíritu, que admira sin reservas a este primer padre de la armonía, y deseo verlo pronto progresar; desde aquí yo también espero contribuir con algo, tan pronto como acepte una pre suscripción".
2. Mozart
Una publicación periódica, la Allgemeine Musikalische Zeitung del 21 de noviembre de 1798, se hace mención a una visita que hiciera Mozart a la iglesia de Santo Tomás en Leipzig en 1789. En aquella reseña se dice lo siguiente: "Por iniciativa del estonces Cantor de la iglesia a de Santo Tomás de Leipzig, el difunto Doles, el coro sorprendió a Mozart con la interpretación de un motete, del patriarca de música alemana Sebastián Bach. Mozart conocía a este Durero de la música alemana más de oídas que por sus propias obras...Apenas había entonado el coro unos compases, cuando Mozart se quedó asombrado. Tras unos compases más, grito "¿qué es esto?, y parecía escuchar con toda su alma. Cuando hubo terminado el canto, exclamó ¡Por fin algo de lo que se puede aprender¡"
3. Wagner
Varios juicios sueltos, dichos en diversas circunstancias:
"El más maravilloso enigma de todos los tiempos"
"Es como la voz de la cosa en si...Bach escribió mucho inconscientemente, como en sueños; la melodía infinita ya está ahí prefigurada".
Y escribiendo sobre la influencia de Bach sobre Beethoven, dijo: "La maravillosa obra de Bach fue para Beethoven la biblia se fe, en ella leía lo que sólo el ojo del espíritu alemán, sólo su oído podía percibir, lo que le impulsaba desde la más íntima revelación a la irresistible protesta contra todo ser externo dirigido contra él".
4. Debussy
En su ensayo "Sobre el gusto", el gran compositor francés, escribió: "Miremos hacia Bach, el buen dios de la música, a quien los compositores deberían dirigir una oración antes al trabajo, para que los proteja de la mediocridad".
5. Brahms
Johannes Brahms, acaso el mayor conocedor de la historicidad de la música y más consciente de la misma, fue abonado de la Antigua Sociedad Bach y poseía una copia de la obra completa conocida en ese entonces. Brahms dijo en una oportunidad: "Para mi, cada volumen de la obra de Bach es un mundo nuevo". Y cuando se le preguntó cuáles habían sido los mayores acontecimientos de su vida, dijo "la fundación del Imperio Alemán y la publicación de la obras completas de Bach".
6. Casals
El gran violonchelista y compositor catalán, escribió: "Amo toda la música, pero no podría empezar el día con otro compositor, Bach nos enseñó lo que es la música. Primero esta Bach, luego todos los demás".
7. Berg
En una carta a su esposa, Alban Berg escribe: "Ayer, el Arte de la Fuga de Bach. ¡Maravilloso¡ Una obra que hasta ahora se consideraba matemática...¡música de la mayor profundidad¡".
8. Schönberg
En ensayó que el músico escribió con el claro y conciso título "J. S. Bach", escribió: "Bach conocía más secretos de los que nunca posyeron los holandeses, amplió estas reglas para que abarcases los doces tonos de la escala cromática. En ocasiones. Bach trabajaba con los doces tonos de tal modo que uno podría sentirse inclinado a denominarlo el primer compositor dodecafónico".
Si estos compositores fueron capaces de valorar en su real dimensión la obra del gran Johan Sebastian Bach, ¡qué más decir¡ Sólo nos queda seguir admirando, por siempre, el legado de este formidable exponente de la raza humana.
Los seis concierto de Brandenburgo es una interpretación célebre. Karl Richter.
El mayor es Bach. Bach pensó desde la música todo lo que puede ser pensado. De ahí que gran parte de su obra pueda ser tomada como un grado de abstracción superior, capaz de comprender lo real en su multiplicidad. La Ofrenda Músical y El Arte de la Fuga, son la cima de la música como pensamiento. Sólo algunos escritos filosóficos están a su altura. Sobrecogen el espíritu de la misma manera que una serie de argumentos encadenados, como los que vemos en Descartes, en Hobbes, en Leibniz, en Kant.
El mayor es Bach. Su obra emociona como la liturgia cristiana bellamente concebida, como un paisaje cósmico visto desde el Hubble. Se toma en cuenta lo individual y, desde ahí, hacia lo universal. Contemplación en el amor.
II
Mozart es un cuerpo pensado. No es un cuerpo natural. De ahí que su música siempre se eleva desde algún punto, sobre todo en los movimientos lentos. Como cuerpo pensado, su música puede transcurrir entre la tierra y el cielo con gran facilidad. Mozart es asequible, pero hay algo siempre que se nos escapa. Es el misterio de un cuerpo que nunca ha sido hallado.
III
Beethoven es secular. Se distancia del Dios, se distancia de las costumbres y de los hábitos; crea su propio universo, sus propias deidades, sus propios humanos. Beethoven ensambla la historia humana a su manera. Beethoven inventa nuestros sentimientos. Beethoven seculariza nuestro mundo desde su inmenso mundo personal.
IV
Brahms es la conciencia del tiempo y de la historicidad. De ahí que amó a la tradición y quiso mantener su legado. De ahí que puso las semillas, incipientes, de la revolución serial. Brahms se sabe parte de la historia y ese regalo, gran Johannes, se agradece.
Acabo de terminar la lectura de "Música Pensada" de Alberto Sucasas, un ensayo amoroso y saludablemente subjetivo sobre las relaciones fundamentales entre música y filosofía en la obra de Eugenio Trías (1942-2013). Después de tan estimulante lectura, volví a leer el prólogo de El Canto de las Sirenas, libro que fue fundamental en mi educación sensible e intelectual. Quiero compartir dos párrafos que ilustran el nivel de comprensión racional/emocional que Trías llegó a tener sobre la música. Ambos se encuentran en el prólogo de su libro mencionado líneas arriba:
Suele
definirse la música como «el arte de la organización de los sonidos que
pretende promover emociones en el receptor ». En recientes cursos
universitarios («Música y filosofía del límite»; «Argumentos musicales») suelo
descomponer y recomponer esta definición más o menos aceptada y aceptable. Es
cierto que la música genera en el ámbito selvático del sonido, o del
sonido/ruido, un posible cosmos, susceptible de desglose en diferentes
«parámetros». Y ese cosmos posee un lógos peculiar, no reductible al lógos específico del lenguaje verbal o
de las matemáticas. Ese lógos posee la peculiaridad de despertar diferenciados
afectos, emociones, pasiones. Constituye, como la matemática, un cálculo:
«cálculo inconsciente» llama Leibniz a la música. Pero desprende significación,
sentido, como sucede en el lenguaje verbal, a partir de una ordenación de la fone¯´ (fonológica, sintáctica). Y sobre
todo promueve emociones, afectos, sentimientos.
Ese
lógos musical es de naturaleza simbólica. El símbolo es, en música, la
mediación entre el sonido, la emoción y el sentido. El símbolo añade a la pura
emoción (en este caso, musical) valor cognitivo. La música no es sólo, en este
sentido, semiología de los afectos (Nietzsche), también es inte - ligencia y
pensamiento musical, con pretensión de conocimiento. Pero esa gnosis emotiva y
sensorial no es comparable con otras formas de comprensión de nosotros mismos y
del mundo. (p. 19)
Pues bien, concibamos el logos de la música. Pensemos en la música como una forma posible del pensar. Hagamos de la música la nueva compañera del pensar, después del divorcio con la ciencia. Filosofía y música, unidas como en el principio.
Si hemos acudido a alguna liturgia de difuntos, la hemos rezado. El texto proviene de la traducción romana del salmo 129. El nombre, De profundis, se puede traducir como "desde lo más hondo" o "desde el abismo". Ustedes, amables lectores, pueden escoger su sentido. También "De profundis" es el título de uno de los textos más hermosos y conmovedores de Oscar Wilde. Quizás el más profundo de sus textos.
La oración mortuoria del Salmo 129, De Profundis, dice así:
Desde lo más profundo te llamo a ti, Señor:
¡Señor, escucha mi voz!
¡Que tus oídos atiendan
la voz de mis súplicas!
Si las culpas consideras, Señor,
¿Señor, quién resistirá?
Porque hay gracia en ti,
y por tu ley,
te busco, Señor.
Mi alma aguarda en su palabra;
Espera mi alma en el Señor.
Más que los centinelas la aurora
aguarda Israel a Yahveh.
Porque en el Señor hay misericordia,
y en Él habita la total redención,
Él redimirá a Israel
de todas sus culpas.
Como suele pasar, los músicos han utilizado esta hermosa oración sálmica en varias oportunidades. Haremos un paseo musical por varias versiones de De Profundis. Muchas de ellas, si consideramos el texto, son de una belleza imaginada.
1. Cantata: Aus der Tiefen rufe ich, Herr, zu dir BWV 131 de Johan Sebastian Bach, compuesta entre 1708 y 1709. Belleza en su extensión cósmica.
2. Motete "De Profundis" KV de W. A Mozart. Mozart compuso esta obra en 1771, cuando contaba con 15 años. Lo que demuestra el enorme talento que tenía el joven maestro para la música litúrgica.
3. El renacimiento, nadie llegó a las alturas de Josquin Desprez. Cada día amo más la obra de este enorme compositor. De Profundis de Desprez de una de las obras más hermosas jamás concebidas. Para cuatro voces es una de las joyas de la polifonía de su tiempo.
4. Si escuchamos el De Profundis OP 50b de Arnold Schönberg, es probable que tengamos la real impresión del abismo ascendente. Compuesta en casi al final de su vida en 1951, es precisa y contundente como toda la obra del gran compositor austriaco.
5. Termino con De Profundis del mayor compositor vivo: Arvo Pärt. Como en toda la obra de este enorme compositor, podemos alcanzar el éxtasis y la agonía al mismo tiempo. El De Profundis de Pärt me hace seguir creyendo en Dios a pesar del los clérigos (los primeros secularizadores). Gracias Arvo Pärt por tanta belleza. De Profundis, composición de 1980.
Hoy necesito una música. No para aliviar al corazón, sino para avivar la mente. Música que eleve mi razón; que le de las alas que el cerebro carece, que convierta la compleja red de procesos neuronales y electroquímicos en asombro e intelecciones asombrosas. Música de espíritu ascendente, pero sin mística mítica, sino mítica de las edades seculares del pensamiento. Música que se pueda tocar objetualmente. Música de alturas temerarias.
Música sin topoi, música -como dije- de alas sin raíces. Música cósmica. Nuevamente, música de infinito matemático y de reglas claras para mantener limpio el espíritu. Racionalismo de la música. Música hiperracional. Música que en su complejidad me conduzca al aneurisma. Música que se pueda deducir a partir de una conjetura con altas probabilidades de ser cierta.
No quiero vísceras en la música.
Hoy necesito música de la eternidad, inventada en una forma que sólo la idea de occidente (histórica idea) posee desde la Grecia antigua y que ha viajado hasta llegar a la habitación de un pequeño humano, en un país terriblemente pequeño. País terrible sin música.
La Ofrenda Musical, formidable experiencia extrema de razón pura en la música.
Contrapunto XIX del Arte de la Fuga de Bach, forjado por Luciano Berio en enriquecedora postulación sonora. Múisca hecha hipótesis.
En el barroco los tiempos provenían de la danza. De ahí los nombres de varios de los movimientos del estilo antiguo: giga, allemade, courante, chaconne. etc. La chacona es una danza de origen español del siglo XVII, y se popularizó en el resto de Europa a lo largo del periodo musical barroco como forma musical.
La chacona más célebre es la de Bach, la que se encuentra en la Partita para violín número 2 en re menor, BWV 1004. Quizás no exista momento más sublime y elevado para un violín que este movimiento complejo, variado y rico. Además de ser profundamente conmovedora. La fecha de la chacona data de 1720, cuando el maestro estaba en Köthen. Se cree que la compuso tras la muerte de su primera esposa: María Barbara. Aunque este dato todavía no está confirmado.
Vamos a escuchar las tres veces de la Chacona de Bach. La primera, en su versión original y, las demás, en transcripciones tanto para guitarra como para piano. Esta última debida a Busoni, preciosa y hermosa en todo su esplendor.
Chacona de la Partita para violín n. 2 en re menor de J. S. Bach. Versión de Milstein.
Chacona de la Partita para violín n. 2 en re menor de J. S. Bach. Transcripción para guitarrade Andrés Segovia. Intepreta el mismo Segovia.
Chacona de la Partita para violín n. 2 en re menor de J. S. Bach. Transcripción para piano de Ferrucio Busoni en interpretación de Grimaud.
¿Suenan las pasiones? ¿Tienen música los sentimientos? ¿Puedo traducir mis sentimientos en música? Todos hemos hecho este ejercicio. Desmesurado para unos, inútil para otros. Lo cierto es que casi todos hemos caído en la tentación de ponerle música a la vida o las vidas que hemos tenido. Así, los grandes maestros son nuestros mejores amigos, los que nos prestan sus sonidos; nos prestan su corazón y su razón.
Mendelssohn y el amor: Andante con molto tranquillo. Trío N. 1 Op 49.
Franck y la tristeza: Lento con molto sentimento. Quinteto en fa menor
Schubert y la desolación: Andante con moto. Cuarteto N. 14 en re menor "La muerte y la doncella".
Pärt y una visión del paraíso: Para Alina. 1999
Ligeti y una visión del infierno: Kyrie: molto espressivo. Misa Requiem. 1959.
Bach y mi alegría: Allegro. Concierto de Brandenburgo N. 5 en re mayor BWV 1050.
En el amor de Bach no hay miedo.
No hay salto al vacío ni tampoco desmesura. Se está en la certeza sin que se
nos obligue a amar o a perder. Se puede estar en el amor de Bach sin miedo,
caminar sobre tierra firme, sin el temor a la caída inminente del cielo. Con
Bach y su amor, todo alcanza su perfecta enunciación. La realidad es evocada
para ser eterna sin altisonancias. En Bach el amor existe tanto en el clamor
como en el perdón. No hay castigo, se cree que el Dios si entiende lo que uno
es capaz de ser y hacer.
Escucho el Kyrie de la Gran Misa en si menor,
BWV 232. Y sólo pienso en el perdón, en el amor, en el clamor. Señor te piedad,
Cristo ten piedad, Señor ten piedad. No hay mayor ejemplo de un gran amor
confiado en el perdón.
Ya lo dijo Mozart una vez que se
quedó mirando las partituras del Creador/Maestro: "Por fin algo de quién
aprender". Sólo Mozart podría haberlo dicho. Pues, ¿quién más sino
Mozart?. Mozart fue el único que podía admirar como se debía al Creador/Maestro.
El Hijo reconocía la sabiduría suprema del Padre. En cambio yo, como criatura
menor, no sólo debo reconocer la
sabiduría superior del Creador/Maestro, sino sus alturas ante mis bajuras
inmensas.
Ya el aire escasea. Me da vértigo
la altura. El corazón palpita. La razón pura y práctica son superadas
largamente. La conmoción va más allá de si misma. Estoy en otra región. He sido llevado a otro mundo.
El Creador/Maestro me ha dado forma nueva y nueva geografía. ¿Dónde estoy?
¿Dónde habito? Bach, Bach, Bach. Te invoco desde mi interior, desde un espacio que nunca supe
que existía.
Quiero que el aire escasee y que las alturas sean temerarias. Quiero
quedarme en silencio y ver la
OBRA en su acepción mayor. Deslumbrarme sin palabras de
respuesta. Quiero volver al Padre de las cosas, para observar la creación como
algo integral. Quiero ver cómo la materia vuelve a reconstituirse una vez que
es atravesada por aquel que le dió al cosmos sonoro su verdadera y perfecta
justificación. Quiero pensar en la infinidad de veces que ha sido interpretada la OBRA y cómo la OBRA no podrá ser reemplazada
por otra cosa, pues la OBRA
existe por si misma y no necesita de nosotros.
TUVE MUCHA AFLICCIÓN BWV. 21
PRIMERA PARTE
1. Sinfonía
2. Coro
Tuve mucha aflicción en mi corazón;
pero tus consuelos recrean mi alma.
3. Aria (Soprano)
Lamentos, lágrimas, tristeza, miseria,
anhelo temeroso, temor y muerte
corroen mi corazón oprimido,
siento desolación, dolor.
4. Recitativo (Tenor)
¿Cómo me has abandonado,
Dios mío,
en mi miseria, en mi temor y miedo?
¡Ah! ¿no conoces a tu hijo?
¡Ah! ¿no oyes la lamentación
de aquellos que
con alianza y lealtad
están a Ti unidos?
Tú eras mi alegría
y te has hecho cruel.
Te busco en todas partes,
llamo y gimo tras de Ti,
¡abandonado a mi pena y dolor!
Parece como si Te fuera desconocido.
5. Aria (Tenor)
Chorros de lágrimas saladas,
torrentes siempre corriendo.
Tempestades y olas me hieren,
y este mar lleno de tribulaciones
quiere debilitar mi espíritu y mi vida.
Mástil y ancla quieren romperse,
aquí me hundo en la tierra,
allí contemplo la profundidad del averno.
6. Coro
¿Qué te aflige alma mía
y qué te inquieta dentro de mí?
Confía en Dios; yo le daré gracias,
pues Él es mi Dios y mi ayuda.
SEGUNDA PARTE
7. Recitativo (Soprano, Bajo)
Soprano (Alma)
Oh Jesús, mi sosiego,
mi luz, ¿dónde moras?
Bajo (Jesús)
¡Oh alma mira! aquí estoy junto a ti.
Soprano (Alma)
¿Junto a mí?
Aquí es noche cerrada.
Bajo (Jesús)
Soy tu amigo fiel,
que también vigila en la oscuridad,
donde habitan los ruines.
Soprano (Alma)
Irrumpe con tu resplandor y luz consoladora.
Bajo (Jesús)
Se aproxima la hora,
en que la corona de tu lucha
será para ti un dulce consuelo.
8. Aria (Dúo) (Soprano, Bajo)
Soprano (Alma)
Ven, Jesús mío,
alivia y alegra con tu mirada,
esta alma,
que debe morir
y no vivir
en el abismo de desgracia
y perecer completamente.
Debo siempre flotar en la aflicción.
¡Sí, oh sí, estoy perdido!
¡No, oh no, Tú me aborreces!
¡Oh, Jesús, dulcifica mi alma y corazón!
¡Ven, Jesús mío, y alíviame
con tu mirada protectora!
Bajo (Jesús)
Sí, ya llego y te alivio
con mi mirada protectora.
Tu alma que debe vivir
y no morir,
aquí, fuera de ese abismo de heridas.
Debes alcanzar la salvación
¡por medio del jugo
de las uvas!
¡No, oh no, tú eres elegido!
¡Sí, oh sí, Yo te quiero!
¡Arrojad vuestras preocupaciones,
que desaparedca el dolor!
Sí, vengo y te alivio
con mi mirada protectora.
9. Coro
Alégrate alma mía pues el Señor
te hace el bien.
Tenor
¿Qué nos consulean las preocupaciones,
qué nos consuelan la aflicción y lamentación?
¿Qué nos consuela que todas las mañanas
suspiremos por nuestras desgracias?
Únicamente hacemos mayor nuestra cruz y pena
por causa de la tristeza.
Soprano
No pienses en el ardor de tu tormento
porque fueras abandonado por Dios.
Que aquél que Dios sienta en su seno,
ése se alimenta de constante felicidad.
El tiempo que transcurre altera las cosas
y dispone a cada uno su fin.
10. Aria (Tenor)
¡Alégrate alma, alégrate corazón,
escapa ahora, aflicción, desaparece dolor!
Lamentación, ¡transfórmate en puro vino!
¡Mi lamentación será ahora un grito de júbilo!
Se quema y arde la
vela más pura del amor y consuelo
en el alma y en el pecho,
porque Jesús me conforta con gozo celestial.
11. Coro
El Cordero degollado, es digno de recibir
el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, el loor y la alabanza.
¡Alabanza, honor, loor y dominio
sean para nuestro Dios por los siglos de los siglos.
La música que hay en mi hoy quiere volar. Volar alto; alzarse sobre la ciudad gris, sobre la ciudad de los millones de ausentes. La música que soy yo, quiere que me vaya de este lugar, quiere que me vaya de todos lo lugares. Pues mi alma se ensombrece cuando mi música - la que soy yo- no es escuchada, no es percibida; cae en un saco roto de la indiferencia.
Por eso esta tarde, atrapado por las circunstancias, siento el sonido de la música que hoy soy yo. Me escucho en mi auténtico esplendor, aun cuando a nadie le importe y aunque nadie me escuche. Y aunque nadie reconozca las alturas a las que se eleva mi alma cuando soy música.
¿Qué música soy yo esta tarde? La que estoy acostumbrado a ser desde que soy pequeño. Hoy soy de Bach, como nunca dejo de serlo. Desde niño.....Sabrás que canto, sabrás que rio, sabrás que vivo.