Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

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domingo, 6 de julio de 2025

Ravel: 150 años

Han pasado 150 años desde el nacimiento de Maurice Ravel, el 7 de marzo de 1875, y su figura sigue siendo una de las más enigmáticas y fascinantes de la música francesa. Criado en un ambiente que combinaba la ascendencia suiza de su padre con las raíces vascas de su madre, Ravel desarrolló desde temprana edad una sensibilidad excepcional para el sonido y la forma. Estudió en el Conservatorio de París, donde, a pesar de no ganar el prestigioso Prix de Rome en varias ocasiones —lo que generó un considerable escándalo en la época—, forjó su estilo distintivo. Su música, a menudo asociada con el impresionismo, trasciende esta etiqueta con una precisión orquestal, una brillantez armónica y un rigor estructural que lo diferencian. Fue un maestro de la orquestación, capaz de evocar paisajes sonoros vívidos y atmósferas envolventes, pero siempre con una claridad cristalina y un control absoluto sobre cada nota. Su obra es un testimonio de su búsqueda de la perfección, fusionando influencias del folklore español, la elegancia del siglo XVIII y una modernidad audaz, resultando en un lenguaje musical inconfundiblemente raveliano. Su legado reside en su capacidad para tejer complejidad y sencillez, emoción y distancia, en composiciones que siguen cautivando a oyentes y músicos por igual.

La vida de Ravel estuvo marcada por un compromiso inquebrantable con su arte y una discreción personal que contrastaba con la intensidad de su música. A pesar de una salud frágil en sus últimos años y los estragos de la Primera Guerra Mundial, que afectaron profundamente su producción, continuó componiendo y explorando nuevas sonoridades. Su meticulosidad en la escritura y su perfeccionismo lo llevaron a revisar y pulir sus obras incansablemente. Ravel no solo fue un compositor brillante, sino también un pianista consumado y un director ocasional de sus propias obras. Su influencia se extiende a lo largo del siglo XX, inspirando a generaciones de compositores con su maestría orquestal, su uso innovador de la armonía y su inigualable sentido del ritmo. A 150 años de su nacimiento, la obra de Maurice Ravel perdura como un pilar fundamental del repertorio clásico, un universo sonoro de belleza, ingenio y profundidad que continúa revelando nuevas facetas con cada escucha.

A continuación, se presentan 10 obras fundamentales de Maurice Ravel:

  1. Bolero

  2. Daphnis et Chloé (ballet completo o suites)

  3. Pavane pour une infante défunte

  4. Ma mère l'Oye (Mi madre la Oca)

  5. Le Tombeau de Couperin

  6. Concierto para piano en Sol mayor

  7. Gaspard de la nuit

  8. Rapsodie espagnole

  9. Valses nobles et sentimentales

  10. La Valse

viernes, 21 de marzo de 2014

Wiittgenstein y la música. Digresiones


I
Wittgenstein afirmó con una claridad digna de su envergadura filosófica lo siguiente sobre la música: "Pienso a menudo que lo máximo que me gustaría conseguir sería componer una melodía...Por eso esta idea me ronda la cabeza como un ideal tan alto; porque entonces podría sintetizar mi vida, por decirlo así; y podría tenerla ahí, cristalizada" (Movimiento del pensar. Diarios). 

II
La familia Wittgenstein amaba la música. El padre del filósofo tocaba el violonchelo y la madre el violín. El hermano de Ludwig, Paul, fue un famoso pianista en la primera mitad del siglo XX. Paul Wittgenstein perdió la mano durante la Primera Guerra Mundial y fue Ravel quien compuso para este instrumentista el famoso Concierto para la mano izquierda en re mayor. Paul Wittgenstein y Ravel nunca se llegaron a poner de acuerdo cómo debía sonar esta obra.

III
"De lo que no se puede hablar es mejor callarse". Así termina su Tratactus Ludwig Wittgenstein. ¿Cesaría la música? ¿El silencio del pensar da paso a la música? ¿Hay música callada como planteó con rigor metafísico el gran Mompou? ¿La música se muere?

IV
Confiesa  Wittgenstein sobre nuestro admirado Brahms: "La música llega a un alto total con Brahms; e incluso en Brahms puedo comenzar a percibir el ruido de la maquinaria" (Conversaciones con Wittgenstein). Si así lo dice un  ser humano de la talla intelectual como Wittgenstein, hay que prestar atención. Argumentum ad verecundiam. 

Concierto para piano para la mano izquierda en re mayor de Maurice Ravel

jueves, 13 de marzo de 2014

Alturas temerarias: cinco complejidades para piano



Componer música es, también,  probar y probarse. Exigir y exigirse. Pues también los grandes compositores, muchos de ellos, fueron grandes interpretes. Sabían tanto cómo componer y , al mismo tiempo, cómo ejecutar. El resultado de ambas dotaciones, es que el compositor podía y sabía los modos de conmoción más eficaces. Sabía la manera de conducir nuestra experiencia sensorial, transformándola en experiencia estética, elevándonos a alturas y bajuras insospechadas. Pero también sabía, sí sabía, cómo dejarnos mudos con su talento. Las composiciones virtuosas, de alguna manera, nos dicen: soy capaz de concebir esto. 

Hace tiempo quería escribir sobre las piezas para piano que, a mi juicio, son las más complejas; entendiendo complejidad como la relación entre virtuosismo y coherencia formal. No sólo de simple pirotecnia. Es más bien, la excelencia, el areté de las grandes obras para piano. Hermoso e insuperable repertorio.  

1. Sonata para piano n.º 29 en Si bemol mayor Op. 106, subtitulada Hammerklavier, fue compuesta en el otoño de 1818 en cuatro movimientos al modo de la sonata clásica. El último movimiento, Largo - Allegro risoluto, posee uno de los momentos más grandes de la literatura musical no sólo por la complejidad de la obra, sino porque el sentido de lo inefable brota en cada momento de la fuga enigmática que se pronuncia en dos eternos minutos. 



2. Scarbo de Gaspard de la  Nuit de Ravel. Gaspard de la Nuit debe ser una de las obras más complejas de todo el repertorio. Estrenada en 1909, esta obra posee tres movimientos. Siendo el último, Scarbo, el más célebre.



3. Mazzepa. Estudio Trascendental. N. 4 en re menor de Liszt. De los doce estudios, todos ellos de extrema dificultad, Mazzepa es, sin duda, el que exige más al pianista. Inspirado en un poema de Victor Hugo y estrenado en 1840, Mazzepa es sin duda una de las cimas del arte de sorprender. 



4. Variaciones a un tema de Paganini op 35 de Johannes Brahms. Alguna vez Clara Schumann dijo de las variaciones de Brahms: variaciones para ser tocadas por una bruja, observando lo difícil que le había resultado tocar esta obra. La varaciones fueron compuesta hacia 1863 y se basa en Capricho 24 en La menor para violín del gran Paganini.



5. Allegro Bárbaro de Charles Valentin Alkan. No se si es la pieza más compleja de Alkan pero si es, sin duda, una de las más complejas obras que compuso el gran pianista francés. Parte de los 12 Estudios para piano el Allegro Bárbaro fue compuesto hacia 1847.

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jueves, 27 de febrero de 2014

La música de la primera guerra mundial: 1914. Una primera entrega.

Batalla de Somme
El término "vanguardia" proviene del léxico militar. Y resulta significativo que hacia 1914, cuando empezó "la gran guerra", el arte de las llamadas "vanguardias" se encontraba en pleno nacimiento. En 1914 todavía no hay rastros de la guerra en la música, sus efectos se hallarán hacia el final de la misma. Pero es evidente que muchos de los grandes compositores de inicios del siglo XX estuvieron grandemente influenciados por la guerra de  los imperios tras la misma, pues la reflexión estética irá incorporando estos eventos a su praxis creadora. Algunos optarán por la evasión, otros por el compromiso militante. La Gran Guerra llovió sobre todos.

Como decíamos, este conflicto dejó huella en muchos ámbitos y fue el preámbulo histórico de un siglo extraño y contradictorio. Un gran siglo, inmenso a pesar de su brevedad, y que quizás sea estudiado con admiración en el futuro. 

En 1914, varios de los compositores de la generación anterior y algunos de los nuevos, están produciendo obras de enorme interés. Por ejemplo, Ravel compuso su trio en La menor, Reger sus varaciones y fuga sobre un tema de Mozart, Delius la sonata 1 para violín, Charles Ives su tercera  sonata para violín, Enescu su segunda sinfonía en La op 17, Prokofiev su primer concierto para violín en Re mayor, Webern la sonata para violonchelo, Vaughan Willians la sinfonía Londres y Satie su Sports et divertissements, entre otras obras.

Vamos a realizar un breve paseo por algunas obras compuestas en 1914, una primera entrega acerca del efecto de la guerra sobre las artes. 

1. Trio para piano en La mayor de Maurice Ravel  en cuatro movimientos: Modéré, Pantoum (Assez vif), Passacaille (Très large) y Final (Animé).



2. Variaciones y  fuga sobre un tema de Mozart, sobre la sonata en la KV 331 en diez movimientos de Max Reger. Tema. Andante grazioso, Variation 1. L'istesso tempo, quasi un poco più lento, Variation 2. Poco agitato, Variation 3. Con moto, Variation 4. Vivace, Variation 5. Quasi presto, Variation 6. Sostenuto (quasi adagietto), Variation 7. Andante grazioso, Variation 8. Molto sostenuto y Fugue. Allegretto grazioso.



3. Concierto para violín n. 1 en Re mayor op 19 de Sergei Prokofiev. En tres movimientos: Andantino, Scherzo: Vivacissimo y Moderato - Andante.



4. Sonata para violonchelo y piano de Anton Webern.

  

5. Sinfonía n. 2 Londres de Vaughan Willians. Lento. Adagio risoluto, Lento, Scherzo (Nocturno). Allegro vivace y Andante con moto. Maestoso allamarcia. Allegro. Maestoso all marcia. Lento.

martes, 28 de agosto de 2012

A los amigos muertos: Le Tombeau de Couperin

Maurice Ravel en 1912. 
Cuando Maurice Ravel estuvo en el frente de batalla, fue testigo de la muerte de varios de sus compañeros de combate. Ravel, como otros músicos franceses, trataba escapar del dominio musical austro-alemán; imperio casi absoluto desde fines del siglo XVIII. Era necesario recuperar las raíces propias, acercarse a los compositores que de algún modo habían sido esenciales en la formación de la música francesa. En este caso "Le Tombeau de Couperin" fue el homenaje que Ravel hizo al gran compositor barroco. La obra, a pesar de los años oscuros de su composición (1914-1918, primera gran guerra mundial), se muestra apacible y lúdica. Y evidencia el extraordinario dominio que poseía Ravel en la composiciones para teclado. Pocos compositores como Ravel llegaron a saber tanto de piano.

Cada parte de "Le Tombeau de Couperin" esta dedicada a algún compañero de batalla de Ravel que, dicho sea de paso, se salvo de morir pues fue licenciado de la guerra por razones de salud. Por fortuna Ravel vivió y  siguió componiendo hasta 1937. ¡Mucha música tenía que darnos!

La estructura de "Le Tombeau de Couperin" es la siguiente: 


  1. Prélude (en mi menor) a la memoria del teniente Jacques Charlot (quien transcibió Ma Mère l'Oye para piano solo)
  2. Fugue (en mi menor) a la memoria de Jean Cruppi (hijo de la mujer a quien dedicó L'Heure espagnole)
  3. Forlane (en mi menor) a la memoria del teniente Gabriel Deluc (pintor vasco de San Juan de Luz)
  4. Rigaudon (en do mayor) a la memoria de Pierre y Pascal Gaudin
  5. Menuet (en sol mayor) a la memoria de Jean Dreyfus
  6. Toccata (en mi mayor) a la memoria del capitán Joseph de Marliave (musicólogo y esposo de Marguerite Long)
Aquí Le Tombeau de Couperin en totalidad. A disfrutar y a volar alto como Ravel nos enseñó. 

miércoles, 16 de febrero de 2011

Sonidos de triste belleza


Paisaje con invierno. Gaspar David Friedrich, 1811.

El triunfo de la música radica, entre otras cosas, en que mueve y conmueve al alma. No sólo porque advertimos en ella un lenguaje que, en casos superiores, es capaz de rivalizar con la filosofía en tanto cohesión argumentativa y armonía teórica. La gran música es profundamente lógica, basta cualquier contrapunto de Bach o el tratamiento melódico-armónico de Mozart para demostrar lo que estamos afirmando. Por ello, toda gran filosofía es música y toda gran música es filosofía. Descartes y Bach caminan por vías paralelas.

Pero el triunfo de la música, al menos triunfo masivo de la misma, no estriba en la complejidad temeraria que muchas veces alcanza. El melómano común, el oyente apasionado, obvia en gran medida el tratamiento formal y se queda en la mera sensación y la evocación subjetiva que la música provoca. 

Desde siempre el teórico de la música ha advertido sobre el carácter conmovedor de la "misteriosa forma del tiempo". El mito y la poesía han dejado constancia de la dimensión apelativa del lenguaje musical. La música provoca; provoca cambios de humor, profundiza en nuestras sensaciones y pasiones. La  alegría puede ser potenciada a grado superior y la tristeza se profundiza a abismos insoslayables. Todos podemos dar fe de eso.¿Qué composiciones me inducen a pensar de modo humano en mi propia tristeza? De modo humano, pues el ser humano gracias a su diferencia específica es capaz de profundizar en todo, también en su propia tristeza.

Recuerdo la primera vez que escuché el célebre "adagio" de Albinoni, que realmente no es de Albinoni, sino que Remo Giazotto, musicólogo italiano del siglo XX, elaboró a partir de un movimiento lento de una composición para cuerdas y bajo continuo de Tomasso Albinoni, compositor barroco. Aquel célebre "adagio para cuerdas y órgano, lo escuché, como muchos, como fondo musical de El Proceso de Orson Welles, la película basada en la novela homónima de Kafka. Pienso en el impacto de esta composición en un contexto particularmente triste. Lima a mediados de los años ochenta era una ciudad sitiada por el terrorismo, la hiperinflación, la indigencia generalizada, los apagones, los cortes de agua y la sensación paranoica que cualquier día podíamos morir despedazados gracias a un "coche-bomba". Además, en casa, las estrecheces eran más que evidentes.  Así, el "adagio de Albinoni", se convirtió en la banda sonora de gran parte de mi tristeza juvenil, tristeza que se proyectada a las tinieblas diarias,  a la falta de dinero, a la ausencia de esperanza. Ese "adagio" fue causante de tristezas que hoy en día recuerdo con perturbada serenidad y resignación. 



Otra composición que asocio a la tristeza es la Pavana para una infanta difunta de Maurice Ravel, cuya versión original era para piano y que el mismo Ravel orquestó en 1910. La Pavana de Ravel mueve mis temores más profundos, ligados a la muerte de lo que más amo. Tanto es el temor que me es imposible nombrarlo o escribirlo. Ustedes, como lectores inteligentes, sabrán a qué me puedo referir. La muerte de lo más amado, inconcebible y perturbador. 



También de Ravel, el adagio assai del concierto para piano en sol, ha sido otra de las composiciones en que la tristeza adquiere dimensiones muy personales. Nuevamente la sensación de pérdida, asociada a la ausencia inevitable. Como si fuese capaz de oler a la muerte, quizás mi propia muerte. Por momentos me angustia, pero por otro lado, logra generar en mi algo singular, donde el dolor y la transfiguración se unen. Una bella tristeza. Qué curioso.



1989. Un día de invierno. Todo esta consumado. Sólo camino. Quisiera ir a algún lugar y no tengo idea hacia dónde. Pésimos días universitarios. ¿Sirvo? Hace mucho frío, la humedad llega hasta los huesos. Pero recuerdo el Poco Allegretto de la Tercera Sinfonía en fa mayor Op 90 de Brahms y de pronto me siento consolado. Llego a una discotienda, no tengo dinero, pero logro escuchar el tercer movimiento de esta maravilla brahmsiana en el pequeño cuarto de audición. Estoy triste, pero consolado por una belleza que no me libera pero que me compadece. El milagro Brahms. 



Todas las pérdidas adquieren sentido una vez se entiende la vida de Tchaicovsky. Y me imagino la vez que el gran compositor ruso vio a su madre por última vez, cuando él tenía 10 años. Y el tren partía y la madre se alejaba haciendo adiós mientras el pequeño Piort corría detrás angustiado. Al final, la locomotora se perdía en el campo infinitamente blanco de la nieve. Trágico. Pero fue el detonante de un instante glorioso de la música. Andante cantabile cun alcuna licenza de la Quinta sinfonía en re menor Op 64





Seguiría, pero es tarde. Y la tristeza se ha disipado por la misma música....continuará.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Virtud del virtuosismo.

A veces los compositores pueden ser crueles. Componer para exigirle al interprete más allá de sus propias capacidades. Sobre esto hay muchas historias y mitos.  Cuentan que Mili Balakirev se ufanaba de haber compuesto una pieza para piano imposible de ser ejecutada, incluso por el mismo. O que Ravel obró Gaspar de la Nuit sólo para demostrar que era capaz de componer la obra más compleja de la historia del piano. Más allá de la mitología, hay ejemplos evidentes de composiciones complejas que exigen músicos de un virtuosismo extremo. Pero, ¿cuál es la razón de ser de este tipo composiciones? Es claro que el artista siempre ha tratado de  mostrar el dominio de la forma en la que  trabaja. Saber que se puede hacer algo que llega ser particularmente notable desde el punto de vista formal. Sin embargo, el virtuosismo posee un riesgo.Cuando sólo se trata de un mero alarde de dominio técnico, se corre el peligro de quedarse en el vacío. Como ese academicismo francés horroroso de fines del siglo XIX, cuando la pintura se hallaba en plena efervescencia impresionista. Pintura vacía de evidente dominio formal, pero sin sustancia ni vida. 

Pero hay un virtuosismo que llega a ser necesario en obras que poseen una dimensión conceptual mayor. Un ejemplo son las Armonías poéticas y religiosas de Franz Liszt. Me parece también que la Escalera del Diablo, de Georgy Ligeti, de fundamentos matemáticos basados en la matemática de Cantor, posee esa dimensión que une lo virtuoso con lo conceptual. Indagación pura que debe ser resaltada y valorada.

Presento obras que son particularmente difíciles de ejecutar del repertorio pianístico. Me parece que cada una de ellas lograr equilibrar el saludable desafío formal junto a lo sustancial, más aun cuando en la música es muy difícil evidenciar la dimensión de los conceptos.



Islamey. Mila Balakirev. Piano: Borís Berezovski



Ondine. Gaspar de la nuit. Maurice Ravel. Piano: Vladimir Ashkenazy.



Estudio para piano N. 13 "La escalera del Diablo". Georgy Ligeti.



Scarbo. Gaspar de la nuit. Maurice Ravel. Piano: Valentina Lisitsa

viernes, 6 de agosto de 2010

Vocalise

Canciones sin palabras. Ejercicios. Hoy pienso así,  sin palabras. Sólo sílabas que se alargan cantadas. El pensamiento supera su forma habitual. ¿Llegará el día que hable sólo en música?

Vocalise en forma de habanera de Mourice Ravel. Canta: Silvia Mc Nair



Bachiana Brasileira n.º 5 para soprano y ocho violionchelos de Heitor Villa Lobos. Canta: Amal Brahim Djelloul


lunes, 9 de febrero de 2009

Gaspard de la nuit

En 1908, Maurice Ravel estrenó una de las obras cumbre del repertorio pianístico: Gaspard de la nuit. Confieso que no he realizado el ejercicio conveniente y adecuando para poder comprender la forma y el significado de esta célebre obra de Ravel. Sin embargo, más allá de estas razones, Gaspard de la nuit se presenta como como una composición profunda, difícil de asimilar en pocas audiciones y compleja en sus sucesiones formales. Estoy convencido que esataré girando un buen tiempo con Gaspard de la nuit.

Gaspard de la nuit (El tesorero de la noche) esta basado en un poema en prosa de Aloysius Bertrand. La obra esta dividida en tres movimientos: "Ondine", "Le Gibet" y "Scarbo". De todos ellos, la parte que más me seduce es el "Scarbo", donde la complejidad adquiere alturas temerosas y revelan el dominio casi absoluto que Ravel logró en la composición pianística.

Scarbo - Gaspard de la nuit- Interpreta: Ivo Pogolerich, el "genio" actualmente oculto, en una interpretación digna de la obra.