Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

viernes, 28 de mayo de 2010

11 años

Sólo once años tenía cuando compuso Apollo et Hyacinthus KV 38. Dudo si alguno de nosotros sería capaz de crear algo similar según nuestra ocupaciones a esa edad. Este entreacto operesco  fue estrenado en la Universidad de Salzburgo, donde Leopoldo, su padre, se había graduado de  Bachiller en Filosofía. De ahí la familiaridad con el claustro académico de su ciudad natal. Para bien de la historia de la música y para el bien de nuestras almas, Leopoldo no pudo acceder a la licencia en filosofía y derecho por cuitas hoy anecdóticas. Por lo tanto, tuvo que aprender a ganarse la vida como músico, oficio que había conocido en el Gymnasium de San Salvador confiado a la Compañía de Jesús. Con los años, Leopoldo reconstruyó sus relaciones con la universidad logrando que ésta le solicitara, entre otras cosas,  dos composiciones a su virtuoso Amadeus. 

La cátedra de sintaxis latina la llevada el padre Rufino Widl quien elaboró un libreto sobre la Metamorfosis de Ovidio, especialmente sobre el mito de Apolo y Jacinto. Tanto el libreto como la pequeña opera,  eran utilizados como recurso pedagógico. Una forma de hacer significativo el aprendizaje sobre los diversos tópicos de la cultura clásica. El casi anónimo padre Widl no sabía que quien iba musicalizar este drama era un niño, el que pronto llegaría a ser uno de los seres humanos más admirados y queridos. Mozart tenía sólo 11 años. 

Duo entre Oebalus y Melia

OEBALUS
Mi hijo ha muerto
y el dios,
sin que yo lo quiera,
sin que yo lo sepa,
nos ha dejado ofendido.
Sin la protección del dios,
mi reino no existirá por mucho tiempo.
¡Oh, dios, te lo imploro, déjate conmover
y vuelve a nosotros!

MELIA
Mi hermano
muerto y,
por orden tuya,
para mi tormento,
mi pretendiente me ha dejado.
Novia sin prometido,
te pregunto, ¿quién te querrá?
¡No castigues a tu bien amada!
¡Divinidad! ¡Vuelve con nosotros¡

Acto III dúo entre Oebalus y Melia. Opera: Apollo et Hyacintus. W. A. Mozart

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