Xavier Abril (1905-1990), poeta peruano aun poco reconocido, publicó en 1988 el libro "Declaración de nuestros días". Uno de los más bellos y conmovedores poemas de este texto es "Elegía a la ciudad heroica", escrito en la en el el contexto de la fratricida guerra civil española.
Elegía a la ciudad heroica
(superficie y subsuelo de Madrid)
Cest Madrid et sa voix de miel
P. Soupault
Manzanares distantes, lírico río entre encinares;
Crecido con el tiempo de la sangre;
Armado de celajes y estertores
Detiene las tempestades.
Son los ojos heridos de esa mujer
que mira cómo el cielo que no existe
Es aquel que ha perdido su víspera y su mañana,
que no reconoce las formas de la luz
Y disperso en la sangre vaga en oquedades.
¿No sentís cómo se pierda en la mortal relación
que el tiempo y el aire proporcionan?
En medio de la dispersión,
el luto de las criaturas, la suerte de los vecinos,
los rostros ennegrecidos en los calabozos,
los lamentos como ecos de hierro,
los sollozos de los sótanos,
los seres que ya no tienen sino tierra encima,
la anticipada oscuridad de los ojos desiertos,
cuando se han desencadenado los fríos de la especie,
El fin próximos y el deseo de vivir clandestinamente.
A esto hemos llegado; estamos nuevamente de caza,
A la intemperie, entre paredones vencidos, garra a garra,
Fieras desenfrenadas, los elementales principios en fuga,
Los bosques ardiendo, los ríos fuera de su propia corriente,
En causes de odio, el paisaje amemazado, un hombre tendido en la cuneta,
Asediado por las ratas, ya no es el hombre
Que hemos visto radiante en la raíz del alba,
Ayer nomas, cruzar las primeras sendas de la luz,
En los trajines.
Muerto el hombre por sus semejantes,
Igual da que nos coman las ratas,
Tiene razón ese hombre ¿Qué digo?
Esos ojos mortales que ya no miran el cielo.
Todo esto ocurre, claro a claro del hombre,
A la luz ofendida, en los mayores límites en que la muerte
Es aquel perseguido que vive en su escondrijo,
Próximo a ser cuerpo desecho, vano suceso.
Se repite el duelo, el oscuro sepelio
Que cruza por entre los cardos y espinos.
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