Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

viernes, 28 de enero de 2011

Pensar en Auschwitz 66 años después. Por hoy no hay música

Entrada al campo de Auschwitz-Birkenau. Polonia.
 Hoy museo del Holocausto
En Auschwitz no sólo murieron cerca de dos millones humanos. En Auschwitz murió la humanidad o lo último que quedaba de ella. Quizás fue el polémico y genial Theodore Adorno quien pudo penetrar en el interior de la moustrosa metáfora "Auschwitz": “…escribir un poema después de Auschwitz es una barbaridad, y eso afecta también a la conciencia de por qué se ha hecho imposible hoy escribir poemas…”. La conciencia poética, en suma, la conciencia artística, asentada en la complejidad de relaciones socio-culturales no deja de develar ante si la experiencia más absoluta del horror. Pues fue en Aushcwitz donde el proyecto y edificación del infierno en la tierra llegó a tener una perfección difícil de emular. Auschwitz se transformó en referente de lo que todos tememos: un gigantesco campo, friamente organizado, donde el ser humano no sólo iba morir, sino, sobre todo, a sufrir y a sufrir absolutamente.

Elaborar una ciencia y una técnica para el sufrimiento masivo era el último peldaño que el ser humano tenía que construir en su camino de "demonización". Y desde ahí, elevar al recinto del mal a categoría mayúscula. ¿Cuántos han buscado desde hace 66 años superar la eficiencia el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau? ¿Cómo la noción de exterminio, aniquilación y sufrimiento masivo se ha convertido en parte de nuestro vocabulario? En Auschwitz murió la humanidad y surgió la posthumanidad. Incluso, los que nacimos después, en otras latitudes, también morimos ahí. Nacimos muertos. Pues Auschwitz, por su fuerza histórica y simbólica, se convirtió en la partida de defunción de todo lo noble y bueno que algunas vez tuvo nuestra condición. 

Paul Virilio, en su ensayo "Un arte despiadado", escribió sobre el banal uso de la crueldad en el arte occidental de las últimas décadas. El arquitecto y ensayista francés cita a su compatriota, la cerebral filósofa Jacqueline Lichtenstein, reflexionando tras visitar Auschwitz: 

"Cuando visité el museo de Auschwitz, vi ante sus vitrinas, imágenes de arte contemporáneo y eso me pareció absolutamente aterrador. Delante de esas vitrinas con valijas, con prótesis o con juguetes infantiles, no me sentí aterrada, no sentí zozobra, no me sentí trastornada, como cuando caminé por el campo de concentración; no, en el museo tuve la impresión repentina de estar en un museo de arte contemporáneo. Retorné lo que pensaba diciéndome: “Ganaron”. Ganaron porque produjeron formas de percepción que continúan ese modo de destrucción que le es propio. "
La exclamación tremenda de Lichtenstein: "Ganaron", resume muy bien ese sentido universal de la terrible escenificación mortuoria de Auschwitz-Birkenau. Toda la cultura posterior, tanto en el occidente de ambos lados del Atlántico como Latinoamérica, las fascinación por crueldad, por el sufrimiento y, la banalización de las mismas, son un hecho frecuente. Ser cruel puede ser divertido, hacer sufrir un acto de liberación. Trasgredir, una forma de expansión de un yo hueco. 

Los nazis vencieron no por su ultraderechismo, sino porque impusieron la ética del cinismo y la estética de la brutezza. Ese cinismo que no tiene nada que ver la sinceridad y que se puede resumir en la terrible proposición: soy malo y qué. Pues fue el cinismo a escala descomunal lo que originó Auschwitz. Y es ese mismo cinismo el que siempre nos hace recordar que la humanidad, como construcción cultural, ya no existe. 

Testimonios del Exterminio (compendiados en http://www.nizkor.org

Estos textos fueron extraídos sobre los juicios a varios de los miembros de la SS que colaboraron en el exterminio de seres humanos. Advierto que muchos de estos testimonios parecieran salir del Infierno de Dante, lo que puede herir susceptibilidades. He decidido utilizar este espacio para rendir homenaje a los millones de seres humanos que murieron en Auschwitz entre marzo de 1942 y enero de 1945. Además porque considero que el lector sensible de esta parte del mundo debe conocer de primera fuente las atrocidades cometidas por unos seres humanos contra otros. 

Los Crematorios

Konnilyn Feig escribió un texto conciso sobre el funcionamiento de los crematorios,  describiendo el proceso por el que los grupos que trabajaban en los hornos agrupaban  los cuerpos en categorías de combustibilidad siguiendo los experimentos realizados por las SS para reducir el consumo de combustible. En este trabajo dispusieron de la ayuda de la compañía Topf e Hijos, que construyó los crematorios.

Resumiendo, se incineraron cuerpos bien alimentados con cuerpos desnutridos para determinar la combinación más eficiente. Se quemaron de tres a cuatro cadáveres en una vez, y se usaron diferentes clases de coque, registrando después los resultados: Después, se dividieron los cadáveres en las categorías antes mencionadas, siendo el criterio la cantidad de coque necesaria para reducirlos a cenizas. Así se estableció que el procedimiento más económico y que ahorraba más combustible sería quemar los cuerpos de un hombre bien alimentado y una mujer desnutrida, o viceversa, junto al de un niño porque, como los experimentos habían concluido, con esta combinación, una vez hubieran prendido, los cuerpos seguirían quemándose sin necesitar más coque. ( Müller, 60-61; Klarsfield, 99-100)

La necesidad de una eficiencia a gran escala para hacer frente al enorme número de cadáveres producidos por las cámaras de gas, llevó al diseño y construcción de nuevos crematorios, y la capacidad diaria subió de 648 cadáveres al día (cifra de 1942 de Müller) a diez mil ( Höss, Gricksch), pero, como nos cuenta Feig, las SS tuvieron que recurrir a veces a grandes piras y fosas para deshacerse de las pilas de cadáveres: El 13 de junio de 1943, no todo iba bien en las nuevas instalaciones... Los hornos empezaron a fallar. El Crematorio Cuatro se averió totalmente después de un breve periodo de funcionamiento, y hubo que cerrar el Crematorio Cinco de vez en cuando. (TWC, V:624) (Entre 1945 y 1962, funcionarios polacos encontraron cinco manuscritos escritos por miembros de Sonderkommandos antes de morir. Los manuscritos publicados y documentos se refieren al proceso específico de exterminio en Birkenau, y muestran descripciones detalladas de los crematorios y las cámaras de gas).

Los crematorios, científicamente planeados, deberían haber podido hacer frente a todo el proyecto, pero no podían. El complejo tenía cuarenta y seis nichos de horno, cada uno con capacidad para entre tres y cinco personas. La incineración en un nicho duraba una media hora. Llevaba una hora al día limpiarlos. Así, en teoría era posible incinerar unos 12.000 cadáveres en 24 horas, 4.380.000 al año.

Pero los bien construidos crematorios fallaron en varios campos, y sobre todo en Auschwitz en 1944. En agosto, el total de incineraciones alcanzó un pico de 24.000 al día, pero aún así había un cuello de botella. Las autoridades del campo necesitaban un método de eliminación de los cadáveres económico y rápido, así que de nuevo cavaron seis enormes fosas tras el Crematorio Cinco y reabrieron antiguas fosas cavadas en el bosque.

Así, un tiempo después, la incineración en fosas se convirtió en el método principal de eliminación de cadáveres. Las fosas tenían canalizaciones en un lado que recogían la grasa humana. Para mantener las fosas ardiendo, los trabajadores asignados a esta tarea vertían aceite, alcohol y grandes cantidades de grasa humana hirviendo sobre los cadáveres.

Todos estuvimos desnudos, a toda la humanidad
fue humillada. 

Cámaras de Gas

Informe Föner:

En Birkenau, el engaño era la norma. No siempre era simple o posible, aunque sólo sea porque algunos de los deportados habían visto el cartel en el que ponía "Auschwitz" cuando el tren pasaba por el apeadero, o habían visto llamas saliendo de las chimeneas, o habían sentido el extraño y repugnante olor de los crematorios. A la mayoría, sin embargo, como un grupo que venía de Salónica, se les metía en los vestuarios, se les decía que colgaran su ropa en las perchas y que recordaran el número, y se les prometía comida después de la ducha, y trabajo después de la comida. Los judíos griegos, sin sospechar nada, cogieron el jabón y las toallas, y se metieron en las cámaras de gas. No se permitía que nada alterara esta precaria sincronización. Cuando un prisionero judío revelaba a los recién llegados lo que les esperaba, era metido en el horno crematorio vivo. Sólo en el caso de las víctimas que se traían de los guetos cercanos del norte de Silesia (Sosnowiec y Bedzin) y que conocían Auschwitz la velocidad era esencial. Se decía a estas personas que se desnudaran rápidamente "por su bien".

Y finalmente, considérense estas observaciones hechas por el Doctor de las SS Kremer durante una vista que tuvo lugar el 18 de julio de 1947:

Recuerdo que una vez tomé parte en el gaseamiento de uno de estos grupos de mujeres [del campo de mujeres de  Auschwitz]. No puedo decir de qué tamaño era el grupo. Cuando me acerqué al búnker, las vi  sentadas en el suelo. Aún estaban vestidas. Como llevaban ropa del campo muy desgastada, no se les hizo entrar en el barracón vestuario, sino que se les hizo desnudarse fuera. Me di cuenta al ver el comportamiento de aquellas mujeres de que no dudaban del destino que les aguardaba, ya que lloraban y rogaban a los hombres de las SS que salvaran sus vidas. Sin embargo, fueron conducidas a las cámaras de gas y gaseadas.

Como médico especializado en anatomía, he visto muchas cosas horribles: había visto antes muchos cadáveres, pero lo que vi aquel día fue algo que nunca había visto antes. Aún completamente impactado por lo que había visto, escribí en mi diario el 5 de septiembre de 1942:

"El más terrible de los horrores. El Hauptscharfuherer Thilo estaba en lo cierto cuando hoy me dijo que esto es el 'anus mundi', el ano del mundo". Empleé esta metáfora porque no podía imaginar nada más horroroso.

Seres humanos tras el infierno.
27 de enero de 1945





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