Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

viernes, 3 de septiembre de 2010

La esperanza en una obra de arte

El desprecio a las humanidades esconde temor. Temor a ser cuestionado, temor a darse cuenta que el ser humano es mucho más de lo que pensamos. Pues es más fácil y divertido quedarse en una perspectiva superficial del ser humano. Una seguridad que proviene de la incapacidad de ver la hondura de nuestra condición. Nada más sencillo que despreciar aquello que nos cuestiona y evidencia las falencias de nuestra formación y cultura.

Este no es un espacio para el debate, más aun cuando son tan pocos los que me leen. Sin embargo, en la medida que pasa más el tiempo y me voy haciendo más viejo o más maduro (no sé como explicarlo), mi respeto y deslumbramiento por la tradición clásica y sus proyecciones va creciendo. Nunca me fue ajena la tradición humanística. Se me enseñó y aprendí a quererla como parte constitutiva de mi ser como humano individual. Y no  fue por medio de la exigencia escolar. Bastó ver a poetas escribir, pintores pintar, intelectuales hablar, para que en mi surgiera un amor a eso que se llama "humanidades". Amor, esa es la palabra. Pues no se trata de una pasión o sensación pasajera. Es, como ocurre en el amor, un trabajo de afecto y de valores que se trazan con el tiempo, con idas y venidas, cesuras y continuidades.

Pero en ese mar de cosas intensas e interesantes, la música ha sido, es y será, mi compañera más fiel. Mi amor por virtud y excelencia. Hay amores humanos que uno toca y ve. Que inevitablemente y dolorosamente tendrán que irse y despedirse por su constitución contingente.  Pero lo que estará conmigo hasta el fin, es mi música. Por ello hago un paralelo entre la música y la experiencia de lo divino. Al igual que la música, Dios estará conmigo hasta el término de mi tiempo. Y gracias a mi fe en la resurrección, podré ver a mis amores humanos nuevamente. Eso lo tengo claro.

La esperanza que genera una obra de arte esta en aquello que se llama proyección. La obra de arte nos permite entrever un mundo posible frente a este que estamos experimentando. Esperanza de otra realidad vinculada a ésta. Algo así es la fe. Es la condición de creer, asumiendo que lo probable es posible. Y al ser posible, movilizador de la integridad de nuestro ser.

Ayer leía que el brillante y entrañable Stephen Hawking, en su último libro había llegado a la conclusión que nada en el universo nos hacía pensar en la existencia de un creador. Todas las evidencias llevaban a concluir que Dios no existía. Me quedo con el concepto de “evidencias” y las cambio a “mediaciones”. En efecto, las evidencias nos llevan conclusiones, tanto como las mediaciones nos dirigen a otra cosa distinta. Con la humildad del caso, las evidencias/mediaciones que he podido recopilar a lo largo de mi vida me llevan a creer que si existe Dios. Y que ese Dios es creador y que es bueno y bello. Carezco de las demostraciones, fundadas en teorías y evidencias astrofísicas. Pero tengo la evidencia del amor de los otros y del arte que se hizo por amor y desde el amor. Por eso, gran parte de la música que quiero es esperanza. 

Aria: Bereite dir, Jesu, noch itzo die Bahn. Cantata: Herz und Mund und Tat und Leben BWV 133 de Johan Sebastian Bach. Dirige: Nikolaus Harnonourt.




Hacia Ti voy, Jesús.
Mi alma cree en Ti, Redentor mío,
y elegirá el camino correcto.
¡Vuelve hacia mí tu mirada bondadosa!



Aria: Ich will von Jesu Wundern singen. Cantata: Herz und Mund und Tat und Leben BWV 133 de Johan Sebastian Bach. Dirige: Nikolaus Harnonourt.


Cantaré las maravillas de Jesús
y mis labios pronunciarán la oración.
Gracias a su amor 
mi débil carne se fortalecerá 
y mi boca se llenará con la llama celestial.



Coro: Jesus bleibet meine Freude. Cantata: Herz und Mund und Tat und Leben BWV 133 de Johan Sebastian Bach. Dirige: Nikolaus Harnonourt.




Jesús es mi alegría
y el consuelo de mi corazón.
Jesús me preserva de los sufrimientos
y es la fortaleza de mi vida.
Es la luz y el sol de mis ojos;
el gozo y la paz de mi alma.
Por todo ello no lo rechazaré
ni de mi corazón ni de mis ojos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena tarde, Ricardo:
Te leo con frecuencia. Me gusta hacerlo. Y quiero decirte que he aprendido mucho sobre la Música gracias a tu vasto conocimiento y a tu apertura.
Ahora que la conozco más, siento que no puedo vivir sin ella; y cuando no la escucho, me la imagino.
Gracias Ricardo,
Liza

ricardof falla carrillo dijo...

Liza, gracias por tus palabras.

saludos

Ricardo