Desde hace mucho tiempo leo Búsqueda sin término (1974) de Karl Popper, su espléndida autobiografía. Uno de esos libros que siempre visito porque fue decisivo en mi formación intelectual, como gran parte de la obra de Popper. En el capítulo "Dos tipos de música", hay una frase que recuerdo con frecuencia. Primero estableceré el contexto general de la cita antes de transcribirla textualmenente. Popper consideraba que en la música de Bach y de Beethoven se evidencias sus personalidades. En cambio, "...No sucedía así con Mozart: hay algo de insondable tras su encanto..."( p.81). Popper no amplía más esta idea y empieza a desarrollar su teoría de los dos tipos de música a partir de las características generales de las obras de Bach y de Beethoven.
¿Insondable? Trato de penetrar en el sentido de este adjetivo usado por Popper para referirse a la obra de Mozart. Casi es un consenso generalizado valorar a la música de Mozart con el calificativo de "encantador". La mayoría de sus obras gustan al público mayoritario por aquel elemento de encanto y de deleite que hay en sus composiciones. Es evidente que Mozart tenía un talento único para construir melodías especialmente inspiradas. Y no me refiero solamente a sus conciertos y obras de cámara. Las sinfonías poseen una unidad melódica admirable al igual que las arias y demás música coral. Sabía componer asumiendo que sus líneas melódicas iban a surtir un efecto encantador en el público. Pero la grandeza de Mozart no se queda en la simple construcción hábil de la melodía. Si ese fuese el caso, no pasaría de ser un músico más del montón. Pienso que su grandeza radica en introducirnos en algo profundamente denso sin perder un ápice de belleza. Densidad y oscuridad, que sólo es posible percibirla en toda su carga si logramos liberarlos del encanto mozartiano. Y no se trata del elemento "casi romántico" que se desprende de sus últimas composiciones como las sinfonías 40 y 41, el concierto para clarinete, los conciertos para piano del 23 al 27, el quinteto para clarinete, el Don Giovanni, el Requiem, etc. Obras que están evidenciando "otra sensibilidad". No refiero a ello. Pienso más bien en la aceptación del dolor y de la condición servil. En Beethoven la rebeldía es evidente. Todas las generaciones románticas hasta Wagner y Mahler, configuraron las obras en términos de afirmación a una territorialidad subjetiva: "la patria del yo". ¿Existe en Mozart esa necesidad de afirmación personal por medio de la música? No lo creo. Toda su obra es un ejercicio de libertad controlada. Es como si fuese conciente que el gran arte exige un tipo de sumisión a valores y leyes que exceden la subjetividad plena.
Cada vez me convenso más que Mozart no anticipó, como se cree, algunos aspectos fundamentales del romanticismo. Mozart, por alguna razón, esta más allá de lo romántico por ser el summun de lo dramáticamente clásico. El "yo mozartiano" no se afirma en la melodía, ni el timbre, ni el color, ni en la orquestación. El yo mozartiano es la la melodía, es el timbre, es el color, es la orquestación. Como música, Mozart esta sometido a las reglas universales del cosmopolitismo clásico. No hay patria, no hay hogar, no hay una carne ni un corazón que lata desbordadamente. Por sus características, Mozart se halla en ámbito ajeno a toda inmanencia ¿Pero acaso lo romántico tiene el monopolio del corazón? ¿No hay un corazón clásico que represente de un modo distinto el drama de existir? La servidumbre que acepta a un amo doble: la nobleza y la forma. Aceptación desoladora para los artistas de hoy. Conciente de la imposibilidad del yo poético.
Lo romántico nos conmovió profundamente, pero como bien observa Popper, nos dejó sin música. Con el dodecafonismo y el serialismo integral, algo de lo universal y cosmopolita se intentó recrear. Pero fue acusado de frialdad extrema, academicismo y mutó a formas más experimentales y autoexpresivas, desapareciendo con el tiempo. Lo "insondable" de Mozart se puede asumir si tenemos la posibilidad de concebir el proceso de la música occidental, el proceso de la monodia a la polifonía, de la polifonía al contrapunto y a la sonata. Y en todo ese proceso observar las tensiones entre el canon y las ideas circundantes. Como proceso Mozart sigue siendo un proyecto estético válido. No se plantea componer como Mozart, pues sería una estupidez. Se se busca hacer las "cosas de la música" bajo reglas no sólo formales sino estéticas. Mozart creía firmemente en la belleza como algo más allá de la experiencia sensorial de un sujeto. Son varios los investigadores que han realizado trabajos sobre la influencia de ciertas lecturas de la estética neoplatónica en la obra de Mozart. No se trata de una creencia en la religión de la belleza, esteticismo llano. Se trata asumir la existencia de la belleza unida al bien y a todo lo que ello representa. Tal comunión de lo bello con lo bueno (lo que no implica la identificación e identidad), es lo que encanta y ennoblece. Ennoblece el dramatismo mozartiano, la melancolía hermosísima por la idea que se esta perdiendo en un siglo que aniquiló a la bella forma de la sonata por otras maneras de programar la composición. Bella tristeza, no tristeza doliente; tristeza que sonríe; equilibrio hasta en el dolor, insonsable.
Quinteto en La Mayor para cuerdas y clarinete K 581, Larghetto. Belleza insondable.
1 comentario:
Algunas palabras antes del concierto de CS...
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