Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

lunes, 25 de febrero de 2008

Sin título

Si hay música, entonces hay esperanza. Basta mirar los diversos lados del mundo y pensar cuando haya seis grados más temperatura. ¿Será el infierno? Eso es seguro. Ayer Sarkozy insultó a un hombre. Putin amenazó a otro de por ahí. Turquía amenzó a al kurdistán iraquí. Los cuzqueños amenazaron con otro día como los últimos. En Timor Oriental se presenta la amenaza de los que tuvieron antes el poder. Y la temperatura sigue avanzando amenazadoramente. La amenaza de la tierra cuando tiembla, fuerte. La amenaza del aborto si la mujer salta demasiado. La amenaza con quitarte tres horas. La amenaza del corte del servicio telefónico. La amenaza de un chofer angustiado a otro más angustiando. Y la temperatura sigue subiendo dos grados, tres grados...seis grados.



Pero existió Bach y si existió alguien como él es porque algo tenía su existencia que nos iba consolar. Cuando murió fue olvidado rápidamente. Pero eso era algo relativamente común en 1750. Todavía en la música no se consideraba la idea de una "obra para la posteridad". Bach compuso para ese entonces, donde la música era algo ornamental y circunstancial. Bach lo sabía, sabía que su obra no iba a durar más allá de su muerte. Por eso, pienso, decidió emprender el "Arte de la Fuga". Música para él. Ejercicio sabio de quien se sabe para la muerte y que reconoce que la muerte es eso, muerte. Y fueron 18 estudios, el último inconcluso: B-A-C-H (Si bemol, La, Do y Si). Murió en el proceso. Obra para sí mismo, sin pretensión de nada ni para nadie. Por ello obra liberada, grande entre todas las cosas hechas por el ser humano. Algo similar ocurrió con Beethoven. Sus últimos cuartetos, del Op 127 al 135, fueron compuestos cuando ya nada había por estrenar. Nuevamente, la grandeza de las obras liberadas de la época, del público, de los críticos, de la muchedumbre. Y con Mozart?. Quizá La Flauta Mágica, el Requiem. No tengo muy en claro el nivel de lejanía y de libertad. En Mozart, me parece, hay algo conmovedoramente esclavizado. Un dolor profundo que sólo los grandes interpretes han logrado descifrar.



La amenaza sigue ahí. Liberarse de ella es asumir su violencia. La existencia de los tres mayores compositores seguirá siendo una posibilidad de consuelo y, eventualmente, si Dios lo permite, de esperanza.


La última fuga inconclusa del "Arte de la Fuga". BWV 1080 Bach murió componiéndola.

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