Con Tito y Mariano, amigos de los años mozos y que se mantienen amigos, nos reunimos para ver a esta banda norteamericana que tanto sono y gusto en los noventa. Sinceramente nunca le presté mucha antención al proceso de los Collective Soul. Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden, etc, fueron bandas que me atrajeron con mayor fuerza que los liderados por Ed Roland. La noche de ayer éramos unos 5000 asistentes, reunidos en la explanada del estadio más impersonal de esta parte del tercer planeta. Cuando llegamos, el Inkatronics de Miki sonaba en los altavoces. El público, en su mayoría se hallaba entre los 25 y 40 años. Por la edad de los asistentes, corroboré, una vez más, que el Rock, hoy, es música para mayores. Definiendo como mayores a gente que pasa el úmbral del cuarto de siglo. Los adolescentes, el público históricamentre habitual del rock, son menos proclives a este entrañable género musical. Aun cuando visiesen los My Chemical Romance, estoy seguro que la proporción de adolescentes sería bastante menor a la esperada. Sin embargo, siempre habrán imberbes que gusten del sonido de la guitarra eléctricas. Pero también es claro que son menos que hace unas décadas.
Me da la impresión que muchos de los que estaban ahí, no habían seguido, com rigor, la trayectoria de los Collective Soul. Era evidente que Shine, December, Run, Heavy, los exitos masivos de los noventas fueron los más esperados por todos. Pero en fin, tenía que ser así. Desde el final de la década pasada, los Collective Soul fueron pasando a un segundo o tercer plano. Y sus canciones nuevas serían reconocidas por los más fans del grupo, los que siguen la trayectoria con dedicación religiosa. Esos son pocos.
Como digo, nunca seguí con interés la trayectoria de Collective Soul. Sin embargo, el concierto de ayer me dejo varias impresiones. Ir con amigos que conocen tanto de rock como uno, es interesante, pues se pasa del plano sensorial al plano analítico con facilidad. Es decir, gozamos y pensamos. Y para los melómanos de eso trata. También reconocer ese sonido noventero, de rudeza controlada, de armónicos básicos. Música simple, pero no trivial. Honestidad de una propuesta que huele a ambiente universitario. Y aquí, creo, surge el fallo del concierto. La música de Collective Soul, al menos en esta etapa de carrera, sería mejor apreciada en un auditorio para mil personas como mucho. De ahi que el sonido halla dejado mucho que desear. La desnudez de un recinto desangelado, atenta contra un estilo que, aunque saludable en su mosculatura, precisa mayor intimidad. Pienso que Collective Soul puede ser mejor valorado en un bar que una explanada. Por ello el sonido se perdía en la indefinición. Afortunadamente el grupo entendió la entrega del público y se entregó a él. Se notaba aprecio y cariño por las miles de gargantas que coreaban los exitos reconocibles.
No se qué quedará de este concierto. En mi caso, estar con los amigos fue fundamental para disfrutarlo aun con las carencias mencionadas. Tanto con Tito como con Mariano, nos conocemos hace casi veinte años. De algún modo, Collective Soul esta en el soundtrack de nuestra vida hacia la mitad de los 90s. Una época en la que cada uno estaba definiendo sus propias búsquedas. Estabamos alrededor del cuarto de siglo, en el final de nuestro extraño mundo universitario.
Run, Collective Soul. 1999
1 comentario:
Hago una pausa de una lectura (sobre la Etica a Eudemo, nada menos)en la Bibliothèque Nationale.
Agradable sorpresa tu recuento del concierto de CS. Sobre todo, por la nostalgia que da regresar por instantes a ese tiempo en que los cigarros, los cuba libres y la musica ochentera y de inicios de los noventa acompanaban la conversacion entre amigos entranables como tu, Mariano y el Chino.
Saludos,
Rafael
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