Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Mujer china en jardín neoclásico


El siglo XVIII  y el febril deseo por de lo diferente. Un ejemplo conocido es el ballet-opera Les Indias Galantes de J. Ph. Rameau, estrenada en 1735, con el famoso segundo acto: les incas du Pérou. Interesante para comprender el imaginario que la cultura rococó tenía acerca del pasado de mi país. Décadas después, Mozart también apeló al exotismo en el Rapto en el Serrallo (1782), singspiel cómico ambientado en Turquía.  

En ese contexto de interés por lo exótico, se presenta Le Cinesi de Christopf Willibald Gluck.  Teatro de acción cantado que fue estrenado en 1754, con libreto del arcade Metastasio. Como es suponer por el título, este drama lírico transcurre en China, en una época difícil de definir. El texto trastoca todo elemento real. No hay referencias demostrables, incluso en los nombres de los personajes. Algún fanático defensor de esa falacia llamada "identidad cultural" podría argüir innumerables argumentos contra el exotismo neoclásico. Sin embargo, en ese vuelo fantástico habita un franco deseo de irrealidad. Romper los límites de la cárcel de lo fáctico, llevando al público a inventarse imaginarios imaginados. Ciertamente no es China lo que se relata. ¿Pero a alguien eso lo importa? . Lo que queda son las bellas arias, equilibradas en la balanza de perfección clásica. Fantasía, imaginación, liberación de la cárcel de lo cotidiano. Los tesoros del mundo urbano, los espejos más relucientes de la modernidad. 

Aria de Tangia

Eccomi alla toeletta,
ritoccando il tuppé.
Olà qualcuno a me, qualcuno olà.
Tarà larà larà.

Un altro specchio, e presto.
Ta, rà; che modo è questo
di presentarlo? Oh che ignoranza crassa!
Pure alla gente bassa
perdonerei: ma qui viver non sa
né men la nobiltà. Chi non mi crede
vada una volta sola
alle Tuillerie. Quella è la scuola.
Là là chi vuol vedere
brillar la gioventù. Quello è piacere.
Uno salta in un lato,
l'altro è steso sul prato:
chi fischia, e si dimena:
chi declama una scena;
quello parla soletto,
rileggendo un biglietto.
Quello a Fillis che viene,
dice in tuon passionné
charmante beauté...


1 comentario:

Patty dijo...

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