si mueres; no lo niegues,
si mueres de tu edad ¡ay! y de tu época.
César Vallejo. Poemas Humanos
Puede parecer una declaración excesiva. Pero a veces, para llegar a ser lo suficientemente justos, hay que ser excesivos. El exceso de hoy es una frase que me viene a la mente cada vez que escucho alguna obra de Dimitri Shostakovich. Primero son interrogantes: ¿cómo se hizo ésto? ¿cómo fue posible que se hiciera algo así? ¿qué llegó a ver este hombre desde la música? . Así las preguntas sin término y sin respuesta definitiva. Me ocurre con Bach, con Mozart, con Beethoven, con Brahms, con Mahler. Y me ocurre con Shostakovich. Preguntas sin respuesta. Asombro, sin par. ¿Cuál es la frase del exceso? Shostakovich es el más grande músico del siglo XX.
Shostakovich es el siglo XX. Vivió el siglo de los extremos en toda su inclemencia. Asistió al fervor del octubre rojo, en calidad de invitado. Pues estuvo entre dos tierras. Por un lado, la ética del mundo mejor y necesario. Pero, al mismo tiempo, la constatación de que la construcción del socialismo en una sóla nación (la tercera internacional) traía consigo la transigencia y el silencio obligado. Por eso nunca llegó a estar cómodo con la situación y, al mismo tiempo, tampoco la denunció.
Pero no sólo fue el embrujo de octubre y sus infinitas lecturas, también la experiencia de la guerra entre sistemas, donde la máquina y su mente maquinal fue la protagonista. La Segunda Guerra Mundial fue fin y comienzo. No sólo fue una guerra, llegó a ser mucho más. Trajo la lógica de la desencarnación. Hizo que tlos hombres dejemos la tierra para tornarnos aéreos. Flotantes en un mar de desechos humanos, tecnológicos, urbanos,etc. Las máquinas devoraron el mundo para hacernos sus hijos. De ahí los implantes que tenemos en el cuerpo. Se profanó el cuerpo como nunca y descubrimos la nueva escala de lo humano: la posthumanidad.
Por eso la guerra para Shostakovich fue mucho más. Se transformó en objeto poético, tremendo, que merece ser atravesado por la metáfora. El sabio escrutinio del dolor que incorporó a Leningrado en el imaginario de la poesía sonora. Los poemas de Yevtushenko sobre campos de muerte de Babi Yar. La poesía concebida desde la noche oscura del alma en la enigmática sinfonía 14. La guerra presente en todo, incluso en el rostro triste y crispado del maestro. Pues ninguno de los grandes músicos de la historia asistió a la experiencia integral del exterminio. Esa es la gran diferencia.
De las obras de cámara de Dimitri Shostakovich, dos adquieren importancia por vínculos con la guerra y su hermana la muerte. En primer lugar el cuarteto de cuerdas N° 8 en do menor op. 110, compuesto en 1960 con el título: A las víctimas del fascismo y del guerra. Shostakovich concibió esta obra tras una visita a la ciudad de Dresde, urbe que quedó totalmente destruida tras el impresionante bombardeo aliado. Queda claro que tras una audición completa de este cuarteto nuestra experiencia sonora sobre la guerra, puede adquirir dimensiones tenebrosas, pero al mismo tiempo, recobrar el sentido humano que late en la violencia. Los movimientos del cuarteto número ocho son: Largo, Allegro molto, Allegretto, Largo y Largo.
Largo. Cuarteto de cuerdas N.º 8 en do menor de Dimitri Shostakovich
Allegro Molto. Cuarteto de cuerdas N.º 8 en do menor de Dimitri Shostakovich
Allegreto. Cuarteto de cuerdas N.º 8 en do menor de Dimitri Shostakovich
Largo. Cuarteto de cuerdas N.º 8 en do menor de Dimitri Shostakovich
Largo. Cuarteto de cuerdas N.º 8 en do menor de Dimitri Shostakovich
No hay comentarios:
Publicar un comentario