Lo he escrito varias veces. Me encanta la música de Mendelssohn. Se que varias de sus obras, si las comparamos con las de sus contemporáneos, pueden parecer en una primera impresión, composiciones de un valor musical menor. Pero eso es falso. Pocos compositores llegaron a poseer el dominio formal que alcanzó Mendelssohn entre sus coetáneos, sobre todo por la adecuada formación clásica y la esmerada educación humanista que gozó. Además tuvo el talento para desarrollar todas las formas musicales, de modo similar a Mozart. Pero claro, sin el genio solar de éste.
Mendelssohn compuso dos conciertos para piano, muy similares ambos. Han sido poco abordados por el repertorio concertante más habitual si los comparamos a los de sus contemporáneos. Ello podría indicar que son obras menores, si los contrastamos con la maestría del Concierto para violín Op 64, la obertura Hébridas y las sinfonías escocesa e italiana. Sin embargo, pienso que estas estos conciertos todavía no han sido redescubiertos en su real dimensión. Son obras aparentemente sencillas, muy bien orquestadas, que permiten una fácil comprensión. Pero al mismo tiempo, son conciertos que exigen un solista virtuoso, que logre convencernos que estamos ante piezas digeribles a pesar de su evidente exigencia.
De los dos conciertos para piano de Mendelssohn el que más me gusta es el segundo. Escrito en 1837, seis años después - tras su luna de miel - para el festival de Birmingham, se presenta como una obra típica de Mendelssohn: formalmente impecable, uso adecuado de la orquestación (¿hubo otro orquestador tan eficaz como él en su época?, lo dudo) y brillantes. La música de Mendelssohn posee una luz poderosa y visible a kilómetros, sin ser chirriante. Junto a esos elementos propios del universo mendelssonsiano, el deseo de realizar una obra que se destaque de las de sus contemporáneos. Pensemos que todos sus coetáneos más célebres fueron pianistas notables: Chopin, Liszt, Alkan y Schumann, compositores que nos han dejado obras de dimensiones temerarias. De ahí, probablemente, el diseño virtuoso del concierto, que busca realzar el contenido heroico del solista ante la orquesta. Y al mismo tiempo, la necesidad de construir temas que fuesen fácilmente reconocibles. El inicio del allegro apassionato es una muestra de ello.
El concierto para piano N. º2 en re menor Op 40 presenta la siguiente estructura: Allegro appassionato, Adagio. Molto sostenuto y Finale. Presto scherzando. La duración, según las versiones, va desde los 22 a 24 minutos.
2 comentarios:
estimado ricardo falla
un saludo cordial. quisiera preguntarle que libro me recomienda sobre ; filosofia de la musica?
saludos
Selene, para introducirse podría ser Introducción a la filosofía de la música de Lewis Rowell. Y si busca un grupos de ensayos consistentes El Canto de las Sirenas de Eugenio Trías.
Espero haberla servido
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