Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Cuatro quintetos

La forma reina de la música de cámara es el cuarteto de cuerdas. También cercana  a esa cúspide se encuentran los tríos (habitualmente para violín, violonchelo y piano) y los quintetos (para piano y cuerdas). Ayer en la noche estuve escuchando después de mucho tiempo el Quinteto para piano y cuerdas en fa menor FVW 7 de César Franck. Siempre es estimulante oír una obra de dimensiones notables y de una sensibilidad exquisita. Una composición que no deja indiferente por su capacidad de hacernos sentir aquello que no nos está afectando. Una obra cumbre de la melancolía; melancolía en el sentido renacentista, no romántico. Una vez que terminaba el allegro non troppo ma con fuoco todas las sensaciones se habían evidenciado y quedaba exhausto ante la profusión de imágenes sonoras, algunas refinadas y apolíneas otras sumergidas en un torrente de oscuros deseos. El católico ferviente Franck nos entregaba una obra notable del repertorio para el quinteto de piano y cuerdas. 

¿Cuáles son los quintetos para piano y cuerdas que más me emocionan? La lista del repertorio no es tan extensa como la de los cuartetos, tríos o dúo sonatas. Por ello es difícil seleccionar un grupo selecto de esta formación camerística. Como últimamente he estado releyendo con avidez los Cuatro Cuartetos de Eliot, pienso que sería interesante reducir la lista a cuatro quintetos. Mis cuatro quintetos para piano y cuerdas favoritos son los siguientes. 

1. Quinteto para piano en fa menor Op 34 de Johannes Brahms. Me pregunto si existe otra composición de cámara a la altura de esta obra. Probablemente no haya otra en el siglo XIX que le haga sombra. Aquí se recapitulan y unen clasicismo y romanticismo, juventud y madurez, forma y sentimiento. Todos los movimientos son notables, todos están en su lugar. En general, el quinteto para piano me genera la misma actitud que el segundo concierto para piano: temor y temblor a la usanza del maestro Kierkergaard. 

Cuarto movimiento: Finale: Poco sostenuto - Allegro no troppo - Presto, no troppo. Músicos notables en esta interpretación brillante.



2. Quinteto para piano y cuerdas en fa menor FVW7 de César Franck. Líneas arriba ya he mencionado algunos alcances de esta obra imprescindible del repertorio camerístico. Sólo añadir que la primera vez que la oí fue como parte de la banda sonora del film Celeste una película acerca de la relación entre Marcel Proust y su sirviente Celeste. 

Segundo Movimiento: Lento, con molto sentimento.



3. Quinteto para piano y cuerdas en sol menor Op 57 de Dimitri Shostakovich. Siempre me pareció extraño que este quinteto haya obtenido el premio Stalin en 1941. Más aun cuando ahora sabemos de la tragedia personal que el Shostakovich padeció durante su vida, sobre todo durante el stalinismo. Nunca  llegaremos saber lo que su atormentada mente vivió, pues las evidencias se manifiestan contradictorias. Podemos reconocer el dolor, pero también la pasión y la sabiduría formal que llegó a poseer como pocos. Shostakovich sabía de música, sabía de historia de la música y amaba la tradición musical. El más grande músico del siglo XX, qué duda cabe. Este muy lejos de todos los demás, perdón por el atrevimiento. Compuesto al modo barroco durante la segunda guerra mundial, presenta innumerables  momentos notables. 

Primer movimiento: Preludio, lento. Otra versión de notables músicos.



4. Quinteto para piano y cuerdas en mi bemol mayor Op 44 de Robert Schumann. Una de las obras centrales del repertorio, dio luz a las composiciones posteriores del repertorio. Schumann logra con este quinteto traspasar el umbral de la música absoluta a la música evocativa. Todo se puede tocar, besar, oler. Podemos caminar a su lado y tropezarnos con sus propias pasiones. Eusebius, Raro, Florestán. La legión Schumann en su mejor momento. 

Segundo movimiento: In modo d'una marcia. Un poco largamente.

martes, 14 de septiembre de 2010

El cáncer del alma

Como saben mis lectores, soy del Perú. Un país como cualquier otro. Con sus luces y sus sombras. El Perú ha tenido dos procesos que siempre trato de vincular: la acción terrorista del grupo insurgente "Sendero Luminoso" y la dictadura del cleptócrata delincuente Alberto Fujimori. Desde 1980 hasta el año 2000, es decir, dos décadas de mi vida, afectaron a mi país en una gravedad que sólo Dios sabe. Tengo 40 años. La mitad de mi vida ha conocido el terror y la indignación. Por eso y es algo que deseo de todo corazón: no quiero que mi hijo y mi hija tengan que vivir semejante experiencia. 

¿Qué es el fujimorismo? Una organización delictiva cuyo fin es apropiarse de la estructura del estado para hurtar los recursos de todos y vender favores a terceros. No es grupo político, pues carece de  doctrina y reflexión política y social. Los cabecillas de esta banda son los delincuentes Alberto Fujimori  y el abogado, ex militar, Vladimiro Montesinos. Ambos se encuentran en prisión. Sin embargo son los que mueven los hilos de la mafia desde la cárcel; teniendo como imagen visible a la primogénita de Fujimori, a la administradora Keiko Fujimori Higushi. El poder económico y mediático del fujimorismo ha logrado que durante los últimos 10 años no hayamos podido liberarnos de su presencia. Incluso, la señora Keiko Fujimori, tiene una posible opción presidencial el 2011.

Cada día que pasa pienso que el fujimorismo es algo más que esa descripción algo descarnada que he realizado líneas arriba. El fujimorismo es el cáncer del alma. Es algo que se deposita en la conciencia de una persona y empieza a carcomerla poco a poco hasta destruirla totalmente. Convirtiendo a esa alma en algo libre de humanidad, de decencia, de inteligencia y de compasión. En la metástasis, en la fase terminal, el cáncer llamado fujimorismo ha logrado reducir lo humano a un mínimo irreconocible. 

No se cuándo estaremos liberados de ese cáncer del alma. Sólo espero que sea relativamente pronto. Y, sobre todo, espero que mis hijos y los tuyos, si eres peruano o peruana, nunca más permitan que algo tan oscuro y monstruoso llegue a apoderarse del Perú. 

Hoy, hace 10 años, se difundió un vídeo en el que el número 2 de la mafia, Vladimiro Montesinos, sobornaba a un parlamentario de la oposición para que apoye a la mayoría parlamentaria fujimorista. Fue el principio de una serie de grabaciones que causaron una gran conmoción. Por meses, los peruanos descubrimos que habíamos sufrido uno de los gobiernos más corruptos del mundo contemporáneo. Todo eso esta en la historia nuestra. 

Lamento no haber escrito de música hoy. Pero tantos recuerdos, tristes, vienen a mi ahora. Ojala que ustedes amigos y amigas de otros países nunca sufran lo que un país como el Perú llegó a sufrir de manos de un mafioso. 



Diálogo en las tinieblas. Montesinos y Kouri.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Tolstoi y la opera de Prokofiev

La historia de Guerra y Paz Op 91, de Sergei Prokofiev, tuvo el devenir de las obras del gran compositor en el contexto fantasmal de la URSS en tiempos del stalinismo. No se sabe a ciencia cierta las marchas y contramarchas de su estreno, de su versión definitiva, etc. Lo que ocurría en la Unión Soviética siempre tuvo el hálito del misterio y, por lo tanto, de mitología. Lo cierto es que esta opera, gran opera basada en la novela de León Tolstoi, llegó a tener el éxito y el reconocimiento que merece. Poco a poco iré comentando varios momentos de Guerra y Paz, sobre todo por el centenario de la muerte de Tolstoi. 


Aria: Chuda, kak harasha ana, krasavitsa takaja. Escena IV, Acto I. Guerra y Paz Op 91 de Sergei Prokofiev. Canta: Anna Nebrebko



Es tan bella y amable...
Realmente me quiere de todo corazón. 
Sabe que estoy prometida y sin embargo, 
bromea y ríe con su marido, el respetable Pierre, 
por lo de la historia de Anatol. 
Eso demuestra que no hay nada de malo en ello.
No, no hay nada de malo.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Virtud del virtuosismo.

A veces los compositores pueden ser crueles. Componer para exigirle al interprete más allá de sus propias capacidades. Sobre esto hay muchas historias y mitos.  Cuentan que Mili Balakirev se ufanaba de haber compuesto una pieza para piano imposible de ser ejecutada, incluso por el mismo. O que Ravel obró Gaspar de la Nuit sólo para demostrar que era capaz de componer la obra más compleja de la historia del piano. Más allá de la mitología, hay ejemplos evidentes de composiciones complejas que exigen músicos de un virtuosismo extremo. Pero, ¿cuál es la razón de ser de este tipo composiciones? Es claro que el artista siempre ha tratado de  mostrar el dominio de la forma en la que  trabaja. Saber que se puede hacer algo que llega ser particularmente notable desde el punto de vista formal. Sin embargo, el virtuosismo posee un riesgo.Cuando sólo se trata de un mero alarde de dominio técnico, se corre el peligro de quedarse en el vacío. Como ese academicismo francés horroroso de fines del siglo XIX, cuando la pintura se hallaba en plena efervescencia impresionista. Pintura vacía de evidente dominio formal, pero sin sustancia ni vida. 

Pero hay un virtuosismo que llega a ser necesario en obras que poseen una dimensión conceptual mayor. Un ejemplo son las Armonías poéticas y religiosas de Franz Liszt. Me parece también que la Escalera del Diablo, de Georgy Ligeti, de fundamentos matemáticos basados en la matemática de Cantor, posee esa dimensión que une lo virtuoso con lo conceptual. Indagación pura que debe ser resaltada y valorada.

Presento obras que son particularmente difíciles de ejecutar del repertorio pianístico. Me parece que cada una de ellas lograr equilibrar el saludable desafío formal junto a lo sustancial, más aun cuando en la música es muy difícil evidenciar la dimensión de los conceptos.



Islamey. Mila Balakirev. Piano: Borís Berezovski



Ondine. Gaspar de la nuit. Maurice Ravel. Piano: Vladimir Ashkenazy.



Estudio para piano N. 13 "La escalera del Diablo". Georgy Ligeti.



Scarbo. Gaspar de la nuit. Maurice Ravel. Piano: Valentina Lisitsa

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Lo que no cesa. El arte en la vida buena.


¡Viva belleza! Vuelve al miserable corazón de este pueblo,
recupera tu lugar en torno a la mesa hospitalaria y en nuestros templos...
Diotima. F. Hölderlin.


El cardenal Pamphili, uno de los fundadores de la Academia de la Arcadia, poeta y teórico de las artes, escribía emocionado sobre el talento del joven Friedrich Haendel: 

Oh, Haendel, no puede mi Musa
Cantar en un instante
Versos que sean dignos de tu lira


Me centro en la figura de Pamphili como ejemplo de clérigo capaz de reconocer el genio de un  artista notable. También como ejemplo del valor que la Iglesia Católica llegó a conferirle al arte, más allá de criterios religiosos. Pues como sabemos, esa iglesia, acusada desde hace siglos de oscurantista, fomentó las artes como ninguna otra institución de occidente. No sólo el arte religioso, sino el arte secular y profano, fueron auspiciados de un modo u otro. Tanto así, que resulta imposible pensar la historia del cristianismo sin tomar en cuenta el proceso artístico, sobre todo en los últimos siglos.

Enfatizo la relación entre Pamphili y Haendel como un caso de relación estrecha entre el artista y el mecenas culto y sensibilizado. Pamphili, como la mayoría de los miembros de la aristocracia, la alta burguesía y el clero, había sido formado en la integridad del saber. Unió en su instrucción el ámbito  teórico y práctico con la educación sensorial y estética. Aquello que la revolución humanística había propuesto como clave de distinción. En los siglos XVI, XVII y XVIII, excluir a las artes de la formación general,  era impensable. No se podía concebir un ser humano culto sin el cultivo de las artes. Afortunadamente, las revoluciones liberales (norteamericana, francesa, etc) en vez de abolir la formación humanística, entendida como una amplia base de saberes teóricos, prácticos y estéticos, buscaron expandirla a otros sectores de la población. No sólo el rico y poderoso se podía enriquecer con la universalidad del saber, también el pobre tenía el derecho de acercarse a la gran tradición, incluida la tradición artística. 

La bella y profunda sentencia de Terencio, el poeta latino,  Homo sum, humani nihil a me alienum puto (soy hombre, nada humano me es ajeno ) se presenta como la divisa de la actitud humanística. De ahí que el proyecto de educación y formación integral nunca excluyó a las artes. Resulta emblemático que durante los siglos XVI al XIX, se hallan producido obras que resultan modélicas. La grandeza de esa producción literaria, plástica y musical se debe, en gran medida, a la existencia de un público comparativamente más culto e ilustrado que otros destinatarios de otras épocas. Así, las sensibilidades cultivadas se convierten en el ecosistema propicio para la elaboración de obras de mayor calidad. Las exigencias de un público culto siempre serán mayores. 

El humanismo no cesa a pesar de la caricatura que muchos tratan hacer de él. Caricatura que presenta al interés universal  por el hacer humano. como producto de una sociedad encorsetada, vieja y aristocratizante. "Rancias humanidades",  en que la burla identifica al humanista como un ser perdido en el tiempo, ajeno a las preocupaciones de entorno.  Y resulta curioso que un autor crítico de las estructuras sociales de su época, difícilmente identificado con posturas conservadoras y aristocratizantes,  como José Mariátegui, escribiera una de las  proclamas más humanistas de nuestro país  en la presentación del primer número de AmautaEstudiaremos todos los grandes movimientos de renovación -políticos, filosóficos, artísticos, literarios, científicos. Todo lo humano es nuestro

Acercarse al humano desde la integridad de sus dimensiones. Reconocer en su práctica y obrar aquello que nos distingue. Eso es humanidades. Acercarse al tiempo, a la palabra, a la fe, a la belleza y al conocimiento, sabiendo que el humano late en esas dimensiones plenamente. Por ello resulta inquietante las voces que plantean amputar la dimensión estética de la formación humanística. Eliminar la experiencia de reconocer lo que somos en la pintura, en la escultura, en la música, etc, bajo el argumento que "eso no es útil". Amputar las artes de los estudios de formación básica debilita la percepción que el ser humano tiene de si. Lo hace proclive con mayor facilidad a la intolerancia, a observar la vida desde el ángulo perverso de la única vía. Por eso pienso cada día más, que detrás de aquellos que detestan a las humanidades y especialmente a las artes, se esconde un gran temor: reconocerse inmunes a la belleza y, por lo tanto, al bien. El ser humano se abandona al reinado de lo feo, lo banal y a la maldad. 

Pienso en el cardenal Pamphili. Probablemente no fue la mejor persona del mundo. En todo caso, sólo Dios lo sabe. Pero tuvo la inteligencia y la sensibilidad de apoyar  al jesuita Giovanni Mario Crescimbeni para crear la Academia de la Arcadia, nombrándolo teórico de la misma . Y fue quien acogió al joven Haendel una vez llegado a Roma en 1707. Le confió su poema Delirio Amoroso y  Il trionfo del Tempo e del Disinganno para que elabore una cantata con  los mismos nombres. Fue quien le impulsó a Haendel a estrenar  Aci, Galatea e Polifemo HVW 72, de belleza impresionante. El cardenal Pamphili, sin proponerselo,  por el simple  hecho de valorar a las artes y a la música, colaboró en hacernos la vida un poco mejor gracias a la gran música de Haendel. 

Qui L'augel Da Pianta In Pianta Lieto Vola. Aci, Galatea e Polifemo HVW 72. G. F. Haendel. Canta: philippe jaroussky

Qui l’augel da pianta in pianta,
lieto vola, dolce canta
cor che langue a lusingar.
Ma si fa cagion di duolo
sol per me che afflitto e solo,
pace, oh Dio! non so trovar.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Huérfana en la ventana




Adelia Prado, una voz desconocida en esta parte del mundo. De Corazón Disparado (1978), este poema conmovedor y bello gracias a la traducción amorosa de mi hermano José Francisco Navarro SJ

Huérfana en la ventana


Estoy con nostalgia de Dios,
una nostalgia tan honda que me seca.
Estoy como paja y nada me conforta.
El amor hoy está tan pobre, tiene gripe,
mi  ánimo no está para salones.
Me quedo en casa esperando a Dios,
escarbando la uña, aspirando por mi nariz llorosa,
queriendo un póster suyo, en mi cuarto,
gustando igual que antes
de la palabra crepúsculo.
Toda la vida supe que el mundo es destierro.
Cuando el sol se va es a la casa de Dios que va,
a la casa donde está mi padre.


Cambio de luz para soprano y flauta de Kaija Saariaho


viernes, 3 de septiembre de 2010

La esperanza en una obra de arte

El desprecio a las humanidades esconde temor. Temor a ser cuestionado, temor a darse cuenta que el ser humano es mucho más de lo que pensamos. Pues es más fácil y divertido quedarse en una perspectiva superficial del ser humano. Una seguridad que proviene de la incapacidad de ver la hondura de nuestra condición. Nada más sencillo que despreciar aquello que nos cuestiona y evidencia las falencias de nuestra formación y cultura.

Este no es un espacio para el debate, más aun cuando son tan pocos los que me leen. Sin embargo, en la medida que pasa más el tiempo y me voy haciendo más viejo o más maduro (no sé como explicarlo), mi respeto y deslumbramiento por la tradición clásica y sus proyecciones va creciendo. Nunca me fue ajena la tradición humanística. Se me enseñó y aprendí a quererla como parte constitutiva de mi ser como humano individual. Y no  fue por medio de la exigencia escolar. Bastó ver a poetas escribir, pintores pintar, intelectuales hablar, para que en mi surgiera un amor a eso que se llama "humanidades". Amor, esa es la palabra. Pues no se trata de una pasión o sensación pasajera. Es, como ocurre en el amor, un trabajo de afecto y de valores que se trazan con el tiempo, con idas y venidas, cesuras y continuidades.

Pero en ese mar de cosas intensas e interesantes, la música ha sido, es y será, mi compañera más fiel. Mi amor por virtud y excelencia. Hay amores humanos que uno toca y ve. Que inevitablemente y dolorosamente tendrán que irse y despedirse por su constitución contingente.  Pero lo que estará conmigo hasta el fin, es mi música. Por ello hago un paralelo entre la música y la experiencia de lo divino. Al igual que la música, Dios estará conmigo hasta el término de mi tiempo. Y gracias a mi fe en la resurrección, podré ver a mis amores humanos nuevamente. Eso lo tengo claro.

La esperanza que genera una obra de arte esta en aquello que se llama proyección. La obra de arte nos permite entrever un mundo posible frente a este que estamos experimentando. Esperanza de otra realidad vinculada a ésta. Algo así es la fe. Es la condición de creer, asumiendo que lo probable es posible. Y al ser posible, movilizador de la integridad de nuestro ser.

Ayer leía que el brillante y entrañable Stephen Hawking, en su último libro había llegado a la conclusión que nada en el universo nos hacía pensar en la existencia de un creador. Todas las evidencias llevaban a concluir que Dios no existía. Me quedo con el concepto de “evidencias” y las cambio a “mediaciones”. En efecto, las evidencias nos llevan conclusiones, tanto como las mediaciones nos dirigen a otra cosa distinta. Con la humildad del caso, las evidencias/mediaciones que he podido recopilar a lo largo de mi vida me llevan a creer que si existe Dios. Y que ese Dios es creador y que es bueno y bello. Carezco de las demostraciones, fundadas en teorías y evidencias astrofísicas. Pero tengo la evidencia del amor de los otros y del arte que se hizo por amor y desde el amor. Por eso, gran parte de la música que quiero es esperanza. 

Aria: Bereite dir, Jesu, noch itzo die Bahn. Cantata: Herz und Mund und Tat und Leben BWV 133 de Johan Sebastian Bach. Dirige: Nikolaus Harnonourt.




Hacia Ti voy, Jesús.
Mi alma cree en Ti, Redentor mío,
y elegirá el camino correcto.
¡Vuelve hacia mí tu mirada bondadosa!



Aria: Ich will von Jesu Wundern singen. Cantata: Herz und Mund und Tat und Leben BWV 133 de Johan Sebastian Bach. Dirige: Nikolaus Harnonourt.


Cantaré las maravillas de Jesús
y mis labios pronunciarán la oración.
Gracias a su amor 
mi débil carne se fortalecerá 
y mi boca se llenará con la llama celestial.



Coro: Jesus bleibet meine Freude. Cantata: Herz und Mund und Tat und Leben BWV 133 de Johan Sebastian Bach. Dirige: Nikolaus Harnonourt.




Jesús es mi alegría
y el consuelo de mi corazón.
Jesús me preserva de los sufrimientos
y es la fortaleza de mi vida.
Es la luz y el sol de mis ojos;
el gozo y la paz de mi alma.
Por todo ello no lo rechazaré
ni de mi corazón ni de mis ojos.