En 1851, el gran Charles Gounod estrena su ópera Sapho. En realidad no he escuchado íntegramente esta ópera, sólo he podido oír algunas arias. Por fortuna, la aria que les presentó es de una belleza abierta; con un texto que invita a la mejor experiencia sensorial. Gracias a una gran poeta como la eximia Safo de Lesbos.
Hay un dimensión trágica en el poder político. Es como si los príncipes estuvieran condenados a servir al poder en la satisfacción del poder. Y ha habido varios reyes trágicos, uno de ellos- por sus abrazadoras sombras- fue Enrique VIII. El primer monarca absoluto, genio y figura en sus múltiples rostros.
Ana Bolena, hija de un burgués repulsivo -y en extremo ambicioso- llamado Thomás Bolena, fue parte de la saga trágica de un rey que cantaba, que tocaba el laud, que escribía tratados de teología, pero que su incontinencia por todo, lo hacía más humano que cualquiera. Enrique VIII fue más complejo que César Borgia, más trágico que Francesco Sforza y más oscuro que Carlos V.
Los católicos la odiaron. Fue ella la causa del fin de la Inglaterra católica. Fue ella la que incitó al rey a cometer uno de los mayores actos injuria: mandar a matar al hombre más sabio del Reino Unido de aquel tiempo: Tomás Moro. Y los protestantes la amaron. Pues ella murió asesinada por culpa de una conspiración de la demoníaca razón de estado, liderada por Tomás Cromwell. El rey finalmente la mandó a matar. Así era Enrique VIII, genio y figura hasta la sepultura.
En 1830, Donizetti inicia su trilogía sobre los Tudor. Trilogía inmensa y plena de recogimiento histórico. Al final del segundo acto, en la torre de Londres, la locura ante su inmanente muerte hace que la Bolena exclame contra el Rey y la joven Juana: Pareja perversa, /la más terrible venganza no impreco, no, /en esta hora terrible.
Hace unas semanas escribí un texto en Melomanía sobre algunas canciones de Hard Rock que, a mi modesta opinión, se encuentran en las mejores del subgénero. Me han dicho que era una lista muy reducida, pues sólo consignaba cinco canciones. Es cierto, una lista de de 5 es en extremo reducida y, por lo tanto, injusta.
Me propongo hacer el mismo ejercicio. Trataré de ampliar a otras cinco canciones; canciones que espero también sean del gusto de algunos de ustedes. Ciertamente que esta lista es igualmente subjetiva e igualmente arbitraria. Pero he dicho en otras oportunidades, es sólo una modesta opinión.
1. "Hocus Pocus" de Focus. 1971. En 1971, la banda holandesa de rock progresivo Focus editó uno de sus discos más celebrados: "Moving Waves". De esa placa emblemática del mejor rock de una época, extraigo una pieza fundamental, tanto por su virtuosismo como por su contundencia. "Hocus Pocus" no deja aliento, ni evidencia fisuras. En realidad, todo el disco en magnifico. Por ello recomiendo "Euridice", el tema conceptual y progresivo de "Moving Waves". Como un dato adicional, Gustavo Cerati en su canción "Bocanada" de 1999, copia un pasaje de "Euridice" de los geniales de Focus.
2. "Victim of changes" de Judas Priest. 1976. Es difícil decir algo nuevo sobre Judas Priest. Lo cierto es que la gran banda de Heavy Metal seguirá siendo el mayor referente de una estética que combinó varios extremos. En 1976, se editó "Sad Wings of Destiny" el segundo disco de los comandados por Rob Halford. El álbum es soberbio, una placa que es necesaria en cualquier colección de un melómano que se respete. Y ciertamente, "Victim of changes", abre un disco que no nos deja tregua por sus altos logros.
3. "Stargezer" de Rainbow. 1976. Blackmore dejó Deep Purple y la banda siguió haciendo cosas notables con Coverdale, Bolin y Gleen Hughes. Pero el mago de la guitarra tenía cosas en mente, cosas que su a épica y arrogante mente podía explorar. Así en 1976 se edita la segunda entrega de Rainbow: Rising. El disco fue lo que es. Y dio a conocer a un vocalista supremo a un público mayor: Ronnie James Dio. "Stargezer" fue la canción más lograda de Rainbow, hasta ahora insuperable en su épica y grandilocuencia.
4. "Sailing to America" de Saxon. 1984. Aquí la inclusión es absolutamente emocional. ¿Por qué? Porque a fines de 1984, adolescente en ciernes, escuchaba la única radio que en Lima transmitía música que me interesaba oír: radio doble nueve. Y es a fines de 1984 en que conocí el Heavy Metal. Y el recuerdo es claro, pues junto a otros héroes, Saxon sonaba por medio mundo occidental. Y aquí, en el Perú, algunos pocos nos volvíamos locos con el Crusader, el álbum que los ingleses publicaron en 1984. Claro que Saxon tiene mejores discos, mejores canciones. Pero "Sailing to America" es muy especial para mi. Realmente me encantaba.
5. "Dallas 1 PM" de Saxon. 1980. Cuando Saxon editó Strong Arm the Law en 1980, la gran banda inglesa iniciaba la conquista de los Estados Unidos. Así los liderados por Byford grabaron una canción ad hoc, cuyo tema era el asesinato de Kennedy. Hoy, aun cuando el contexto es otro, "Dallas 1 PM" sigue siendo lo que es: una obra maestras con unos de los riff más maravillosos jamás compuestos.
6. "Fire woman" de The Cult. 1989. ¿No es maravillosa?. ¿No invita a bailar en la oscuridad? Ese año se iniciaba el fin de la Europa socialista y la década del reaganomics mostraba el triunfo de la civilización liberal al mundo entero. Y en Perú la guerra civil nos arrancaba parte de la vida y de la muerte. En 1989 The Cult ya tenía una trayectoria que mostrar y Sonic Temple era el disco que iba a enviar a esta enorme banda -hoy olvidada- a las estrellas.
Post data. Dije que iba incluir cinco canciones en esta lista. Pero se salió una de las venas. Eso quiere decir que hay más canciones dando vueltas en el corazón.
No te gusta la cumbia, ni la chicha, ni el huayno. Pero si lo dices o escribes, te llamarán racista y te acusarán de racista.
No te gusta demasiado la comida peruana porque te causa indigestión. Pero si lo dices o escribes, te dirán que no amas al Perú, que no mereces llamarte peruano, casi un chileno.
No te gustan las novelas de Arguedas porque lo que escribió no lo sientes tuyo. Pero si lo dices o escribes, te llamarán "vargasllosiano", "ribeyriano", etc. En suma, un lector prejuicioso, discriminador y racista.
No te gusta la puntura de Bendayán, porque te produce asfixia mirarla. Pero si lo dices o escribes, te acusarán de occidental.
No te gustan las danzas típicas, no te gustan sus pasos gregarios, no te emocionan sus vestimentas. Pero si lo dices o escribes, dirán que eres un blanquito, un limeñito, un criollito más.
No te llaman la atención ni los pagos a la tierra, ni el culto a los apus, ni la yunzas, ni fiestas patronales. Pero si lo dices o escribes, te llamarán "discriminador", "mente estrecha", "regresa a Europa de donde vienen tus antepasados".
No te interesa aprender quechua, ni saber aymara. Pero si lo dices o escribes, te dirán "alienado", "hombre sin raíces".
No te gustan, no te interesan, no sientes como tuyas, muchas cosas que te rodean. Pero si lo dices o escribes, te mirarán con sospecha y pronto, más de lo que piensas, algo harán de ti.
EPILOGO
Hoy releo el diario de Ribeyro y un brevísimo poema de Blanca Varela. Ayer escuché a Alejandro Bisetti y a César Bolaños. Hoy pienso en la columnas y en los altares de las iglesias barrocas, en las casonas de Barranco y en las líneas verticales y horizontales de los indeterminados espacios de Lima. También pienso en el desierto y en el mar. Y veo en mi mente el Océano Pacífico delante de mi, la bruma del litoral y siento el frío del amanecer, el olor a Café que se entremezcla con mi individualidad. De aquí soy, no lo olvido.
Hasta el siglo XVIII, gran parte de la música académica se hizo bajo el influjo de la fe y de las instituciones formadas a partir de ella. La iglesia católica y las demás iglesias cristianas, patrocinaban las prácticas musicales, ya sea desde el ámbito de la composición o en la esfera de ejecución. De ahí que los valores estéticos, inherentes a la labor creativa, hayan estado fuertemente vinculados a valores religiosos. Esta unión de valores estéticos con principios religiosos, fue la que permitió la elaboración de obras de alto vuelo, pues incluso en la música seglar o profana, podríamos entrever las huellas de la unión entre lo sagrado y lo humano.
En la medida que los estados nacionales se fueron asentado durante los siglos XVIII y XIX, gran parte de las instituciones formadoras de vida cultural se fueron secularizando. Así, las universidades y las academias de arte empezaron a ser asumidas dentro de la actividad administrativa de los estados. Los criterios comenzaron a ser otros y los valores de formación artística fueron asumidos de otro modo.Se trataba de entender la creación artística dentro del esquema patrimonial y dentro de las políticas públicas. El arte debía estar en función de la nación y de sus fines. También, el arte empezaría a estar dominado por otras lógicas: el vínculo entre gustos y mercado y la relación entre individualidad y experiencia sensorial. El lugar de lo divino en el arte y la música se fue reduciendo, llegando a la privatización de los valores religiosos en el ámbito estético. Pues así como se secularizaron las instituciones, también se hicieron laicas las sensibilidades. Sin el canon divino, las interioridades se desbocaron. Y las consecuencias de ello aun no es posible de vislumbrarlas en su plenitud.
Aun cuando en Beethoven la sombra de Dios todavía es evidente, también resulta evidente su salida del canon divino. En realidad, todos los grandes músicos desde Beethoven en adelante, fueron dando muestras de la secularización de su arte. El Requiem Alemán de Brahms es un ejemplo de transgresión del canon y la apuesta por interioridad que privatiza la experiencia de fe de una misa de difuntos. El Requiem Alemán es una misa a la medida del compositor. Otro caso es de las obras de relevancia nacional. El nacionalismo musical desde sus primeras entregas en Chopin y Wagner (contemporáneos, no hay que olvidarlo), convierte al relato local, al color distintivo, en el valor musical que subordina a los principios religiosos. Los ejemplos son innumerables.
LA REACCIÓN ANTISECULAR EN LA MÚSICA: LA EXHORTACIÓN "TRA LE SOLLECITUDINI" de San Pío X
Ante la secularidad manifiesta de la música al final siglo XIX y cuando se vislumbraba el lenguaje de la música moderna, el papa Pio X escribió la exhortación apostolica “Tra le sollecitudini” de el 22 noviembre de 1903. En ese texto, el romano pontífice escribía con firmeza
"Nada, por consiguiente, debe
ocurrir en el templo que turbe, ni siquiera disminuya, la piedad y la devoción
de los fieles; nada que dé fundado motivo de disgusto o escándalo; nada, sobre
todo, que directamente ofenda el decoro y la santidad de los sagrados ritos y,
por este motivo, sea indigno de la casa de oración y la majestad divina"
Es decir, los sonidos musicales deberían estar configurados en dirección al canon divino. La música no debería ocultar el misterio ritual, sino, más bien, potenciar el acceso devocional hacia el creador. Por ello, el papa Pio X denuncia aquello que aleja a la música de liturgia en términos bastante elocuentes:
Y en verdad, sea por la
naturaleza de este arte, de suyo fluctuante y variable, o por la sucesiva
alteración del gusto y las costumbres en el transcurso del tiempo, o por la
influencia que ejerce el arte profano y teatral en el sagrado, o por el placer
que directamente produce la música y que no siempre puede contenerse fácilmente
dentro de los justos límites, o, en último término, por los muchos prejuicios
que en esta materia insensiblemente penetran y luego tenazmente arraigan hasta
en el ánimo de personas autorizadas y pías; el hecho es que se observa una
tendencia pertinaz a apartarla de la recta norma, señalada por el fin con que
el arte fue admitido al servicio del culto y expresada con bastante claridad en
los cánones eclesiásticos, los decretos de los concilios generales y
provinciales y las repetidas resoluciones de las Sagradas Congregaciones
romanas y de los sumos pontífices, nuestros predecesores.
Es claro que el Santo Padre se refiere a los nuevos sonidos, a los sonidos que provienen de la exploración sonora; porque era elocuente a fines del decimonono que las indagaciones producidas por Wagner, Liszt, Debussy, entre otros, empezaban a ser reconocidas ampliamente. La expresividad, la teatralidad, la subjetividad excesiva de la música moderna, reducen la experiencia de fe. Si la música solamente es música, el fiel pierde el referente estético-religioso. Así el papa afirma:
Sin embargo, como la música
moderna es principalmente profana, deberá cuidarse con mayor esmero que las
composiciones musicales de estilo moderno que se admitan en las iglesias no
contengan cosa ninguna profana ni ofrezcan reminiscencias de motivos teatrales,
y no estén compuestas tampoco en su forma externa imitando la factura de las
composiciones profanas.
Ante ello, el autor, fiel a los principios tridentinos, eleva a la categoría de perfección al canto gregoriano y la música polifónica de Palestrina.
Por estos motivos, el canto
gregoriano fue tenido siempre como acabado modelo de música religiosa, pudiendo
formularse con toda razón esta ley general: una composición religiosa será más
sagrada y litúrgica cuanto más se acerque en aire, inspiración y sabor a la
melodía gregoriana, y será tanto menos digna del templo cuanto diste más de
este modelo soberano…. Procúrese, especialmente, que el pueblo vuelva a
adquirir la costumbre de usar del canto gregoriano,para que los fieles tomen
de nuevo parte más activa en el oficio litúrgico, como solían antiguamente…. Las
supradichas cualidades se hallan también en sumo grado en la polifonía clásica,
especialmente en la de la escuela romana, que en el siglo XVI llegó a la meta
de la perfección con las obras de Pier Luigi da Palestrina, y que luego continuó
produciendo composiciones de excelente bondad musical y litúrgica.