Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Temor y temblor

Por mucho tiempo me he rehusado a escribir sobre esta obra. Vergüenza, temor, respeto. Todo al mismo tiempo. Aun cuando este es un diario personal de mi amor por la música, al hacerlo público, la responsabilidad por lo que se dice, es importante. Hecha esta salvedad, el monumento que tengo delante de mi es el Concierto para piano y orquesta número 2 en si bemol mayor Op 83 de Johannes Brahms, estrenado en 1881 en Hungría con el maestro en el piano. En una carta a su amigo Herzogenberg, poco antes del estreno,  le escribe lo siguiente: "Debo decirle que he escrito  un pequeño concierto para piano con un bonito y pequeño scherzo". ¿Humildad, sarcasmo? Más parece lo último. Pues Brahms habitualmente tenía esos comentarios sobre su propia obra.

"Pequeño concierto". Sólo esbozo una sonrisa. Pensar que esta obra es una de las cumbres del género. Brilla sobre muchas. Perturba y asombra como pocas. Allegro non troppo, trompas, maderas, cuerdas y el piano. La frase de la trompa acompañada del piano, luego, maderas y cuerdas, el piano que se erige sólo y el tutti integrador del tema originario. Las armaduras rápidamente se erigen, vigorosos acordes se elevan en consagración clásica. Mozart, Beethoven y Schumann caminan por las venas de Brahms. No hay tregua, pero la belleza persiste en toda la antagonía. Maravilloso en todo sentido.

Pero no es suficiente. Aun falta la mayor construcción de este concierto. Así Allegro Appassionato, sombrío y fantástico. Modo de scherzo en forma de sonata concisa. El piano abre la cumbre, revoloteando con fuerza. Las cuerdas le siguen en una tormenta perfecta. Y con todo, el titán nos sorprende. Nos devuelve al barroco en un abrir y cerrar los ojos. ¡Qué música del futuro de los clérigos y monaguillos de Bayreuth! Con Brahms, las variaciones serán el punto de partida de lo realmente nuevo. Desde la tradición que alumbra el ingenio realmente innovador. Y por eso fue el mayor músico de la segundad mitad del siglo XIX. Vuelve la sombra inicial. Espeluznante, Mefistófeles ha negociado con Fausto.

Luego de nuestra sesión infernal, el Andante con el otro solista oculto hasta ese momento, el violonchelo que es seguido por las cuerdas. Tras la aparente calma, el piano crispa en formaciones repentinas y genera su opuesto. Asi, el diálogo entre el piano y el violonchelo, nos inducen a un doble concierto. El efecto ha sido logrado. Notable. Al final, Allegro grazioso, donde adquiere sentido toda la propuesta de esta obra inigualable. Melodía zingara, tan cara a Brahms. Fluye el connjunto hacia un momento de optimimso desbordante, sin pesadez ni difuerzo. Hemos sido alcanzados por la OBRA.

Pero todo esto adquiere mayor dimensión si Barenboim ejecuta el piano y Celibidache dirige. Esta versión es, sin lugar a dudas, hasta ahora la versión mejor lograda. Afiatados al máximo, solista, director y orquesta, se preocupan por glorificar el segundo concierto. Se observa un verdadero respeto ante lo que se ejecuta. Y eso hace del arte un camino hacia lo verdadero. Con temor y temblor.

Concierto para piano y orquesta número 2 en si bemol mayor Op 83 de Johannes Brahms. Dirige: Sergiu Celibidache. Piano: Daniel Barenboim.











2 comentarios:

isaias dijo...

estimado ricardo

que te parece la "sinfonia de dante" de franz liszt, y la opera "los diablos de loudun" de krzystof penderecki. que opinas de jeery goldsmith y su "ave satani", dicen que es una obra maestra dentro de la misa negra musical.

ricardo falla carrillo dijo...

Estimado Isaías, aquí algo de serialismo.blogspot.con sobre la sinfonía Dante de Liszt:

http://serialismo.blogspot.com/2008_10_01_archive.html

Sobre la relación con cuestiones de tipo esotéricas no estoy al tanto.

Un abrazo