Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

miércoles, 21 de enero de 2009

USA

Estados Unidos era mi totalidad. No soñada, ni anhelada, ni detestada. Simplemente eso: totalidad. Totalidad en films, totalidad en música popular, totalidad en series televisivas, totalidad en comics y cartoons, totalidad en tecnología, totalidad en diversión. Totalidad en todo lo que se puede imaginar. Estados Unidos era todo y todo lo demás, periférico. Omnipresencia. Incluso ahora, cuando EEUU se encuentra en evidente crisis, la probabilidad que EEUU deje de ser lo que es, me incomoda y secretamente me inquieta. ¿Habrá otro mundo posible sin la "totalidad" Estados Unidos de Norteamerica? ¿Será mejor ese mundo? ¿Será peor? No lo se.

Hoy, ciertamente, reconozco que el mundo de lo real y de lo maravilloso excede a los Estados Unidos. Mi conciencia se ha demostrado a si misma, que aquello que se manifestaba como periférico es mucho más complejo y extraño. Pero, más allá de estos datos de la conciencia, hay algo en mi, difícil de definir, que me dice: Estados Unidos sigue siendo eso que unos temen, otros admiran y algunos odian. Esa presencia cobijada en lo profundo, casi genética, de estar marcados por su existir omnipresente.


A estas alturas de mi vida, considero que no hay naciones-imperio mejores o peores. Las construcciones totales se edifican en conjunto o al unísono. Fue el mundo el que hizo a los Estados Unidos y será el propio mundo quien deconstruya su propio espejo omnipresente. Pero el fin de este predominio se evidenciará como la necesidad incesante de edificar dominios totales.

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