Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Dante y la luz

Llegada al Epirineo, Canto XXXI. Dante y Beatriz

l’amor che move il sole e l’altre stelle

Llegamos al noveno cielo del paraíso,  Primum Movile. Ya no basta la contemplación de Beatriz, el amor transfigurado a la musa ya no es suficiente. Las coordenadas del deseo son mayores, pues la búsqueda es ilimitada. No basta Itaca, no basta Beatriz. Dante y el Ulises homérico se dan la mano. ¿ A dónde dirigir la mirada si la vuelta al hogar y el amor a la musa no son suficientes?. Y en ese cielo esplendoroso, donde el amor nos ha conducido a la morada más alta, Dante se aparta de Beatriz para mirar a Dios. Pero lo que ve es una luz no dimensional de la misma luz, tal como se expresa en el canto XXXIII del Paraíso:

 
¡Oh luz eterna que sola en ti sedes
sola te entiendes, y por ti entendida
y tú te entiendes, amas y sonríes!
Aquel circular, que así concebido
parecía en ti como luz refleja,
contemplado por mis ojos en torno,
dentro de sí, de su color mismo,
me parecía ver pintada nuestra efigie;
porque mi rostro en él estaba metido todo.
Como el geómetra que se afana y aflige
por medir el cerco, y no encuentra,
pensando, el principio que precisa,
así estaba yo en aquella visión nueva;
ver quería cómo la imagen al círculo
correspondía y cómo allí se encontraba;
mas no bastaban las propias alas:
si no que mi mente fue herida
de un fulgor que cumplió su anhelo.
A la alta fantasía aquí faltaron fuerzas;
mas ya movía mi deseo y mi velle,
como rueda a su vez movida,
el amor que mueve el Sol y las demás estrellas.
Después de una lectura de Dante. Franz Liszt

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