Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Adagio di molto de Sibelius

Jean Sibelius (1865-1957)

¿Cuáles son sus conciertos para violín más queridos? - me pregunta un joven cercano a mis aficiones melómanas. Trato de pensar, de hacer un repaso rápido en la memoria de esas obras indispensables del concierto rey de las cuerdas. Hay tantos de primer orden que sería un pecado omitir algunos de ellos. Además, porque se debe considerar el periodo y el lugar dentro una tradición. ¿Cuáles podrían ser? Ensayo una respuesta de invierno vespertino, con ganas integrales de escuchar sólo música en lo que resta del año. 

Sin orden jerárquico, planteo mis respuestas en la medida que los voy recordando:

  • Concierto para violín en mi menor Op 64 de Felix Mendelssohn. 
  • Concierto para violín en re menor Op 61 de Ludwig Van Beethoven
  • Concierto para violín en re mayor Op 35 de Piort Tchaikovsky 
  • Concierto para violín en sol menor Op 26 de Max Bruch
  • Concierto para violín en re menor Op 77 de Johannes Brahms
  • Concierto para violín N.º 2 en mi mayor BWV 1042 de J. S. Bach
  • Concierto para violín "A la memoria de un ángel" de Alban Berg
  • Concierto para violín en re menor Op 47 de Jean Sibelius 
Ahora que veo la lista, me quedo pensando en el concierto de Sibelius. Gran concierto, con uno de los primeros movimientos más logrados en el repertorio: Allegro moderato. De una intensidad sobrecogedora, capaz de hacernos vislumbrar alturas temerosas. Al igual que el tercer movimiento: Allegro ma non tanto, musculoso y fornido, capaz de hacer saltar de algarabía al más flemático oyente.  Sin embargo, por razones estacionales, tanto del ambiente como internas, quiero compartir el segundo movimiento: Adagio di molto. Un momento de sosiego desesperado entre dos columnas vigorosas. Es decir, de reflexión madura a pesar de las tristezas propias de la existencia. Este adagio di molto procede de la melancolía. De la melancolía concebida al modo del gran grabado de  Durero: reflexión serena desde el desconsuelo. Acaso desde la perspectiva de la pérdida y sus inevitables secuelas. Pero como ocurre con el gran arte, siempre abierta, a pesar del dolor, a cierta esperanza necesaria.

Adagio di molto del concierto para violín y orquesta  Op 47 en re menor de Jan Sibelius. Ferras soberbio y emotivo. Una forma de comprender a la luz de la esperanza todas las pérdidas.

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