Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

miércoles, 2 de marzo de 2011

La música es mi hogar

La lección de Música, Johannes Verneer
Hoy desperté con la escocesa de Mendelssohn, justo con el adagio, su beethoveniano tercer movimiento. Esto generó en mi una serie de reflexiones y, además, la confirmación de varias intuiciones que últimamente tengo sobre mi mismo, sobre el mundo y sobre las persona. Los maravillosos tiempos de  Mendelssohn me ayudaron a recapitular parte de esas observaciones hechas, muchas veces, entre el sueño y la vigilia. Entre todas las cosas del mundo, sólo una me proporciona la sensación de estar reconciliado plenamente conmigo mismo: la música. En la música soy plenamente. No hay escisiones de ningún tipo. Cuerpo y alma son uno sólo, fe y razón se entrelazan, vida y muerte son hermanas.  Cuando llego a la música llego a mi hogar. No es la casa en la que convivo con mis seres amados. Es el hogar íntimo, íntimo en el misterio de la individualidad, esa individualidad en la que sólo Dios es capaz de entrar. 

El adagio de la tercera de Mendelssohn, me hizo ver la forma de mi hogar sonoro y cómo están dispuestas las cosas en el espacio de mi corazón y de mi razón. Puesto que es mi hogar, reconozco que lo he ido construyendo desde muy pequeño. Toda mi vida no dejado de hacerlo. De ahí que pueda ver los cimientos de Bach, de Mozart y de Beethoven, que se prolongan como columnas y paredes fundamentales. Y también las paredes, ventanas y puertas. Por ejemplo, una puerta es Monteverdi. Otra, Haydn. Alguna ventana es Debussy. También, Liszt. Pero mi cuarto es Mendelssohn y los objetos dentro de él son Brahms. A Brahms lo veo en todos mis objetos personales. Si subo hacia la azotea de mi hogar y me siento en mi terraza imaginaria de donde percibo el infinito caro descrito por Leopardi, me encuentro con Mahler. Desde Mahler veo la noche estrellada y la ley moral dentro de mi.

La música es mi hogar, mi hogar interior. Desde ahí, me vinculo con el mundo y con los otros. Pero con los que más amo llegó a tornarme en aquello que más deseo: dejar el hogar musical y llegar a ser, finalmente, música. Pues mi más grande anhelo es, al morir, verme transmutado en música. En una aria de Händel, en una fuga de Bach, en un línea fugaz que el gran cosmos concibe eternamente, eternamente. 

Adagio de la sinfonía nº 3 Op 56 en la menor "Escocesa" de Felix Mendelssohn.

6 comentarios:

Fran Terrones Julca dijo...

Cuando llego a la música llego a mi hogar...

GENIAL MAN!!!

Ricardo Falla Carrillo dijo...

Gracias, estimado.

Alex dijo...

Como en otras ocasiones al leerte, siento que tus palabras parecen reflejar exactamente mi propia relación con la música, y con la vida...

Tal vez te interese visitar mi blog brahmsiano:

opus-brahms.blogspot.com

Un abrazo

Anónimo dijo...

Hermosa reflexión por lo serena y esperanzadora

Ricardo Falla Carrillo dijo...

Alex, qué bueno leerte nuevamente. Es evidente que tenemos una vinculación especial con la música. Saludos amigo y bendiciones para ti.

Ricardo Falla Carrillo dijo...

Gracias anónimo por las palabras.