Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Consolación de un aire fresco de primavera

¿La bruttezza?¿Existe? La charla con dos o tres vendedores de seguros de vida un sábado por la noche. La presencia de dos o tres jóvenes abogados de bufetes conocidos. La mirada de dos o tres tecnócratas estatales de rango medio. La forma de entonar las sílabas del par de comerciantes que se sientan delante de la mesa.

Bruttezza.

Pero no sólo es esto. Es una combi que avanza zigzageante. La salsa o la cumbia a todo volumen. La muchacha que habla por el teléfono a gritos. Es el olor humeante que se junta con el hedor a axilas, pollo frito, neumático quemado. La pista rota, nauesea, la portada de los diarios. Sólo un antropólogo podría creer que esto es la otredad que se enfrenta a la oficialidad.

Bruttezza= Inferno

Pero el aire viene del mar, fresco y libre. Y está en el MP3 el Adagio del concierto para violín KV 219 de Mozart. Toca Anne-Sophie Mutter de quince años dirgida por Karajan. Una versión que hoy me resulta entrañable. Aire del mar, aire de Mozart. La consolación viene de elevar la mirada más allá, donde hay otras cosas que también existen. Lejos de esta otredad.


Adagio del Concierto para violín número 5 KV 219 de Mozart. Anne-Sophie Mutter en el violín. Esta no es la versión de Karajan.La Mutter la hace de concertino con la Camerata de Salzburgo. Notable.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Quizas a nuestros amigos antropologos no les guste la musica (clasica). Por eso, la necesidad de racionalizar -antropologicamente- la fealdad...

Alex dijo...

Posiblemente ya lo has visto (aire y luz...):

http://www.youtube.com/watch?v=LswAy2hZWgY

Casi para llorar

Saludos

Anónimo dijo...

Qué bueno encontrar este espacio tan refrescante! Especialmente para los que no conocemos mucho de música

Anónimo dijo...

Cuidado, yo soy antropologo