Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

miércoles, 11 de abril de 2012

Predilecciones sonoras: ejercicio de autocomplacencia



Escribir un blog es un ejercicio que tiene algo de vanidad. Es decirle a los lectores lo que más o menos nos interesa sin el menor recato académico. No hay filtros limitantes, ni autocensura. Se escribe de un tirón; muchas veces descuidando la redacción, repitiendo temas, cayendo en lugares comunes. 

Por ser un ejercicio vanidoso, hoy quiero escribir sobre los momentos musicales que más me interesan, gustan y conmueven. Es decir, de mis obras o movimientos favoritos. No pienso hacer una clasificación por géneros o formas. Sólo mostraré aquello que viene en gana publicar  por razones distintas. 

En primer lugar, pienso en el Segundo Concierto para Piano y Orquesta en si bemol mayor Op 83 de Brahms. Es el segundo movimiento, allegro appasionato , uno de los momentos de la historia de la música que más me conmueven. No hay respiro, todo late a la perfección. Cada tema es una resolución interesante. Temor y temblor, así alguna vez lo llamé en un post antiguo. Gran Brahms, gran cima que nunca me deja de asombrar. Y si está Baremboin con Celibidache, las alturas son cósmicas



En segundo lugar, se encuentra mi sonata favorita para piano de Beethoven, la número 23 en fa menor Op 58, conocida como appassionata. Me perturba desde niño y a lo largo de los años se mantiene su poder seductor. Hoy, en mi vida, tiene nombre propio, sobre todo porque vivo con mi propia "appassionata". Y es  el primer movimiento el que no deja sonar en mi mente en este momento: allegro assai.



En tercer lugar, esta otra composición de Beethoven: la sonata para piano número 17 en re menor Op 31-2, La Tempestad. El tercer movimiento: allegretto, es la manifestación de mis propios estados de ánimo. La evocación de mi propia vida. Mis conflictos se evidencian en su crudeza. Melancolía y éxtasis en la misma mente. Baremboin otra vez aquí, soberbio. 



En cuarto lugar, mi Mozart. Es tan difícil decidir algo del gran músico clásico. Pero me quedo con una obra en especial: el concierto para piano número 23 en la mayor KV 488. Y entre los movimientos, el segundo: Adagio en fa sostenido menor. Como diría el gran Cioran, resuena en este adagio: los funerales de otra vida. Paz profunda que oculta alguna manifestación oscura del pesar. Aquí laten todas las bellas tristezas juntas. Horowitz en plena sabiduría. 



En quinto lugar, otra vez Mozart. Pero en este caso una composición vocal religiosa:  Vesperæ solennes de confessore en do mayor KV 339. Alguna vez pensé que mi muerte y el acceso a la otra vida se podría describir al modo de la parte más maravillosa de esta obra: Laudate Dominum. Una voz individual se eleva sobre el firmamento y termina unida  a una totalidad breve y no apabullante. Y, nuevamente, esa voz que se distingue del ethos del amor se recupera reintegrada a otra instancia. Hace mucho que la escucho. Sirva este texto para que durante la serena noche vuelva a oírla en plenitud.



En sexto lugar, otra de las grandes composiciones religiosas: La Pasión Según San Mateo BWV 244 de J. S. Bach. Toda esta obra siempre me ha elevado como pocas y como pocas me costando tanto comprenderla en su real dimensión. . Creo que aquí el consenso es casi unánime. Uno de los momentos más lúcidos, intensos y dramáticos es el aria 39: Erbarme dich, mein Gott (ten piedad de mi, Señor mio). En realidad, en una de las composiciones que me pueden llevar a los límites, a eso límites que suelo vivir desde niño. Si queremos catequizarnos en la belleza absoluta, tenemos el mejor ejemplo. 



En séptimo lugar muestro una pieza inusitada dentro de este grupo de grandes compositores. Todavía es muy pronto juzgar el lugar que tendrá Kaija Saariaho en el futuro. Sin embargo, los Quatre Instants basados en poemas de Amin Maalouf me parecen tan íntimos, dolorosos y profundos como los grandes lieder de otros tiempos. "Parfum de l'instant" es parte de mi vida, de mi vida más interna. Aquella que se asocia a los espacios donde el yo solamente se puede consolar con el yo. Aquí el amor es el cantando, el amor que se transforma en recuerdo. Aun cuando mis condiciones afectivas son muy distintas ahora "Parfum de l'instant", sigue siendo una obra que me conmueve, porque en su momento me conmovió como ninguna. 



En octavo lugar esta la dama Barbara Strozzi. La obra: L'Eraclito amoroso. El aria:  Udite amanti. Fue hace seis años que me encontré por fortuna con esta composición de la gran compositora del barroco. Udite amanti es de esas obras que quisiera volver a escucharlas por primera vez, recreando la conmoción integral que me generó. Por ello está aquí, por sus rastros perennes. 



En noveno lugar hay una aria a la que varias veces me he referido: el Lamento de Dido, de la opera Dido y Eneas de Purcell. Siempre la escucho, siempre esta en su magnitud, en su saber clásico. En lo que significó para mi. En el rastro de mi propia educación sentimental: Thy hand, Belinda... When I am laid in earth



Y en el décimo lugar: el cuarteto para cuerdas número 14 en do sostenido menor Op 131 de Beethoven. El primer movimiento lo es todo, aquí si esta todo. Escucharlo es un acto de devoción integral. Adagio ma non troppo e molto espressivo. No más palabras. 




Y dejo por falta de tiempo: la segunda y quinta sinfonías de Mahler. También la Canción de la Tierra del mismo compositor. Igualmente, la sinfonía concertante de Mozart y su quinteto para clarinete. La sinfonía Inconclusa de Schubert y el cuarteto La doncella y La Muerte. Las suites para violonchelo de Bach y de Britten. También el quinteto para piano y cuerdas de Franck...y los sextetos para cuerda de Brahms ¡Tanto he dejado¡ Debería borrar este texto.

No hay comentarios: