Muchas veces la escoba fue mi "Fender". Y frente al estereo fungía de Adriam Smith tocando el punteo lento de Powerslave de Iron Maiden. También fue la guitarra acústica que nunca llegué a tocar bien, donde me creía Ritchie Blackmore marcando los acordes de "Smoke on the water". Y la guitarra estaba ahí, en el medio de los deseos, en el centro de los anhelos. ¡Cómo quería tocar una guitarra eléctrica¡ ¡Cómo me soñaba ante miles, en un escenario imaginario, recorriendo el traste con mis dedos y procreando gigantescos y desmesurados punteos de media hora¡ Muchos adolescentes nos creíamos ese cuento, ese sueño, esa desmesura. Sólo los que crecieron en la era del rock podrán comprenderme. Para los más jóvenes será, solamente, recuerdos y nostalgias de alguien que empieza a darse cuenta que los sonidos populares de hoy en día ya no son sus sonidos. Porque, con todo respeto, Bareto, Pitbull, Lady Gaga, etc. (disculpen por ponerlos a todos en el mismo saco) ya se encuentran fuera de mi marco de comprensión.
No entiendo la presente era de la multiculturalidad sonora. Tampoco hago el menor esfuerzo por comprenderla. Soy consciente que me es difícil aceptar el alfabeto de babel. Pues en mi todavía persisten las estructuras separadas, pues crecí en un mundo bipolar (así son las cosas). Eso no quiere decir que me niegue a todo mestizaje sonoro. Sólo que me inclino por las fusiones que tardan décadas en materializarse, las que son producto de asimilaciones prolongadas, ya que en el arte ese es más o menos el proceso. En cambio, las fusiones que son producto de la hiperaceleración de los procesos de hibridación no logro entenderlas y, simplemente, me niego a escucharlas. No puedo oír una canción que una el rock con la cumbia peruana. No la entiendo. no la disfruto. Escucharla es acto de violencia para mi. Y no extiendo mi juicio a nadie más.
Por eso en la era del rock rendíamos culto a héroes de la guitarra. Al virtuoso que nos dejaba con la boca abierta, con el cerebro al lado del corazón, con la espina dorsal a punto de estallar de euforia. ¡Qué feliz he sido con esos monstruos de dudosa reputación moral pero con vocación de asaltar el cielo¡ Esa es la razón subjetiva de esta entrega: mis héroes de la guitarra eléctrica.
1. Angus Young (N. 1955). Guitarrista principal y líder indiscutible de AC/DC, maestro de la Gibson y loco indomable en el escenario Angus Young no será lo que muchos creen, pero podía transformar un concierto en una experiencia de egocentrismo compartido. Let there be rock, de 1977 en un concierto en París en 1979.
2. Alvin Lee (N. 1944). Guitarrista y vocalista de Ten Years After. I am going home se hizo muy conocida en Woodstock en 1969. Pero esa alegría y energía viene de atrás de espíritus y rituales que se encuentran en la caverna de los cielos.
3. Jimmy Page (N. 1944). Todos saben. ¿Qué más voy a decir?. Danzed and Confused de 1969.
4. Eddy Van Halen (N. 1955). Ya sabemos de quien se trata. Eruption en versión original pertenece al álbum debut de Van Halen de 1978. Ahí la desmesura en su clímax El sinsentido que aburre a muchos, pero que a otros perturba bonito. Gracias Eddy por todo.
5. Mark Knopfler (N. 1949). Dire Straits fue una banda grande, hoy refundida a un par de canciones que son fueron lo mejor que hicieron. Y Mark Knopfler un guitarrista de un sello inolvidable y con una a la vez inconfundible. Private investigations es de 1982 y pertenece al disco más "progresivo" de la Dire Straits: Love over gold. Aquí encuentro lo mejor de Knopfler: simpleza, música de esqueleto y estética depurada.
"Leonardo fue un milagro", afirmaba Ernst Gömbrich al final de Lo que nos dice la imagen. Y pienso que esa frase sintetiza con exactitud lo que fue Leonardo. Porque decir "genio", "ser universal", a estas alturas ya es una tautología de contratapa. Es decir, ya lo sabemos largamente. Pero adjetivizar a Leonardo como "milagro", ya es otro cantan. Otro justo cantar. Pues resulta milagroso, prodigioso, que un sólo ser humano haya sido capaz de hacer y concebir lo que este hombre pudo. Por eso ese hálito de divinidad secular que siempre se percibe en él.
Releo con placer sus "Cuadernos de notas" y descubro con alegrías sus agudas teorizaciones sobre la música. Y veo que son contrarias a lo que el inteligente Daniel Barenboim decía en el "Sonido es vida. El poder de la música". Transcribo de Leonardo algunas de sus reflexiones sobre "Pintura, música y poesía":
La música puede llamarse de la
pintura, ya que depende del oído, segundo sentido en categoría, y su armonía
nace de la unión proporcionada de sus partes, que suenan simultáneamente
subiendo y bajando en una o más cadencias armoniosas.Podemos decir que estas
cadencias circundan la distribución proporcional de las partes que componen la armonía,
lo mismo que el perfil rodea los miembros de los que nace la belleza humana.
Pero la pintura sobresale de la música y es de mayor categoría, porque no se desvanece tan pronto como nace,
cual es la suerte de la desdichada música Por el contrario, permanece y tiene
la apariencia de ser una realidad viva, aunque de hecho se limite a una sola dimensión.
Oh ciencia maravillosa, que es capaz de preservar la belleza pasajera de los
mortales y darle mayor estabilidad que a las mismas obras de la naturaleza ya
que están sometidas al continuo cambio del tiempo que les conduce a un
inevitable envejecimiento. Tal ciencia esta en la misma relación con la divina
naturaleza como lo están sus obras con las obras de la naturaleza, y por esto
debe ser venerada.
Fortuna Desesperata de Alexander Agrícola (1446-1506), compositor de la escuela franco flamenca, contemporáneo de Leonardo. Uno de los grandes música de su tiempo y que, sin duda, fue conocido por Leonardo.
En la galaxia del rock todos los sonidos pueden ser posibles, desde el Death Metal hasta el AOR, desde el dark al power pop. Pienso que la amplitud, la diversidad de tendencias, se debe al lenguaje particularmente abierto del rock. Como muchos, creo que el rock es la banda sonora de la cosmopolis y la encarnación estética de la "sociedad abierta". Música hecha desde individuos para masas individuales. Aun cuando en nuestros días pareciera que el rock esta en decadencia o en retroceso, siempre es gratificante saber que el rock existe y que existe para hacernos felices. Porque eso es lo que me pasa con el rock: me llena de alegría, de vitalidad; de esperanza en el sentido más puro del término, es decir, me otorga razones para esperar.
Hace un par de años, cuando la voz del gran Ronnie James Dio se apagó para siempre, salió un disco impresionante de músicos impresionantes: Black Country I de Black Country Communion, banda formada por Joe Bonamassa en la guitarra, Jason Bonham en la batería, Derek Sherinian en los teclados y en la voz y en el bajo un verdadero titán: Glenn Hughes. La unión de tamaños músicos ha dado hasta la fecha tres discos de una calidad sobrecogedora: Black Country I, Black Country II y Afterglow. En general me encantan los tres discos, pero por impacto emocional y cerebral me quedo con el primero, sin desmerecer el potente segundo álbum y el último. Pues, según se especula, ya BCC, estaría por disolverse.
Pero más allá del probable fin de BBC, su obra quedará plasmada en la historia del rock gracias, sobre todo, a la voz y al espíritu de Glenn Hughes ( N. 1952). La trayectoria de Hughes se remonta hacia 1970, cuando formaba parte de Trapeze, una banda menor dentro del espectro de Hard Rock de aquellos años. Sin embargo, las cualidades vocales de Hughes, se dieron a conocer a un público mayor cuando fue convocado para apoyar a David Coverdale en Deep Purple Mark III en 1974. Una vez que salió de Deep Purple, Hughes tuvo una carrera irregular, con colaboraciones diversas, entre las que destacan la que hizo con Tommy Iommi en Seven Star (1985) y HTP ( Hughes Turner Project) con Joe Lynn Turner. Además una infinidad de discos como solista de diversa calidad. Pero es claro que con Black Country Communion Hughes había vuelto a tener una presencia similar a la que tuviera con Deep Purple Mark III y IV.
No hay mejor manera que valorar la calidad de un verdadero cantante que escuchándolo en su real magnitud. A los 60 años Hughes sigue siendo el mejor, de eso no hay duda. El rango y los matices que logra mostrar cantando no los posee ningún cantante de rock, incluso vocalistas nuevos. Una voz que todavía existe.
Medusa de Trapeze, original del álbum del mismo nombre de 1970. Esta versión es de Hughes solista. Imperdible versión de 1994.
Con Deep Purple Mark III, Hughes grabó uno de los grandes clásicos de la banda: Mistreated, del álbum "Burn" de 1974. Esta versión de 2010, realmente como debe sonar.
Black Country es la canción con la que empieza el Black Country I de 2010. Una patada en la cara del mejor rock de cualquier época. Músicos inmensos y una voz que sale del centro del universo.
Sólo habitar desde esta música. ¿Me acerco? ¿Me alejo? La distancia marca la forma de comprensión y las fronteras de esta comprensión. Así, por un momento, esta música en su cercanía me llega a decir cosas que en otras circunstancias no lo haría. La perpetuidad y la contingencia se unen en esta audición. Lo que permanece y aquello que se diluye. Es la existencia así.
Hoy la vida se diluye lentamente. El existir se oculta tras cierta conciencia de la nada, que no ahondo para no hacerla trágica. El salto al vacío es casi inminente desde esa perspectiva. Pero es esa música, oída a modo profundo, la que me despierta del sopor de la tristeza. Tampoco la que genera algarabía. La música que logra exhalar cierta paz es esa música.
Escucho a Giulio Caccini. Y es en este momento lo que sólo quiero escuchar. Se que hay música que no merece preguntas. Este es un caso de esos.
Liszt, Mendelssohn, Chopin, Czerny, Berlioz, Marie D´agoult y George Sand, ante el busto de Beethoven .
Liszt tomó la "La marcha de los puritanos" de la ópera "Los Puritanos" de Bellini. Luego construyó un tema e ideó un conjunto de variaciones, unas realizadas por él, otras confiadas a otros compositores de la época. Estamos en 1837, en el esplendor de la primera gran generación del romanticismo. Hexameron S 392 tiene las siguientes partes:
Introduction:
Extremement lent (Liszt)
Tema:
Allegro marziale (transcribed by Liszt)
Variation
I: Ben marcato (Thalberg)
Variation II: Moderato (Liszt)
Variation III: di bravura (Pixis) - Ritornello (Liszt)
Variation IV: Legato e grazioso (Herz)
Variation V: Vivo e brillante (Czerny) - Fuocoso molto
energico; Lento quasi recitativo (Liszt)
Variation VI: Largo (Chopin) - (coda) (Liszt)
Finale: Molto vivace quasi prestissimo (Liszt)
La obra presenta todas las desmesuras del gran Liszt y los aportes necesarios de sus contemporáneos ilustres. Clara Schumann cuenta que la primera vez que se ejecutó esta obra, por Liszt, fue en su casa, con Robert a su lado. Hoy sabemos bien lo que Clara pensaba de Liszt.
Hay canciones que me gustan más allá de las letras cantadas. Que me gustan y que las disfruto más allá de razones puramente formales. A varias las encuentro en el equilibrio exacto entre la respiración y la tristeza, entre el placer y la nocturnidad. Hoy no tengo muchas ganas de mis adorados clásicos de siempre. Hoy son canciones sencillas que me inducen a mis propios deseos gozosos y a cierto ocaso de mi mismo.
1. Nights in White Satin de Moddy Blues (1967). Cada vez que la escucho me imagino a una pareja suicida de más de 60 años. Una pareja que mira una ciudad distinta a ellos, antes del fin de una vida. Una pareja perpleja ante la ciudad de hoy: variopinta al extremo, con olor a monoxido y a aceite, con sol sin protección. Nostalgias de tiempos idos. Una bella romanza para oír en el ocaso sin ídolos.
2. No Time de The Guess Who (1969). Esta canción respira hondo. Y me lleva a volar sobre las nubes de un crepúsculo que lucha por no ser artificial. Hay un deseo de trascendencia tan diáfano. Una era que no debió terminar por razones estéticas más que doctrinarias. No Time para siempre.
3. Suite: Judy
Blue Eyes de Crosby, Still and Nash (1969). Las voces, la paz de las voces. La dulzura de las voces. Hay un siglo tras todo eso. El ocaso del alma es más tolerable este 2012. 1969, aun no nazco, pero estoy naciendo en la libertad de estas voces.
4. Dear Prudence de The Beatles (1968). ¿Creen ustedes que se puede decir algo mejor que este ocaso del alma? Nunca dejará de sonar, nunca y nunca.
5. Set the
Controls for the Heart of the Sun de Pink Floyd (1968). Este ocaso se hunde en la noche. Hay misterio, hay formas de nocturnidad no demostradas por la pasión. Una obra de arte hecha Pink Floyd.
6. Starless de King Crimson (1974). Erarse una vez en la humanidad la canción más triste de la historia y la más bella de todas. ¿Te imaginas nuestro fin como ciudadanos de una roma imaginada? Esta canción me eleva al nivel de la tierra. Cambios de tiempo que nunca volverán a realizarse. Todos los tiempos del alma están aquí comprimidos.
Hace un siglo murio Nils Runeberg, teólogo sueco y autor de Kristus och Judas y de Den hemlige Frälsaren, ambos libros esenciales para descubrir y comprender el "misterio de Judas". Sin duda fue Den hemlige Frälsaren, el texto que más juicios apasionados generó por su vehemencia y contundencia y el que deparó los mayores infortunios a su autor.
Bien apunta Jorge Luis Borges en su acertado y erudito estudio sobre el célebre teólogo y docente en Lund:
Runeberg comprendió que no era
llegada la hora: Sintió que estaban convergiendo sobre él antiguas maldiciones
divinas; recordó a Elías y a Moisés, que en la montaña se taparon la cara para
no ver a Dios; a Isaías, que se aterró cuando sus ojos vieron a Aquel cuya
gloria llena la tierra; a Saúl, cuyos ojos quedaron ciegos en el camino de
Damasco; al rabino Simeón ben Azaí, que vio el Paraíso y murió; al famoso
hechicero Juan de Viterbo, que enloqueció cuando pudo ver a la Trinidad; a los
Midrashim, que abominan de los impíos que pronuncian el Shem Hamephorash, el
Secreto Nombre de Dios. ¿No era él, acaso, culpable de ese crimen oscuro? ¿No
sería ésa la blasfemia contra el Espíritu, la que no será perdonada (Mateo 12:
31)? Valerio Sorano murió por haber divulgado el oculto nombre de Roma; ¿qué
infinito castigo sería el suyo, por haber descubierto y divulgado el horrible
nombre de Dios?
Ebrio de insomnio y de
vertiginosa dialéctica, Nils Runeberg erró por las calles de Malmö, rogando a
voces que le fuera deparada la gracia de compartir con el Redentor el Infierno.
Murió de la rotura de un
aneurisma, el primero de marzo de 1912. Los heresiólogos tal vez lo recordarán;
agregó al concepto del Hijo, que parecía agotado, las complejidades del mal y
del infortunio.
Hoy en Melomanía rendimos homenaje al hombre, al personaje, al laberinto que nos lego a todos los mortales de esta parte del mundo.
Se me viene a la mente la célebre aria de La Pasión según San Juan de Bach: Es ist vollbracht. Quizás todo, tras Judas, todo esté consumado.
Tercera aria del Delirio Amoroso HWV 99 del gigante Händel. Estamos en Academia de la Arcadia, en 1707. Un culto cardenal y poeta, Benedetto Panfili, le da al "sajón" el texto. Es una obra temprana, del periodo romano del "sajón". Nunca más Händel volverá a escribir a ese nivel. Insisto, Inglaterra no le hizo tanto bien al cíclope del barroco. Y esta tercera aria, junto a Per te lascai la luce, iluminan este cielo de primavera mucho más que el sol.
María en Cielos de los Grabado de Doré sobre La Comedia de Dante
Eva redimida. Rosa mística. Corredentora. Cosas que dicen de ella. Puede ser la apropiación recapitulada de Isis, de Astarté, de Hera, entre otras. Pero aquí la Reina de los Cielos. Mi lado más hondo está saliendo en este momento. Salve Regina se pierde en la historia de la fe católica. Es una de las antífona del breviario dedicado a la Virgen María. Hoy se sabe que, afortunadamente, su origen se debe a un autor anónimo.
Salve Regina
Salve, Regina, Mater misericordiae,
vita dulcedo, et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exsules filii Hevae,
ad te suspiramus, gementes et flentes,
in hac lacrimarum valle.
Eia, ergo, advocata nostra,
illos tuos misericordes oculos ad nos converte;
et Iesum,
benedictum fructum ventris tui,
nobis post
hoc exilium ostende.
O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria.
Amen.
Ahora quiero compartir dos formas de abordar el Salve Regina. La primera de Doménico Scarlatti y la otra de Arvo Pärt.
Salve Regina en la menor de Domenico Scarlatti, 1756.
Fue compuesta en 1803 y dedicada al zar de Rusia Alejandro I. Cuando desapareció el riesgo napoleónico en Europa y en contexto del Congreso de Viena, el zar le pagó 100 ducados por la obra escrita 12 años atrás. No se si el pago haga justicia a la labor de esta sonata. Pero estoy seguro que es una de joyas de la música de cámara de la segunda época de Beethoven, pues logra el equilibrio exacto entre la corrección clásica y la elevación romántica en ciernes.
La sonata N. 7 en do menor Op 30 N. 2 presenta cuatro movimientos: Allegro con brio, Adagio cantabile, Scherzo: Allegro y Finale: Allegro. Ciertamente el primer movimiento es el que tiene los mayores logros, de temas dominantes y subdominantes; con ascendentes y descendentes cromáticos. La imaginación beethoveniana en planitud. También el adagio, con su claridad en cantabile , posee un interés mayúsculo. Los otros movimientos son de una corrección muy evidente. Pero es el allegro con brio donde la cuota de grandeza se manifiesta en su magnitud.
Sonata N. 7 en do menor Op 30 N. 2 en integridad con
Anne-Sophie.Mutter en el violín y Lambert Orkis en el piano.
Como a muchos, Arvo Pärt me seduce. Y Frates es parte de esa seducción mayor. Pärt concibió Frates como un vínculo testimonial, casi fantasmal, con el gran Benjamín Britten, pues es una obra que celebra la muerte y el diálogo con el muerto. ¡Cómo sintió la muerte de Britten!
Si, ya sé. Hay tantos elementos formales en Frates que es imposible hablar de esta obra sin referirse a ellos. Para que los conozcan pueden consultar cualquier página especializada en el minimalismo de Pärt. Pero Melomania no es ciencia, es sólo el parloteo de un melómano solitario.
Magia y muerte hay en esta obra. Fantasía de un diálogo que busca trascender la muerte. ¿Dónde está el fantasma de Britten? ¿Cómo la muerte nos acompaña en su amplitud y totalidad? Y "fulguración" en el sentido amplio y sabio que enunció el biólogo Lorentz.
Hoy no podré dormir. El fantasma de Britten, invocado por Pärt estará conmigo mientras el universo agoniza por penúltima vez.
Frates, 1977. Versión para piano violonchelo de 1989.
La experiencia, en primer término, es material. Y de ahí las potencias que permite. Las potencias que son infinitas pues depende del vuelo del alma. Ese es un buen inicio. Tener la experiencia de la materia sonora tal cual y, de ahí, dejar que la mente coseche sus propios frutos en la audición libre.
Me propongo experimentar conmigo mismo. Dejar que la materia sonora me impregne sin programa. Y buscaré los ejemplos más cercanos- a mi juicio- de la materia sonora concreta, individual, fragmentaria.
1. Arcana. Edgar Varèse (1927). Este fue mi primer acercamiento a la materia sonora en si.
2. Ritratto di cittá. Bruno Maderna y Luciano Berio (1954). Con texto de Roberto Leydi. La materia de la voz y la materia sonora de proviene de la vida diaria. Un asombroso paseo por lo sonidos primarios.
3. Hymnen. Karlheinz Stockhausen (1969). Imprescindible en su magnitud provocadora. Himnos disueltos, sobrepuestos. Materia en si y materia que se deconstruye.
Durante la guerra fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética o también entre la OTAN y el Pacto de Varsovia, la amenaza de una guerra nuclear a escala global fue frecuente. Cada año, ambas superpotencias militares hacían público los nuevos misiles cargados de ojivas nucleares. Pienso en los temibles SS-20 y SS-21 de la URSS o los Minuteman II y III de los Estados Unidos, que tenían (y tienen) la capacidad destruir una ciudad de 10 millones de habitantes. Y me viene a la memoria la "crisis de los misiles" de 1962, cuando el mundo estuvo al borde una conflagración termonuclear global. Hoy en día las posibilidades de una guerra nuclear parecen ser menos evidentes, aun cuando hay más países que poseen armas de destrucción masiva. Sin embargo, una guerra a escala global todavía está dentro de las probabilidades.
Recuerdo algunas canciones cuyo tema es la guerra nuclear. No son muchas las que vienen a mi mente. Seguro que muchos de ustedes recordarán otras. Aquí esta brevísima muestra, terrible, sin duda.
1. Electric Funeral. Álbum: Paranoid, 1970. Black Sabbath. La gran banda pionera del Heavy Metal, tiene el honor de haber compuesto una de las canciones más siniestras sobre la horror nuclear. La guitarra de Iommi bota lava atómica y el apoyo rítimico de Butler y Ward, nos lleva al lado más oscuro de la ciencia instrumental. Y Ozzy todavía era Ozzy.
2. Distant Early Warning. Álbum: Grace Under Pressure, 1984. Rush. En los años ochenta del siglo XX, la guerra nuclear nuevamente se puso en evidencia cuando Estados Unidos anunció su programa "Guerra de las Galaxias", un esfuerzo aeroespacial de construir un escudo antimisiles que protegiera su territorio de un eventual ataque de la URSS. Todo ello avivó las posibilidades de una gran guerra. Sobre todo cuando Reagan, llamó a la Unión Soviética "Imperio del Mal". Rush, compuso Grace Under Pressure, un disco conceptual donde el eje fue la guerra y el sufrimiento que ocaciona. Y Distant Early Warning fue la canción que narró las consecuencias de tal guerra nuclear. A pesar del uso excesivo de sintetizadores, Distant Early Warning logra transmitir una escala de graduaciones dramáticas muy convincentes.
3. Manhattan Project. Power Windows, 1985. Rush. Siguiendo con el mismo contexto de la posible guerra nuclear. Rush compuso una canción, donde se hace un paralelo entre la historia humana y su inevitable fin tras la guerra. Manhattan Project es un antihomenaje a quienes participaron en la construcción de la primera bomba nuclear en 1943. La que sirvió de prueba a las lanzadas en Hiroshima y Nagazaki. Una gran canción de un grupo admirable de siempre.
4. Enola Gay. Organisation, 1981. OMD. Enola Gay fue el avión que llevó dentro de si a la primera bomba nuclear, aquella que fue lanzada el 6 de agosto de 1945 en Hiroshima. La banda inglesa de synth pop, utilizó los recursos que la técnica le podía ofrecer para componer una canción efectiva con una dosis leve de dramatismo. Enola Gay, se hizo célebre por todo el mundo y, de paso, hizo de OMD una banda para recordar.
5. Rust in pace...Polaris. Rust in pace, 1990. Megadeth. ¡Qué gran canción! Capaz de captar el horror, el pesar, la destrucción, el dolor. No hay palabras para esta obra maestra del trash metal: una letra directa al rostro, como una contundente patada. Brillante.
Leo algunos juicios de Nikita Jrushchov sobre la música del siglo XX, en una conferencia organizada en el Kremlim en 1963:
“Estamos a favor de la música melódica con sustancia, que entusiasme al pueblo y le ofrezca sentimientos poderosos. Estamos en contra de la cacofonía… La música sin melodía no hace otra cosa que crear irritación… Es difícil saber lo que el término dodecafonía quiere decir, pero aparentemente es lo mismo que la cacofonía. Lo rechazamos. El pueblo no puede hacer nada con esta baratija. No puede servir a su ideología.”.
Resulta curiosa la asociación entre "dodecafonía" y "cacofonía" que hiciera el ex jerarca soviético (quien cuestionó el culto a la personalidad del stalinismo en el célebre XX congreso del PCUS en 1956). Sin duda, en asuntos del arte, Jrushchov no era precisamente una autoridad. Sin embargo revela las preocupaciones estéticas que existía en la URSS durante la guerra fría. Y también evidencia las diversas aristas del proyecto ideológico del "socialismo real".
De los compositores posteriores a la era de Stalin, es interesante por su riqueza y difusión la obra de Edison Desinov (1929-1996). Desinov fue uno de los primeros músicos soviéticos que asumió el legado del serialismo y compuso varias obras desde la óptica serial. Una de las obras más intensas de Desinov por logros técnicos y su riqueza temática y cromática es su Sinfonía N. 1, estrenada en 1987 bajo la dirección de Daniel Barenboim. Esta sinfonía está fuertemente vinculada con la tradición de Shostakovich y Prokofiev y una buena muestra de música poststalineana. La sinfonía posee cuatro movimientos continuos y dura aproximadamente 45 minutos. Los movimientos son: Lento – Agitato, Tranquillo, Agitato y Adagio.
Le robo el título- La voz a ti debida- al gran Pedro Salinas, poeta mayor de las letras hispanas del siglo XX. Y pienso en las voces humanas y en el arte que las mueve y conmueve. En el maestro del sonido que performa lo que suena en el cuerpo humano y se expande desde un cuerpo humano. ¡Qué hermoso es lo que puede salir del cuerpo humano!. Canciones, arias, motetes, etc. Desde esa altura me conmueven las voces humanas.
Fiel a mi estilo, hoy mostraré algunas de las composiciones para voz humana que más pondero dentro de mi educación sentimental y racional. Aquí están.
1. Per te lasciai la luce del Delirio Amoroso de Händel. Nunca la olvido por razones que sólo yo puedo reconocer plenamente. Me lleva a una morada donde la luz y el dolor son una misma cosa. Y si es cantada por Natalie Dessay el éxtasis en completo.
2. Unidite amanti del L'Eraclito amoroso de Barbara Strozzi, la gran compositora del alto barroco italiano. Recuerdo la primera vez de Unidite Amanti , no pude andar en línea recta, ni distinguir un ángulo cierto. Anduve por ciudades que odio imaginadamente. Y con Jaroussky, el lamento llega a alturas que son alturas.
3. Soave sia il vento de Cosi fan tute de Mozart. Este trio es una verdadera joya mozartiana. Y te lo digo a ti, sea quien seas, que el día de mi muerte estaré oyendo esto, esto que me lleva a contemplar la belleza en si misma. Porque no hay nada más hermoso, nada más hermoso...en serio.
4. Laudate Dominum de Vesperae solemnes di confessore de Mozart. Aquí otra muestra de las calmas mozartianas. Piensen, por un momento, lo siguiente. ¿Se puede hacer el mal después de tamaña demostración de belleza, de clamor auténtico hacia Dios? También, ¿acaso no es posible el perdón después del Laudate Dominum? Claro que sí. El perdón es real. La reconciliación si es posible. Aquí está la muestra, con Bartoli, claro está.
Enrique VIII fue, sin duda, un personaje muy interesante dentro de una época apasionante. La idea de Leviatán políticose estaba formado en ese intenso periodo de la historia de occidente. El rey Tudor fue la primera gran personificación del absolutismo y de la primacía de la "razón de estado" sobre la moral política. De ahí el pragmatismo escalofriante de sus acciones de gobierno. También su ilimitada incontinencia en los asuntos del cuerpo y del alma.
Como todo príncipe del renacimiento, Enrique VIII amó las artes y la cultura. Por ello, no es extraño que haya compuesto algunas canciones de inspirada melodía. Y no hay que olvidar que el rey Tudor tuviese como músico de corte a un gran compositor como Thomas Tallis.
Quiero compartir algunas canciones compuestas por Enrique VIII. Empiezo con Pastime with Good Company, una canción que contrasta en su bella un bucólica letra con la crueldad del rey.
Cuando Maurice Ravel estuvo en el frente de batalla, fue testigo de la muerte de varios de sus compañeros de combate. Ravel, como otros músicos franceses, trataba escapar del dominio musical austro-alemán; imperio casi absoluto desde fines del siglo XVIII. Era necesario recuperar las raíces propias, acercarse a los compositores que de algún modo habían sido esenciales en la formación de la música francesa. En este caso "Le Tombeau de Couperin" fue el homenaje que Ravel hizo al gran compositor barroco. La obra, a pesar de los años oscuros de su composición (1914-1918, primera gran guerra mundial), se muestra apacible y lúdica. Y evidencia el extraordinario dominio que poseía Ravel en la composiciones para teclado. Pocos compositores como Ravel llegaron a saber tanto de piano.
Cada parte de "Le Tombeau de Couperin" esta dedicada a algún compañero de batalla de Ravel que, dicho sea de paso, se salvo de morir pues fue licenciado de la guerra por razones de salud. Por fortuna Ravel vivió y siguió componiendo hasta 1937. ¡Mucha música tenía que darnos!
La estructura de "Le Tombeau de Couperin" es la siguiente:
Prélude
(en mi menor) a la memoria del teniente Jacques Charlot (quien transcibió
Ma Mère l'Oye para piano solo)
Fugue
(en mi menor) a la memoria de Jean Cruppi (hijo de la mujer a quien dedicó
L'Heure espagnole)
Forlane
(en mi menor) a la memoria del teniente Gabriel Deluc (pintor vasco de San
Juan de Luz)
Rigaudon
(en do mayor) a la memoria de Pierre y Pascal Gaudin
Menuet
(en sol mayor) a la memoria de Jean Dreyfus
Toccata
(en mi mayor) a la memoria del capitán Joseph de Marliave (musicólogo y
esposo de Marguerite Long)
Aquí Le Tombeau de Couperin en totalidad. A disfrutar y a volar alto como Ravel nos enseñó.
Leo la amplia biografía comentada de Einstein escrita con pasión y erudición por Walter Isaacson. Y en ella trato de ubicar los instantes en los que el gran científico y sabio daba rienda suelta a su apasionada melomanía. Así transcribo los siguientes párrafos de modo aleatorio:
"Einstein estaba pasando el verano de 1939 en una casita alquilada situada en la punta norte del extremo oriental de Long Island. Allí salía a navegar con su pequeño barco Tinef, compraba sandalias en unos grandes almacenes locales e interpretaba a Bach con el dueño de la tienda" ( página 512)
"(Hacia 1895) La música seguía siendo una pasión para él. En su clase había nueve violinistas, y su profesor señalaba que en general sufrían de "algunas dificultades dispares en el dominio de la técnica del arco". Pero a la vez se elogiaban concretamente a Einstein: "Un estudiante, apellidado Einstein, incluso destacó por su interpretación de una adagio de una sonata de Beethoven con una profunda comprensión". En un concierto celebrado en la iglesia local, se eligió a Einstein como primer violín para interpretar una obra de Bach. Su "tono encantador e incomparable ritmo impresionaron al segundo violinista, que le pregunto: "¿ Que cuentas los compases?" "¡De ninguna manera!- repuso Einstein- Lo llevo en la sangre" (página 56)
"Su compañero de clase Byland recordaría a Einstein tocando una sonata de Mozart con tal - "!Qué ardor había en su interpretación¡"- que le parecía estar escuchando al propio compositor interpretándola por primera vez. Al escucharle, Byland se dio cuenta de que la apariencia bromista y sarcástica de Einstein era una coraza para proteger un alma interior más blanda: "Era una de esas personalidades divididas que saben cómo proteger, con un exterior erizado de espinas, el delicado ámbito de su intensa vida personal" (página 56)
"Lo que apreciaba Einstein en Mozart y en Bach era la estructura arquitectónica que hacía que su música pareciera "determinista" y, como sus propias teorías científicas favoritas, arrancadas al universo antes de ser compuestas. "Beethoven creaba su música", diría Einstein en cierta ocasión, pero "la música de Mozart es tan pura que pereciera haber estado siempre en el universo". También comparaba a Beethoven con Bach: " Yo me siento incómodo escuchando a Beethoven. Creo que es demasiado personal, casi desnudo. Prefiero que me den Bach y, luego, más Bach" (Página 65)
"Admiraba asimismo a Schubert por su "superlativa habilidad para expresar la emoción". Sin embargo, en un cuestionario que rellenó en cierta ocasión se mostró crítico con otros compositores de una forma que reflejaba algunos de sus sentimientos científicos: "Händel tenía cierta superficialidad"; Mendelssohn exhibía "un talento considerable, pero una indefinible falta de profundidad que a menudo lleva a la banalidad"; Wagner adolecía de una "falta de estructura arquitectónica que yo veo como decadencia", y Strauss tenía "talento, pero sin verdad interior" (página 65)
"(Hacia 1955) Cuando sus colegas, como regalo por sus setenta y cinco aniversario, le actualizaron el equipo de música que le habían regalado cinco años antes, Einstein empezó a poner repetidamente un disco de la RCA Victor de la Missa Solemnis de Beethoven. Era aquella una elección muy poco habitual en él por dos razones. Einstein tendía a considerar a Beethoven, que no era su compositor preferido, "demasiado desnudo, casi personal". Asimismo, sus instintos religiosos no llevaban aparejados a esa clase de símbolos. "Soy un no creyente profundamente religioso-le diría a un amigo que le había enviado una felicitación de cumpleaños-. Esta es una especie de nueva religión". (página 578)
Pues bien, quizás sería terminar este texto con el Kyrie de la Missa Solemnis, toda vez que el gran Einstein estuvo escuchándola en sus últimos días.
En el cuadro de Jean Dominique Ingres ( 1780-1867) "Cherubini y la musa de la poesía lírica", se observa a Terpsícore, musa de la poseía lírica, imponiendo su mano sobre la cabeza de Cherubini como símbolo de protección. A la derecha de la musa, se encuentra una imaginada y poco real kithára de siete cuerdas, instrumento griego ensoñado por la mentalidad romántica. Ingres representa a su amigo de modo pensativo y reflexivo, sabiendo del caracter melancólico de compositor florentino. Esta pintura fue concebida en 1842, año de la muerte de Cherubini. Asimismo, el gran compositor le dedicó a Ingres un canon a tres voces con la entusiasta dedicatoria: "Al egregio talento de Ingres".
Ofrezco de Luigi Cherubini el cuarteto para cuerdas N. 1en mi bemol mayor. Los movimientos son: allegro-adagio agitato, largheto sans lenteur, scherzo: allegretto moderato y finale: allegro assai. Esta obra fue estrenada en 1805. No es una de las composiciones más conocidas de Cherubini como Medea o las dos misas Requiem. Sin embargo, su música de cámara es todo un descubrimiento reciente para mi. Recomiendo el largheto de este cuarteto. La melancolía que serenamente retrata Ingres en su cuadro se ve claramente reflejada.
Si alguien quisiera hacerme mucho daño, podría hacer lo siguiente: encerrarme en una habitación sin ventilación y obligarme a escuchar baladas en castellano durante interminables horas. No importa de qué década sean las baladas, casi todas ellas (si no son todas) me han generado siempre un sentimiento de angustia, de desesperación. No porque me conmuevan su belleza. Por el contrario, me angustian por su insufrible fealdad. Y en caso extremo, la bruttezza de la balada es torturante, más aun si estamos condenados a oírla a diario por doquier.
No se que ocurre últimamente, pero no hay taxista que se libere de este acto torturador. Algunos optan por las viejas baladas hispanas de los años sesenta, setentas e inicios de los ochentas. Que son consideradas, no se a mérito de qué, las mejores o las "más profundas". Otros prefieren las baladas que se nutren del pop rock y que se han generalizado en los últimas dos décadas. Sin embargo, más allá de cuestiones generacionales, las preferencias por las baladas se expanden a pasos agigantados nuevamente. Hay razones evidentes. El descomunal tráfico y la agresividad de muchos conductores, hace que la mayoría de taxistas busquen o programen en sus autos las cursis melodías que contrarresten el barullo citadino. Música que calma por su tiempo.
Pero claro está que el problema no es el tiempo. La tortura proviene de los arreglos y, sin duda, de las letras de las canciones. Y no se trata de un tema de levedad o profundidad. Sino de una cuestión estética. Las letras son realmente terribles.
Quiero compartir algunas de las baladas más idiotas y feas que he oído en mi vida. No es un lista, sólo se trata de una muestra personal de antigustos.
2. Corazón de poeta (1981) Jeanette. Esta canción posee una de los inicios más insólitos de la balada castellana, donde los sinsentidos abundan en grado mayor: "Tiene la expresión de una flor, la voz de un
pájaro,/ Y el alma como luna llena, de un mes de Abril,/ Tienen sus palabras
calor, y frío de invierno,/ Su piel es dura como el árbol, que azota el viento". A ver si Vallejo, Eliot o Paz tenían la "voz de un pájaro".
3. Prometimos no llorar (1972) Palito Ortega. Una de las canciones más divertidas de la balada y, por ello, más feas y edulcoradas canciones de la historia. Una joya del mal gusto: "No, lo nuestro es una costumbre;
y el amor es otra cosa./ Ahora me voy, es lo mejor para los dos, te deseo mucha
suerte que seas muy felìz, adiós.../ Te quiero, te quiero/ Adiós...". Con llantos, lágrimas y toda la estética de la bruttezza a su límite.
4. Dueño de nada (1980) José Luis Rodriguez. Un momento memorable del famoso "Puma": No soy yo/ ese a quien tu le/ dices
mi dueño;/ yo soy solo un perro/ que tus haces saltar. Qué impresionante: "perro que haces saltar".
5. El cariño es como una flor (1990) Rudy La Scala. No recuerdo experiencia más jocosa que esta canción. Y al mismo tiempo, mayor expresión de mal gusto. "El cariño es como una flor/ Que no se puede descuidar/Porque siempre hay alguien que espera
poderla llevar/ El cariño es como una
flor/Que no se puede descuidar/ Porque siempre hay alguien que espera
poderla arrancar". Y con el tono de voz de este cantante, arcadas garantizadas.
Cuando por fin pude escuchar el Quinteto para piano y cuerdas en fa mayor Op 34 de Brahms, fue un día inolvidable para mi educación sensorial. Todavía recuerdo el embrujo que causó en mi el Scherzo: allegro. Una de los momentos más logrados de la historia de la música de cámara. Igual me ocurrió con el Quinteto para piano y cuerdas en fa menor de César Franck y su terrible Lento con molto sentimento, acaso una de las "cosas" más tristes que me han tocado escuchar en mi vida. Y todavía centellean en altura el Trio "Fantasma" de Beethoven, "El cuarteto para el fin del tiempo" de Massiaen. En fin, obras que estremecen con sólo pensar que existen. Y más todavía en el universo de lo sonoro.
Hoy el recuerdo es para el Quinteto para cuerdas en do mayor D 956 de Schubert. Una de las cimas, qué duda cabe, de la música de cámara. Gracias a que Schubert incluyó en segundo violonchelo, la obra adquiere un poder que pocas veces ha poseído el quinteto para cuerdas. Quizás no haya otro quinteto de cuerdas que se le asemeje en calidad. Schubert con esta obra crea un lenguaje para la música de cámara plenamente romántico, abriendo una ruta nueva ante los monumentales cuartetos para cuerda, del Op 127 al 135, de Beethoven.
La pasión que desborda el Quinteto en do mayor es impresionante a falta de un adjetivo más exacto. Los recursos que llegó a poseer Schubert para acometer dicha obra son tan evidentes, por diafanidad y certidumbre, que está composición habla en todos los lenguajes del corazón posibles. ¿Qué corazón es el que habla? El de Schubert. El de Schubert a punto de elevar sus raíces al instancia alada. Antes Beethoven y sólo después Brahms, llegaron a esa plenitud. Y es así que el nexo de la perfección de la santísima trinidad de la música de cámara (Beethoven, Schubert y Brahms) queda establecida.
Aquí el orden del prodigioso Quinteto en totalidad:
Hay días en que no estoy en el 2012. Y que vivir en el siglo XXI me parece una broma cruel. Se que es absurdo e ilógico tener nostalgia de una época no vivida, porque la percepción que se suele tener de una época del pasado está fuertemente contaminada por las distorsiones de la lectura desmesurada y por las inexactitudes frecuentes de la reconstrucción histórica.
Pero la ilusión vale. Y es legítima si logra despertar en nosotros algún deseo por aprender, por conocer, por maravillarnos. Y es eso lo que siempre me ha fascinado de aquel bello mito que fue el renacimiento. Pues sólo pensar en hombres como Leonardo, Della Mirandola, Durero, Rafael, Botticelli, Moro, Erasmo, Maquiavelo, Tallis, Desprez, etc, me conmueve el alma. Y esa es la palabra: "conmoción".
Si quiero ser sincero conmigo mismo, debo decirme que tengo una alma renacentista. Y estoy seguro que mi mente hubiera logrado su mayor estado de conmoción, si por un momento pudiese haber visto a Leonardo trabajar en sus mágicos diseños, ver a Botticelli pintar, a Durero grabar; conversar con Tomas Moro y Maquiavelo o asistir a Desprez mientras componía la más bella música de su época. El saber se fundía sin límites. El arte, la ciencia, las humanidades, estaban unidas bajo el estigma de la pasión. Un hombre tan universal como Leonardo es la esencia del renacimiento. Todo el universo se condensaba en un sólo cerebro.
Vivimos en una época de grandes posibilidades. Donde todo el saber humano se presenta como una portentosa construcción, descomunal, de la que todavía no somos conscientes. Sin embargo, es una era triste. No por ese gran logro que ha sido la libertad individual, sino porque una vez que la hemos logrado, no sabemos qué hacer con ella. Y por ello el mundo esta en un estado de suspenso, por ello el mundo flotante y sin alas en el que vivimos.
Pienso en el renacimiento. Me pienso renacentista. Aun cuando pueda parecer muy pretencioso de mi parte, siento que allá voy. Y que una vez muerto, iré conversar con Durero o Leonardo. Mentes que no tuvieron límites, como mi mente apasionada por absolutamente todo.
Praeter Rerum Seriem de Josquin Desprez. La mayor gloria vocal del Renacimiento.
Aquí todas las cosas danzan. Las cosas de diversas dimensiones, las más grandes y las más pequeñas. Danzan en microespacios, esos que se deducen a partir del estudio molecular. También en el cosmos en su mayor amplitud, como cuando vemos la inmensidad de la noche estrellada.
Allegro, ma non troppo - Presto. El último movimiento de la “appassionata” es un allegro en perpetuum mobile, sobre una ruta de ágiles semicorcheas que sólo son obstaculizadas en el desarrollo y en la coda. El movimiento es complejo, rápido y agitado. Por eso el nombre “apasionada”. Por eso es una de las cumbres del repertorio pianístico. Por eso todas las cosas pueden danzar al infinito.
1992. Mueren Cage, Messiaen, Bacon, Hayek. Lo recuerdo bien. El siglo XX estaba próximo a su fin y varios de sus grandes animadores se iban, dejando hondos vacíos. Aquel año, también murió Astor Piazzolla (1921-1992). Todavía tengo el recuerdo vivo de la trágica noticia. Moría un referente de lo mejor que nos dió esa Argentina entrañable que, lamentablemente, ya no existe.La Argentina de Borges, Sábato, Ginastera, entre otros. Piazzolla era grande y lo sigue siendo. Elevó al tango a otras dimensiones. Lo hizo internacional y cosmopolita. Hizo del tango una aventura sonora abierta que une lo popular y lo académico. ¡Cuánta falta le hizo a la música criolla peruana un artista como Piazzolla¡
No diré más de Piazzolla. Mi homenaje será compartir algunas composiciones, tanto instrumentales como vocales de este grande de Argentina.
1. Balada para un loco. La letra del poeta uruguayo Horacio Ferrer fue musicalizada en este enorme fresco sonoro bonarense, lleno de ternura y dramatismo. Más allá del escándalo que suscitó entre los puristas del tango en su momento, la "Balada para un loco" sigue andando convirtiéndose en casi en un himno patrio. Aquí, la versión cantada por Amelita Baltar, la versión definitiva sin duda.
Balada para un loco. Letra de
Horacio Ferrer y Música de Astor Piazzolla
Hablado:
Las tardecitas de Buenos Aires
tienen ese qué sé yo, ¿viste? Salís de tu casa, por Arenales. Lo de siempre: en
la calle y en vos. . . Cuando, de repente, de atrás de un árbol, me aparezco
yo. Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizón en el viaje a Venus:
medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos
medias suelas clavadas en los pies, y una banderita de taxi libre levantada en
cada mano. ¡Te reís!... Pero sólo vos me ves: porque los maniquíes me guiñan;
los semáforos me dan tres luces celestes, y las naranjas del frutero de la
esquina me tiran azahares. ¡Vení!, que así, medio bailando y medio volando, me
saco el melón para saludarte, te regalo una banderita, y te digo...
(Cantado)
Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
No ves que va la luna rodando por Callao;
que un corso de astronautas y niños, con un vals,
me baila alrededor... ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!
Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
y a vos te vi tan triste... ¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí!...
el loco berretín que tengo para vos:
¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Cuando anochezca en tu porteña soledad,
por la ribera de tu sábana vendré
con un poema y un trombón
a desvelarte el corazón.
¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Como un acróbata demente saltaré,
sobre el abismo de tu escote hasta sentir
que enloquecí tu corazón de libertad...
¡Ya vas a ver!
(Recitado)
Salgamos a volar, querida mía;
subite a mi ilusión super-sport,
y vamos a correr por las cornisas
¡con una golondrina en el motor!
De Vieytes nos aplauden: "¡Viva! ¡Viva!",
los locos que inventaron el Amor;
y un ángel y un soldado y una niña
nos dan un valsecito bailador.
Nos sale a saludar la gente linda...
Y loco, pero tuyo, ¡qué sé yo!:
provoco campanarios con la risa,
y al fin, te miro, y canto a media voz:
(Cantado)
Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Trepate a esta ternura de locos que hay en mí,
ponete esta peluca de alondras, ¡y volá!
¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!
Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Abrite los amores que vamos a intentar
la mágica locura total de revivir...
¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará!
(Gritado)
¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
Loca ella y loco yo...
¡Locos! ¡Locos! ¡Locos!
¡Loca ella y loco yo!
2. Preludio para el año 3001. Nuevamente la dupla Ferrer y Piazzolla en una de las más bellas canciones que se puedan escuchar. Amelita Ferrer, quien era la compañera de Piazzolla de aquellos años, nos da una versión mayúscula.
Preludio para el año 3001. (Letra de Horacio Ferrer y música
de Astor Piazzolla)
Renaceré en Buenos Aires en otra tarde de Junio,
con estas ganas tremendas de querer y de vivir.
Renaceré fatalmente, será el año tres mil uno
y habrá un domingo de otoño por la plaza San Martín.
Le ladrarán a mi sombra los perritos vagabundos,
con mi modesto equipaje llegaré del Más Allá,
y arrodillado en mi Río de la Plata lindo y sucio,
me amasaré otro incansable corazón de barro y sal.
Y vendrán tres lustrabotas, tres payasos y tres brujos,
mis inmortales compinches gritándome "¡Fuerza, che,
nacé, nacé, dale pibe, metéle hermano, que es duro,
pero muy bueno el oficio de morir y renacer!"
Renaceré, renaceré, renaceré,
y una gran voz extraterrestre me dará
la fuerza antigua y dolorosa de la Fe,
para volver, para creer, para luchar.
Tendré un clavel de otro planeta en el ojal,
porque si nadie ha renacido, ¡yo podré!
Mi Buenos Aires siglo treinta y uno, ya verás:
renaceré, renaceré, ¡renaceré!
Renaceré de las cosas que he querido mucho, mucho,
cuando los dioses digan bajito "Volvió..."
Yo besaré la memoria de tus ojos taciturnos,
para seguirte el poema que a medio hacer me quedó.
Renaceré de las frutas de un mercado con laburo,
y de la mugre serena de un romántico café,
de un sideral subterráneo Plaza de Mayo a Saturno
y de una bronca de obreros por el sur renaceré.
Pero verás que renazco en el año tres mil uno,
y con muchachos y chicas que no han sido y que serán,
bendeciremos la tierra, tierra nuestra, y te lo juro
que a Buenos Aires de nuevo nos pondremos a fundar.
Renaceré, renaceré, renaceré,
y una gran voz extraterrestre me dará
la fuerza antigua y dolorosa de la Fe,
para volver, para crecer, para luchar.
Traeré un clavel de otro planeta en el ojal,
porque si nadie ha renacido ¡yo podré!
Ciudad del siglo treinta y uno, ya verás:
renaceré, renaceré, ¡renaceré!
3. Introducción a Héroes y Tumbas. A Piazzolla le unía una gran amistad con otro de los hombres míticos de Buenos Aires: Ernesto Sábato. Por eso la "introducción" y la admiración evidente de esta impresionante composición Quienes hemos leído Sobre Héroes y Tumbas sabemos que aquí se condensa toda la pesadumbre de una novela colosal. En la grabación de la composición de Piazzolla, Sábato lee el poema con el que empieza el "Informe sobre ciegos":
Oh, dioses de la noche!
¡Oh, dioses de las tinieblas, del incesto y del crimen,
de la melancolía y del suicidio!
¡Oh, dioses de las ratas y de las cavernas,
de los murciélagos, de las cucarachas!
¡Oh, violentos, inescrutables dioses
del sueño y de la muerte!
4. Milonga del Ángel. Todo aquí se eleva. Me acaricia la mano el ángel que es recreado por Piazzolla. Qué vuelo más espléndido, qué ternura más humana y evangélica. Desde siempre la "Milonga del Ángel" es mi poesía íntima para convertirme en yo mismo. ¿Cuándo volverá Buenos Aires a ser Buenos Aires?
5. Balada para mi muerte. Aquí todo llega a la penumbra o a la luz. La existencia en totalidad. Versión impresionante de Susana Ridaldi.
Balada para mi muerte. Ferrer y Piazzolla
Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
guardaré mansamente las cosas de vivir,
mi pequeña poesía de adioses y de balas,
mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.
Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,
mi penúltimo whisky quedará sin beber,
llegará, tangamente, mi muerte enamorada,
yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis.
Hoy que Dios me deja de soñar,
a mi olvido iré por Santa Fe,
sé que en nuestra esquina vos ya estás
toda de tristeza, hasta los pies.
Abrazame fuerte que por dentro
me oigo muertes, viejas muertes,
agrediendo lo que amé.
Alma mía, vamos yendo,
llega el día, no llorés.
Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
que es la hora en que mueren los que saben morir.
Flotará en mi silencio la mufa perfumada
de aquel verso que nunca yo te supe decir.
Andaré tantas cuadras y allá en la plaza Francia,
como sombras fugadas de un cansado ballet,
repitiendo tu nombre por una calle blanca,
se me irán los recuerdos en puntitas de pie.
Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
guardaré mansamente las cosas de vivir,
mi pequeña poesía de adioses y de balas,
mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.
Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,