Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

miércoles, 8 de abril de 2009

La gota de sangre

"Les aseguro que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo
"
Jesús de Nazareth. Mt 25-44

El 3 de noviembre del año del Señor de 1991, una gota de sangre salía del cuerpo de un niño. La gota se deslizó sobre el piso y, al llegar la noche, discurrió sobre la puerta para llegar a la calle. Cansada, pero conciente de si, empezó andar lentamente por la vereda hasta llegar a la pista. Y, sabiendo lo que tenía que hacer, se echó sigilosamente a andar. Años después, llegó a la puerta del palacio donde moraba el Criminal. Como era pequeña, nadie se percató de su existencia y pudo entrar sin ser vista. La gota pasó por la puerta de un salón y escuchó cómo se reían los adulones del Criminal mientras festejaban una compra de aviones que no servían a aquel país. Entró a otra habitación y vió una ruma de dinero dada por un poderoso para lograr el favor del Criminal. Por los pasadisos del palacio, pudo oír una conversación del Criminal, dando ordenes para pagar los estudios de sus hijos mayores en el extranjero. Con esfuerzo, logró, al fin, entrar a la habitación del Criminal, mientras éste se divertía en la cama con unas periodistas. Levantándose por las paredes, escuchó al hijo menor del Criminal bestializandose con un perro. Y, trepada en el techo, oyó entre palabras inentendibles cómo desfilaban todos los que adulaban y temían al Criminal.


Una noche, casi nueve años después de salir del cuerpo del niño, la gota logró escalar la cama del Criminal cuando éste dormía. Llegó a su cuello, subió por sus mejillas hasta acercarse a su boca. Sin miedo, llena de hambre y sed de justicia, se metió en el cuerpo del Criminal, avanzando y reconociendo cada parte de ese cuerpo que alguna vez fue de un ser humano. Al despertarse, el Criminal sintió dentro de si una presencia que le impacientaba. Desesperado, mandó a quemar un edificio con personas adentro para acusar a sus opositores. Desesperado, mando a comprar todas las conciencias que la faltaba comprar. Desesperado y a toda furia, entrecerraba sus dientes, lleno de odio ilimitado sin comprender por qué hacía todo esto. Ya sin límites, desbordado, el Criminal salió huyendo del palacio, salió huyendo del país, salió huyendo de otro país, salió huyendo de su cuerpo, salió huyendo de su alma.


Mientras tanto, la gota de sangre empezaba a horadar la frente del criminal. Cada día construía una nueva línea de la marca, una señal de lo que él era. Tiempo después, la marca estaba ahí y estaría, en ese lugar hasta el juicio final. Los adulones del Criminal no la querían ver y nunca la pudieron ver. Pero cada mañana, el Criminal la miraría en el espejo hasta su muerte. Más allá de todo juicio humano, la gota de sangre del niño había vencido. Ya libre, voló hasta el cuerpo del pequeño. Y en unidad, se elevó hacia el Padre cuando ya todo estaba consumado.


Las últimas siete palabras. Joseph Haydn: Mein Gott, mein Gott, warum hast du mich verlassen?

No hay comentarios: