Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

miércoles, 1 de abril de 2015

Pasiones de semana santa




Padeció en la tortura, padeció en la cruz. La "teología de la muerte de Dios" habría dicho que esa muerte, la muerte que se conmemora el viernes santo, es una muerte sin fin, una muerte que no acaba. Teotanatología. La pasión y muerte del Adán Redimido, ha sido motivo justo de música, de música grande capaz de representar el horror del crucificado. Tema inagotable que seguirá siendo - por los interesados a pesar de la "ciudad secular"- motivo de estremecimiento. El símbolo es poderoso: el ser humano crucifica al hijo de Dios. 

Dos tipos de composiciones son célebres en recrear la pasión y muerte de Jesucristo. Las Pasiones y el Stabat Mater. Y los grandes maestros nos han brindado páginas preciosas y hondas sobre el sufrimiento crístico. Bach y Telemann con pasiones que parten de los evangelios canónicos. Y muchísimos compositores que tomaron el Stabat Mater del monje místico Jacopone Da Todi: Pergolesi, Vivaldi, Rossini, Pärt, entre otros. 

Quiero hacer un breve viaje la pasión, en el padecer, de Cristo. Mostrar lo que es capaz de hacer el arte cuando lo que se ama está en otro orden. 

1. Erbarme dich, mein Gott. Pasión según San Mateo. Johann Sebastian Bach. 

Ten piedad de mí, Dios mío,
advierte mi llanto.
Mira mi corazón,
mis ojos que lloran
amargamente ante Ti.
¡Ten piedad de mí!



2. Es ist vollbracht!. Pasión según San Juan. Johann Sebastián Bach


Todo se ha consumado!
¡Oh consuelo para el alma que sufre!
La noche del dolor
me deja contar las últimas horas.
El héroe de Judá
finalizó la batalla
y consiguió gran victoria.




3. Stabat Mater de Pergolesi.

1.Versión por Lope de Vega6

La Madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba
mientras el Hijo pendía.
Cuya alma, triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.
2.

¡Oh, cuán triste y cuán aflicta
se vio la Madre bendita,
de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.
3.

Y ¿cuál hombre no llorara,
si a la Madre contemplara
de Cristo, en tanto dolor?
Y ¿quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?
4.

Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado,
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.
5.

¡Oh dulce fuente de amor!,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.
6.

Y, porque a amarle me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.
7.

Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo.
Porque acompañar deseo
en la cruz, donde le veo,
tu corazón compasivo.
8.

¡Virgen de vírgenes santas!,
llore ya con ansias tantas,
que el llanto dulce me sea.
Porque su pasión y muerte
tenga en mi alma, de suerte
que siempre sus penas vea.
9.

Haz que su cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio.
Porque me inflame y encienda,
y contigo me defienda
en el día del juicio.
10.

Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén.
Porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.


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