Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

viernes, 23 de octubre de 2009

Oh eternidad, terrible palabra

Estoy aquí, viernes 23 de octubre de 2009. A esta hora no hay muchos alumnos. El rumor de la calle es casi imperceptible. Es un día de primavera que no parece tal. El cielo gris de Lima, como un soundtrack visual, todo lo unifica y diversifica a su antojo. Por ejemplo, el arbusto que habitualmente esta  frente a mi, hoy no es tal. Hay algo que ha modificado su peso, su forma, su color. La percepción nunca es la misma. Pasa siempre. Los movimientos del alma, el tamaño del sueño anterior. Las cosas que se fusionan en esta mente que no cesa, que no cesa.


Este momento es Bach. Teología que no precisa de teología. Me quedo absorto, pensando en el deseo de la Reforma. Frescos corales que se erigieron ante el ostracismo de la plástica. Si no hubiese pasado ello, Bach no sería quien llegó a ser, posiblemente.  Sin embargo, para nuestra "fortuna", pasó. Y su música se transformó en el puente, la puerta, la metáfora. Y esos corales nos llevaron, nos llevan y llevarán a dónde el corazón quiera ir.


Oh eternidad, terrible palabra, es el nombre de la cantata BWV 20, una de las más famosas. Supe de ella gracias a la última exposición que Adolfo Winternitz realizó en vida. Justamente, una de las series de pinturas expuestas estaban basadas en la hermosa O Ewigkeit, du Donnerwort ( Oh eternidad, palabra terrible). Años después, pude oírla;  comprendí, plenamente, lo que el ilustre artista plástico buscaba plantear. Como últimamente me sucede, el "`proceso" de la eternidad es algo que cada vez más me conmueve. Lejanía e infinito como la visión de Leopardi de "yerma loma". 


O Ewigkeit, du Donnerwort (sólo algunas partes, fíjense en el texto: hermoso)
Coro




¡Oh eternidad terrible palabra!
¡Oh espada que traspasas el alma!
¡Oh principio sin fin!
¡Oh eternidad tiempo sin tiempo!
Ante tan gran tristeza no sé
donde arrojarme.
Mi corazón horrorizado se estremece,
se me pega la lengua al paladar.


Recitativo (Tenor)
No se existe en todo el mundo una desgracia
que dure eternamente:
debe desaparecer alguna vez con el tiempo.
¡Ay! Pero el dolor de la eternidad no tiene fin.
Lleva, de aquí para allá, su fardo de tortura.
Sí, como el mismo Jesús dijo,
fuera de Él no hay salvación.


Aria (Bajo)
Dios que es justo en sus obras,
por los efímeros pecados de este mundo,
ha ordenado tan largo sufrimiento.
¡Ojalá, el mundo se diera cuenta de esto!
Corto es el tiempo, rápida la muerte.
¡Oh criatura medita sobre esto!


Oh eternidad, palabra terrible (Coro, Recitativo y Aria) . BWV 20. J. S. Bach. Dirige: N. Harnoncourt. 






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