Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

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viernes, 22 de octubre de 2010

La experiencia de lo bello en la palabra de Von Balthasar: conclusiones hacia Mozart



Escribe Von Balthasar: " Lo bello volverá a existir tan sólo si, entre la salvación del más allá - la salvación teológica - y el mundo perdido en el positivismo y la falta de corazón, la energía del corazón cristiano se torna lo suficientemente grande para experimentar el cosmos como revelación de un abismo de gracia  y de amor absoluto e incomprensible. No meramente "creer", sino experimentar. Es claro que Dante, Shakespeare y Calderón fueron capaces de esto; pero más sorprendente es que también Eichendorf y Ruge, que se encontraban abocados a lo fragmentario, lo lograsen igualmente, para no hablar del milagro Mozart, que, separado de todo auténtico mundo mítico por un muro compacto de convencionalismos, tiene la suficiente energía de corazón para percibir infaliblemente lo auténtico, para ver toda convención a la luz de lo auténtico e infundir a todo ser creado un sonido que al mismo tiempo es cristiano y es cómico. " (En: Revelación y Belleza. Ensayos Teológicos  Tomo I Verbum Caro).

¿De dónde provenía esa energía de corazón? De la experiencia de fe. ¿Cuán seguros estamos de la experiencia de fe de Mozart a la luz de su biografía? En una carta fechada el 4 de abril de 1787, el hombre joven de 30 años le escribe a su padre Leopold: ¡Desde hace algún tiempo he alcanzado tanta familiaridad con esta amiga sincera y sumamente querida del hombre, [la muerte], que su imagen ya no sólo no tiene nada de aterrador, sino que me parece incluso muy tranquilizante y consoladora! Y doy gracias a mi Dios por haberme concedido la suerte de tener la oportunidad de reconocer en ella la clave de nuestra felicidad…No me acuesto nunca sin pensar que al día siguiente quizá ya no estaré...Y sin embargo nadie que me conozca podrá decir que en compañía yo sea triste o de mal humor. Y por esta suerte doy las gracias cada día a mi Creador y lo deseo de todo corazón a cada uno de mis semejantes. Muchas cosas se pueden entender ahora. 

Agnus Dei. Misa de Coronación KV 317. Wolfgang Amadeus Mozart. Versión histórica. ¡ Seremos capaces del alcanzar la gloria. No lo dudes, amigo o amiga lector y lectora!

viernes, 2 de julio de 2010

Palabra mayor de Von Balthasar




Cuando leo a Von Balthasar me encuentro con lo mejor de mi. Reconozco la dimensión de mis propias pasiones, de mis búsquedas y anhelos. Y por eso mismo de mis limitaciones y la imposibilidad real de superarlas. Leer a Von Balthasar es un despertar sobre mi propia identidad y realidad.  Me doy cuenta que conozco casi nada o muy poco. Que siempre seré un aprendiz incipiente de los misterios del arte y la música. Veo los siete volúmenes de  Gloria, una estética teológica y el cuerpo me tiembla, mi  mente se nubla asombrada. ¡Cuánto sabía este hombre! ¡Cómo se puede llegara a saber de ese modo! 

Von Balthasar perteneció a un mundo que para mi resulta inasible. Tuvo una formación intelectual, sensorial y espiritual profunda y vasta. De un modo que hoy en día nadie tiene. Uniendo diversos campos de interés con una solvencia sobrecogedora. No es el saber del polígrafo o del periodistilla. Sino, el saber del teólogo que, habiendo pasado por la formación filosófica y humanística necesaria, se atreve a mirar algo tan maravilloso y complejo como la experiencia estética y sus potencias inmanentes y trascendentes. Mirar lo sensible de la experiencia y realidad del ser como mediación integral. La "gloria" es eso. Comprender el misterio de la mediación y cómo estamos constituidos de tal modo que sólo podemos acceder a lo espiritual desde la mediación material. Pero esta consideración del ser será posible si nuestra inteligencia y voluntad reconocen la integridad del ser en su verdad, bondad y belleza. 

En la introducción de primer tomo de GloriaLa Percepción y la Forma, Von Balthasar escribió una de las páginas más luminosas del último siglo. Me limitaré a citar las ideas más hermosas de Punto de partida y propósito final. Una de las reflexiones más profundas sobre la belleza y el poder transformador de la misma en conciliación con la verdad y el bien. 

"La palabra con la que en este primer volumen iniciamos toda una serie de estudios teológicos es una palabra que no sirve de punto de partida a los filósofos, si bien puede constituir el término final de sus reflexiones; una palabra que, por otra parte, nunca ha tenido una voz ni un puesto garantizado y estable en el concierto de las ciencias exactas, y que, cuando alguien se atreve a tematizarla, se ve acusado de diletantismo ocioso por los superatareados especialistas; una palabra, además, de la que, en la época moderna, se ha distanciado la religión y especialmente la teología, las cuales han delimitado enérgicamente sus fronteras frente a ella; en resumen, una palabra anacrónica para la filosofía, la ciencia y la teología, una palabra de la que en modo alguno puede hacerse hoy alarde y con la que se arriesga uno a predicar en el desierto. Ahora bien, si el filósofo no puede comenzar por esta palabra, sino (en el caso de que entretanto no la haya olvidado) a lo sumo terminar, ¿no debería quizá el cristiano considerarla como su palabra inicial justamente por ésto? Y, puesto que las ciencias exactas ya no disponen de tiempo para dedicarse a ella (ni tampoco la teología, en la medida en que utiliza un método que se aproxima cada vez más al de las ciencias exactas y participa de su atmósfera), ha sonado quizá más claramente que nunca la hora de perforar la coraza de este tipo de exactitud, que sólo es capaz de comprender un ámbito muy limitado de la realidad, a fin de abrirnos nuevamente a la verdad total, a la verdad que es atributo trascendental del ser y no es una magnitud abstracta sino el vínculo vital entre Dios y el mundo. Y, finalmente, puesto que la religión de nuestra época se ha desligado de aquella palabra, quizá no sería ocioso examinar qué rostro (si es que todavía tiene alguno) puede ofrecer esta religión hasta tal punto despojada.


Nuestra palabra inicial se llama belleza. La belleza, última palabra a la que puede llegar el intelecto reflexivo, ya que es la aureola de resplandor imborrable que rodea a la estrella de la verdad y del bien y su indisociable unión. La belleza desinteresada, sin la cual no sabía entenderse a sí mismo el mundo antiguo, pero que se ha despedido sigilosamente y de puntillas del mundo moderno de los intereses, abandonándolo a su avidez y a su tristeza. La belleza, que tampoco es ya apreciada ni protegida por la religión y que, sin embargo, cual máscara desprendida de su rostro, deja al descubierto rasgos que amenazan volverse ininteligibles para los hombres. La belleza, en la que no nos atrevemos a seguir creyendo y a la que hemos convertido en una apariencia para poder librarnos de ella sin remordimientos. La belleza, que (como hoy aparece bien claro) reclama para sí al menos tanto valor y fuerza de decisión como la verdad y el bien, y que no se deja separar ni alejar de sus dos hermanas sin arrastrarlas consigo en una misteriosa venganza. De aquel cuyo semblante se crispa ante la sola mención de su nombre (pues para él la belleza sólo es chuchería exótica del pasado burgués) podemos asegurar que —abierta o tácitamente-- ya no es capaz de rezar y, pronto, ni siquiera será capaz de amar. El siglo XIX se aferró todavía con un entusiasmo apasionado al ropaje de bellezas huidizas, a las boyas flotantes del mundo antiguo que se hundía («Helena abraza a Fausto, lo corpóreo desaparece, el vestido y el velo se le quedan entre las manos... Los vestidos de Helena se disuelven en nubes, envuelven a Fausto, lo elevan hacia las alturas y se disipan con él», Fausto II, acto 3°); el mundo iluminado por Dios se reduce a sueño y apariencia, romanticismo, y pronto será sólo música; pero, cuando la nube se desvanece, queda una imagen insoportable de la angustia, la materia desnuda; y, dado que todo se ha desvanecido y, sin embargo, se siente la necesidad de abrazar algo, el hombre de nuestro siglo corre obligado hacia ese himeneo inalcanzable que, a la postre, le hace detestar toda forma de amor. Ahora bien, aquello que revela al hombre su impotencia, aquello que le es imposible someter, le resulta insufrible; por eso no tiene otra alternativa que negarlo o rodearlo de un silencio de muerte.

En un mundo sin belleza —aunque los hombres no puedan prescindir de la palabra y la pronuncien constantemente, si bien utilizándola de modo equivocado—, en un mundo que quizá no está privado de ella pero que ya no es capaz de verla, de contar con ella, el bien ha perdido asimismo su fuerza atractiva, la evidencia de su deber-ser realizado; el hombre se queda perplejo ante él y se pregunta por qué ha de hacer el bien y no el mal. Al fin y al cabo es otra posibilidad, e incluso más excitante; ¿por qué no sondear las profundidades satánicas? En un mundo que ya no se cree capaz de afirmar la belleza, también los argumentos demostrativos de la verdad han perdido su contundencia, su fuerza de conclusión lógica. Los silogismos funcionan como es debido, al ritmo prefijado, a la manera de las rotativas o de las calculadoras electrónicas que escupen determinado número de resultados por minuto, pero el proceso que lleva a concluir es un mecanismo que a nadie interesa, y la conclusión misma ni siquiera concluye nada...."

Y si esto ocurre con los trascendentales, sólo porque uno de ellos ha sido descuidado, ¿Qué ocurrirá con el ser mismo? (Gloria Volumen I, una estética teológica. La Percepción y la Forma, Introducción) 


Después de estas palabras de Von Balthasar no puedo escribir nada más. Sólo mostrar la belleza, verdad y bondad de la Pasión Según San Juan de Bach. 

Coro: Herr, unser Herrscher. La pasión según San Juan. Johan Sebastian Bach. BWV 245. Dirige. Nicolaus Harnoncourt

Señor, señor!
¡Tu gloria reina en todos los pueblos!
Muéstranos,
por tu Pasión, que Tú,
Hijo de Dios verdadero,
hasta en las mayores humillaciones
has sido glorificado.




Aria: Zerfließe, mein Herze, in Fluten der Zähren. La pasión según San Juan. Johan Sebastian Bach. BWV 245. Dirige. Nicolaus Harnoncourt.






En honor del Altísimo,
anégate, corazón mío, en amargo llanto.
Cuenta a la tierra y al cielo tu dolor.
¡Jesús ha muerto!





Recitativo y coro: Ruht wohl, ihr heiligen Gebeine. La pasión según San Juan. Johan Sebastian Bach. BWV 245. Dirige. Nicolaus Harnoncourt.



Descansad en paz, restos sagrados.
Ya no lloro más.
Descansad dadme a mí también eterna paz.
Que no se esconda
el dolor en nuestro sepulcro.
¡Abridme el cielo
y cerradme el camino del infierno!

Deja Señor que, finalmente, 
tus ángeles lleven mi alma 
al seno de Abraham. 
Deja reposar dulcemente mi cuerpo 
hasta el día del Juicio.
Y entonces, despiértame 
y haz que mis ojos 
te contemplen 
en todo tu esplendor, 
¡oh Hijo de Dios, Salvador mío! 
Escúchame, Señor Jesucristo: 
¡eternamente te alabaré!

miércoles, 25 de noviembre de 2009

La verdad es sinfónica

Cuando pienso en Guardini, en Barth, en Bonhoeffer, en de Lubac, en Von Balthasar me digo, cuán necesarios son en nuestros días pensadores de ese calibre, de esa formación, de esa sensibilidad. Es decir, hombres que junto al enorme talento intelectual asumieron y manifestaron sin vergüenzas su fe cristiana en un contexto de radical secularización. Testimonio desde el pensamiento, demostración hodierna que la inteligencia en grado mayor no esta reñida-para nada- con la vivencia religiosa.

Releo por estos días a Hans Urs Von Balthasar (1905-1988). Vuelvo a leerlo con placer, con alegría, con interés, con pasión. Hace años me leí Gloria, su obra consagrada a las relaciones fundamentales entre estética y teología. No llegué a leer los siete volúmenes de esta odisea intelectual de proporciones mayores. Pero si me marcaron varios estudios de la misma. Recuerdo con particular deleite sus observaciones sobre Dante, San Juan de la Cruz, Hopkins, entre otros. Y el epílogo final, bello y sereno, pleno de verdad unida a la fe.

Releo La Verdad es Sinfónica. Aspectos del Pluralismo Religioso. Y en el prólogo de este texto, Von Balthasar escribe lo siguiente: "A través de su revelación, Dios ejecuta una sinfonía, en la que no se sabe qué es más rico, si la armonía de su composición o la orquesta sinfónica de la creación que la interpreta. Antes de que el Verbo de Dios se hiciese hombre, la orquesta que es el universo tocaba más bien sin obedecer a ningún plan u orden preconcebidos: concepciones del mundo, religiones, bosquejos del estado, eran algo así como melodías,  aisladas y sin unidad. De alguna manera se vislumbra que este alboroto cacofónico sólo era un ensayar, un ejercitarse: por así decirlo, el "la" resuena a través de todo como una promesa...Entonces vino el Hijo, el heredero universal, por cuya causa había sido reunido toda la orquesta. La pluralidad de instrumentos que la componen adquiere sentido cuando interpreta, bajo la dirección de Cristo, la sinfonía de Dios. La unidad de la composición procede de Dios. Por eso el mundo era y será plural, y seguirá siendo cada vez más...En cuanto oyentes, no son otros que los mismos interpretes: al interpretar la divina sinfonía - cuya composición en modo alguno puede ser comprendida a partir de cada uno de los instrumentos, ni de su totalidad- todos experimentan  para qué han sido reunidos. Al principio se sentían extraños  los unos a los otros, incluso hostiles. De repente, cuando empieza el concierto, ven con toda claridad cómo sus diferentes voces no se limitan a sonar al unísono, sino que se integran en la superior belleza de la sinfonía"

Más adelante Von Balthasar afirma: "La verdad cristiana es sinfónica...Pero la sinfonía no supone en modo alguno una armonía almibarada y sin tensiones. La música más profunda y sublime es siempre dramática, es acumulación y resolución ( a un nivel más elevado) de tensiones y conflictos. Pero la disonancia no tiene nada que ver con la cacofonía. Tampoco es el único medio para poner en marcha la tensión sinfónica. Mozart da a sus melodías más simples- a menudo se trata de simples repeticiones de escala- una elasticidad, una ligereza,  una tensión tales, que la fuerza característica que a los pocos compases nos permite reconocer su música  parece brotar de un depósito inagotable de tensión espiritual, lo invade todo y halla resonancia por doquier. El depósito de la Iglesia es la profundad de las riquezas de Dios en Jesucristo, que se halla instalado en medio de ella. Ella deja  a este caudal expandirse en medio de una pluralidad inagotable, que fluye inconteniblemente de su unidad"


Así, la unidad que supone la pluralidad se explica en la belleza de la gran sinfonía, belleza sinfónica en la que se puede convertir la realidad si nuestro corazón y mente lo quieren. Pero para ello y palabras del propio Von Balthasar extraídas de Gloria : " El ser que se muestra en lo bello. La naturaleza proclama la gloria de Dios, sin palabras y sin voz. En cada cosa duerme una canción poética, y es el poeta el que con una palabra mágica o encantada hace cantar la naturaleza. Para ello debemos tener ojos capacitados para poder ver esta epifanía en lo cotidiano. Mientras más libre sea el ente, más personal y únicamente se podrá expresar. Ante el ente que se muestra epifánicamente el sujeto reacciona con el asombro". Es decir, dejarse asombrar por la belleza sinfónica de todas las cosas. Un proyecto para la humanidad que así lo desea.

Molto Allegro. Sinfonía 41 "Jupiter" KV 551. Dirige: Karl Böhn.



La unidad de lo plural en la belleza armónica. Voces humanas que hablan de perdón y reconciliación. La dimensión teológica de la Bodas de Figaro de Mozart.

BARTOLO, CHERUBINO, MARCELLINA, BASILIO,
ANTONIO, SUSANNA e FIGARO
(s'inginocchiano)
Perdono! Perdono!

IL CONTE
No, no, no!

LA CONTESSA
(esce dall'altra nicchia e vuole inginocchiarsi, il Conte nol permette)
Almeno io per loro
perdono otterrò.

BASILIO, IL CONTE e ANTONIO
(Oh cielo, che veggio!
Deliro! Vaneggio!
Che creder non so?)

IL CONTE
Contessa, perdono!

LA CONTESSA
Più docile io sono,
e dico di sì.

TUTTI
Ah, tutti contenti
saremo così.
Questo giorno di tormenti,
di capricci, e di follia,
in contenti e in allegria
solo amor può terminar.
Sposi, amici, al ballo, al gioco,
alle mine date foco!
Ed al suon di lieta marcia
corriam tutti a festeggiar!.

Ah, Tutti contenti. Final del Cuarto Acto. Las Bodas de Figaro. KV 492.