Inmanuel Kant (1724-1804) |
Vuelvo a leer la Conclusión a La Crítica a la Razón Práctica de I. Kant. La leo inspirado, como muchos deben haber leído este célebre pasaje kantiano. Hoy no se lee mucho a Kant. Sin embargo, si nuestra estética es proclive a cierta ética profunda (como la de Kant), entonces veremos el vuelo poético que esconde la filosofía; sobre el asombro sigue siendo el mismo.
Transcribo, traicionando a Kant, la conclusión a la Crítica a la Razón Práctica a modo de poema, en verso libre. Disculpe maestro Kant, disculpen poetas, disculpen filósofos...
Conclusión a La Crítica de la Razón Práctica
Por el hecho de que el poema es inagotable
Y se confunde con la suma de las criaturas
Y no llegará jamás al último verso
Y varía según los hombres,
Y se confunde con la suma de las criaturas
Y no llegará jamás al último verso
Y varía según los hombres,
Jorge Luis Borges, El
otro poema de los dones
Dos cosas llenan mi ánimo de creciente admiración y
respeto a medida que
pienso y profundizo en ellas:
el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro
de mí.
Son cosas ambas que no debo buscar fuera de mi círculo visual
y
limitarme a conjeturarlas como si estuvieran envueltas en tinieblas o se
hallaran en lo trascendente;
las veo ante mí y las enlazo directamente con la
conciencia de mi existencia.
La primera arranca del sitio que yo ocupo en el
mundo sensible externo,
y ensancha el enlace en que yo estoy hacia lo
inmensamente grande con mundos
y más mundos y sistemas de sistemas,
y
además su principio y duración hacia los tiempos ilimitados de su movimiento
periódico.
La segunda arranca de mi yo invisible,
de mi personalidad y me
expone en un mundo que tiene verdadera infinidad,
pero sólo es captable por
el entendimiento,
y con el cual (y, en consecuencia, al mismo tiempo también
con todos los demás mundos visibles)
me reconozco enlazado no de modo
puramente contingente como aquél, sino universal y necesario.
La primera
visión de una innumerable multitud de mundo aniquila,
por así decir,
mi
importancia como siendo criatura animal que debe devolver al planeta
(sólo un punto en el universo)
la materia de donde salió después de haber estado
provisto por breve tiempo de energía vital (no se sabe cómo).
La segunda, en
cambio, eleva mi valor como inteligencia infinitamente,
en virtud de mi
personalidad,
en la cual la ley moral me revela una vida independiente de la
animalidad
y aun de todo el mundo sensible,
por lo menos en la medida en
que pueda inferirse de la destinación finalista de mi existencia en virtud de
esta ley,
destinación que no está limitada a las condiciones y límites de esta
vida.
¿Qué música se podría escuchar tras esta lectura? ¿Qué visión? ¿Esta?
Aquí una música probable:
3 comentarios:
Gracias por tus palabras...palabra.
Pues otra opción es recurrir a... Bach, claro.
Imagino que lo conocerás, pero por si acaso, te aconsejo que pases por esta maravilla:
https://www.youtube.com/watch?v=nUoRoG24mzM
Un saludo,
Manel.
EL comentario, claro está, venía desde la imagen.
Publicar un comentario