Una es la versión Monteverdi-Striggio, otra es la de Gluck-Calzabigi. La primera le da origen al drama barroco, la segunda es la reforma clasicista. En la primera se acentúa la dimensión trágica, en la segunda la tragedia se limita a si misma. Pienso en las columnas de los altares de las iglesias y en sus diferencias. En la columna barroca la contorsión de cada figura enfatiza el movimiento; lo dramático salta a simple vista buscando la conmoción, el arrebato, el sometimiento a una belleza turbada. En la columna clásica, las líneas rectas reducen el movimiento acentuando la serenidad; la belleza se eleva sin presión, horror ni sometimiento.
Algo así sucede con las dos arias más conocidas sobre Orfeo. Tu se morta del L´Orfeo de Monteverdi y Che faro Senza Euridice de Orfeo y Euridice de Gluck. Es tan evidente el cambio que vale la pena escucharlas una y otra vez para entender el transcurso de los sentimientos y el empaque formal que cada momento de la música nos trae. Eso si. Manifestaciones diferentes de la misma ilusión.
Che faro Senza Euridice- Orfeo y Euridice (1762) Christoph Willibald Gluck
¿Qué puedo hacer sin Eurídice?
¿A dónde ir sin mi amor?
¿Qué puedo hacer? ¿A dónde ir?
¿Qué puedo hacer sin mi amor?
¿A dónde ir sin mi amor?
¡Eurídice! ¡Eurídice!
¡Oh dios! ¡Contéstame! ¡Contéstame!
Pues yo soy tu fiel esposo.
¿Qué puedo hacer,
etc.
¡Eurídice! ¡Eurídice!
¡Ah! ¡No recibo
ya socorro ni esperanza
de la tierra ni del cielo! .
¿Qué puedo hacer sin Eurídice?
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