Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Misterios gozosos: algunas canciones para el ocaso del alma


Hay canciones que me gustan más allá de las letras cantadas. Que me gustan y  que las disfruto más allá de razones puramente formales. A varias las encuentro en el equilibrio exacto entre la respiración y la tristeza, entre el placer y la nocturnidad. Hoy no tengo muchas ganas de mis adorados clásicos de siempre. Hoy son canciones sencillas que me inducen a mis propios deseos gozosos y a cierto ocaso de mi mismo. 

1. Nights in White Satin de Moddy Blues (1967). Cada vez que la escucho me imagino a una pareja suicida de más de 60 años. Una pareja que mira una ciudad distinta a ellos, antes del fin de una vida. Una pareja perpleja ante la ciudad de hoy: variopinta al extremo, con olor a monoxido y a aceite, con sol sin protección. Nostalgias de tiempos idos. Una bella romanza para oír en el ocaso sin ídolos. 



2. No Time de The Guess Who (1969). Esta canción respira hondo. Y me lleva a volar sobre las nubes de un crepúsculo que lucha por no ser artificial. Hay un deseo de trascendencia tan diáfano. Una era que no debió terminar por razones estéticas más que doctrinarias. No Time para siempre.




3. Suite: Judy Blue Eyes de Crosby, Still and Nash (1969). Las voces, la paz de las voces. La dulzura de las voces. Hay un siglo tras todo eso. El ocaso del alma es más tolerable este 2012. 1969, aun no nazco, pero estoy naciendo en la libertad de estas voces. 



4. Dear Prudence de The Beatles (1968). ¿Creen ustedes que se puede decir algo mejor que este ocaso del alma? Nunca dejará de sonar, nunca y nunca.



5. Set the Controls for the Heart of the Sun de Pink Floyd (1968). Este ocaso se hunde en la noche. Hay misterio, hay formas de nocturnidad no demostradas por la pasión. Una obra de arte hecha Pink Floyd.



6. Starless de King Crimson (1974). Erarse una vez en la humanidad la canción más triste de la historia y la más bella de todas. ¿Te imaginas nuestro fin como ciudadanos de una roma imaginada? Esta canción me eleva al nivel de la tierra. Cambios de tiempo que nunca volverán a realizarse. Todos los tiempos del alma están aquí comprimidos.

No hay comentarios: