La certezas que evidencia la música religiosa. No toda, ciertamente. En algunas obras del romanticismo y posteriores, la fe parece un decorado formal o un elemento estético más que el religare propio a la música sacra. Fe "deliciosa" o reducida a forma sólo de lo sensible. Pero en general, la música religiosa representa una convicción que dificilmente encontramos en otras manifestaciones musicales. La certeza en un sistema de creencias, centrado en la presencia de Dios, ilumina el qué hacer del músico y le obliga a comunicar "algo" de la mejor manera posible. Amor al Creador. Pues cuando el objeto del amor es el mismo Dios, la ofrenda ha de ser la culminación de lo más apreciado y querido. Soli Deo gloria, así colocaba el cantor de Leipzig, J. S. Bach, en todas sus partituras, incluso en sus composiciones instrumentales.
La convicción religiosa que evidencia la música de Bach ha sido mencionada innumerables veces. No esta demás volver a repetirla y darla a conocer siempre. Pues lo más logrado de la historia de la música tuvo su origen en una experiencia devocional inmensa y, por lo tanto, dificil de comprender plenamente. La hondura de esta experiencia no ha podido ser replicada por ningún músico. Ni siquiera por Mozart. En Mozart, la gran certeza es la presencia y existencia de la Belleza. En Bach, ese espacio, amadísimo, lo ocupa Dios. Donde Dios es al mismo tiempo fuente de la Belleza más alta.
Kyrie eleison- Misa en Si Menor -J. S. Bach. BWV 232. Lo que puede ser el Kyrie eleison en la manos del gran Johann Sebastian. Karl Richter dirige.
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