El principio es como ver la tierra desde el espacio después del apocalipsis. O estar en un desierto donde sólo habita la ausencia, en el paisaje que imagina la experiencia de la nada. Es la marcha que lleva al silencio como hermana. La desolación tiene ese sonido, aun con el embellecimientos, las variaciones siguientes y la paz melancólica que evidencia. Fue compuesto en 1827, el año que moría Beethoven. Y no se sabe si fue publicada antes o después de la muerte de Schubert. Aun cuando es una de las composiciones del joven eterno siempre hay algo nuevo que comunica y conmueve. Por eso es un clásico. No llega morir, nunca.
Improntus n.º 1 en do menor de Franz Schubert. Piano: Kristian Zimerman
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