Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

viernes, 1 de octubre de 2010

La conmoción visual de la música


En el proselitismo barroco, la seña era clara: conmover. No dejar indiferente al espectador. Hacerlo sentir y, de ser posible, hasta la lágrimas, al límite extático. Incluso una columna, en su desmesura iconográfica, estaba hecha para arremeter como un golpe visual al visitante del templo, al caminante citadino, al habitante casero. Esa columna era el sinónimo de  una alma retorcida, conflictuada desde el drama de su dromología.  Aspavientos tensionales. 

Lo cierto es que el arte barroco es notable. Y más cierto es que el siglo XXI empieza a descubrirlo en su dimensión exacta por los extraordinarios paralelismos. El espacio barroco se entiende tras la disolución de la unidad de la cristiandad (reforma- contrarreforma); antropocentrismo heredado del renacimiento pero unido   la desdicha que el poder político es el poder religioso, pero poder mercantil, urbano, cuantitativo y, por eso, mecanicista. De ahí que la fe  necesite exacerbar el último recodo religioso del creyente y seducir al neófito. El espacio contemporáneo es la privatización de lo sagrado y de la secularización trunca y fracasada por la multiplicidad de comunidades parlantes. Cada cofradía cultural habla y se expresa en dialéctos exasperados, tratando se hacerse visible. Buscando conmover desde el shock, superando la indiferencia que genera la saturación al infinito de imágenes. La bomba imagológica fragmentaria contemporánea es nuestro barroquismo. 

El barroco musical debía competir con el barroco plástico. Competir en eficacia para conmover. Fijar en el oído que piensa y siente, la composición que deleite, eleve y perturbe. Pero esa competencia fue más evidente en la parte reformada, donde la iconoclastía había expulsado del templo la imagen sagrada. Ahí la música tuvo que convertirse en la mediación material que sirva de puerta a lo trascendente. Sin embargo, más allá de las diferencias religiosas, el barroco musical es casi siempre bipolar;  tan pronto pastoril, arcádico, radiante y tan pronto visceral, doliente, melancólico. Bipolaridad que se descubre en la música profana, tanto vocal como instrumental. En la música religiosa, ni qué decir. La pieza barroca estaba configurada para llevar al creyente al espacio del éxtasis evangelizador. Por ello, la música religiosa barroca puede ser considerada la cima de música sacra, pero no necesariamente de la música espiritual (que es posible encontrarla en toda época). 

La conmoción ocasionada por la música barroca religiosa estaba asociada al poder de evocación visual de la misma. La genialidad del compositor estribaba en saber construir un el lenguaje sonoro donde las sensaciones puedan traducidas en imágenes reconocibles. Por ejemplo, el Stabat Mater de Pergolesi. La sensación de dolor que Jacopone da Todi (poeta medieval)  expresa en la primera secuencia, dolor ascendente hacia la cruz en dueto, casi contraputístico, entre la soprano y la mezzosoprano. Dos "marías" que miran a la Madre del Redentor sufrir ante el que  muere en la cruz: 

Stabat Mater dolorosa
Iuxta crucem lacrimosa,
Dum pendebat filius.
Cuius animam gementem
Contristantem et dolentem
Pertransivit gladius.

Traducción: 

Estaba la Madre dolorosa
junto a la Cruz, llorosa,
de donde pendía su Hijo.
Su alma gimiente,
contristada y doliente
atravesó la espada.

Cantan: Mirella Freni y Teresa Berganza. Lujo de interpretación 



En el motete "Nisi Dominus RV 608 de Vivaldi, extraído del salmo 126,  se puede sentir la confianza y la seguridad del que sabe que la casa y la ciudad es defendida por Dios. Pero cuando se hace alusión a la heredad de los hijos en la tierra, Vivaldi compone una de los momentos más dulces y a la vez elevados de su producción religiosa: cum dederit. El ritornelo que confiere una sentido dramático muy poderoso. "Fruto del vientre" que eleva hacia el mismo Dios, en clamor de protección. 



Cum dederit dilectis suis somnum,
ecce hæreditas Domini, filii;
merces, fructus ventris.




Traducción: 




La herencia que da el Señor son los hijos;

su salario, el fruto del vientre. 



La conmoción visual de la música no sería tal sin la presencia de J. S. Bach en la historia. Toda su obra es conmovedora, no sólo por la fe, también por la sentimiento, por la inteligencia, la precisión formal. Bach construyó dos grandes frescos corales, donde el sonido logra hacernos tocar los eventos de la de pasión de Cristo. La música sacra logra aquí sus máximas expresiones, toda vez que el "aire sonoro" se convierte en imagen en movimiento. Termino con el Aria Es ist vollbracht de la Pasión Según San Juan  BWV 245 . Jesús dice: "Todo está consumado". Un sólo de viola da gamba empieza una meditación profunda sobre la muerte de Dios. "La reflexión del suceso de viernes santo". La historicidad de lo divino. El contralto inicia la segunda meditación tras la hecha por la viola. Una presencia angélica lamenta el suspiro final de mi Señor, pero nos anuncia la gloria de la victoria: "finalizó la batalla y consiguió la gran victoria". Bach nos lleva otra esfera, inmensamente dolorosa y al mismo tiempo esperanzadoramente bella. En la belleza que resplandece en la fe genuina. 

Es ist vollbracht!
O Trost vor die gekränkten Seelen!
Die Trauernacht
Läßt nun die letzte Stunde zählen.
Der Held aus Juda siegt mit Macht
und schließt den Kampf.
Es ist vollbracht!

Traducción

Todo se ha consumado!
¡Oh consuelo para el alma que sufre!
La noche del dolor
me deja contar las últimas horas.
El héroe de Judá
finalizó la batalla
y consiguió gran victoria.

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