Fue hace unos años en que la lectura del Doctor Fautus de Thoman Mann me hizo tomar conciencia de la extraña importancia de Arnold Schoenberg (1874-1951). Importancia que hay que saber valorarla desde una perspectiva crítica y, al mismo tiempo, entusiasmada por el ejercicio vanguardista. Pocos músicos como Schoenberg han despertado posiciones apasionadas de un lado y otro. Creador de una nueva filosofía de la música o el sepulturero de lo que se asume como "lo musical". Con Schoenberg se entiende la entropía de la música hasta su metástasis final. Después todo será posible.
Y fue hace cerca de veinte años en que mi juventud impresionada se dejó arrastrar por La Noche Transfigurada (Verklärte Nacht), Pierrot Lunaire y Espectación (Erwartung) que, por cierto, cumple un siglo (¡un siglo!) de ser compuesta. Qué mente pensante y sintiente había sido capaz de concebir todo esto, me decía en aquel entonces. La escritura serial se fue haciendo un evangelio que prefiguró hasta una forma de pensar y de darme cuenta de las cosas. Ahora siento que Adrian Leverühn ataca de nuevo y no se cómo defenderme de su mefistofélico encanto.
Erwartung, texto dramatizado para soprano y orquesta- Op 17- Arnold Schoenberg. Libreto de Marie Pappenheim.
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