Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

martes, 17 de julio de 2012

Piazzolla: a los 20 años de su muerte



1992. Mueren Cage, Messiaen, Bacon, Hayek. Lo recuerdo bien. El siglo XX estaba próximo a su fin y varios de sus grandes animadores se iban, dejando hondos vacíos. Aquel año, también murió Astor Piazzolla (1921-1992). Todavía tengo el recuerdo vivo de la trágica noticia. Moría un referente de lo mejor que nos dió esa Argentina entrañable que, lamentablemente, ya no existe.La Argentina de Borges, Sábato, Ginastera, entre otros.  Piazzolla era grande y lo sigue siendo. Elevó al tango a otras dimensiones. Lo hizo internacional y cosmopolita. Hizo del tango una aventura sonora abierta que une lo popular y lo académico. ¡Cuánta falta le hizo a la música criolla peruana un artista como Piazzolla¡

No diré más de Piazzolla. Mi homenaje será compartir algunas composiciones, tanto instrumentales como vocales de este grande de Argentina.

1. Balada para un loco. La letra del poeta uruguayo Horacio Ferrer fue musicalizada en este enorme fresco sonoro bonarense, lleno de ternura y dramatismo. Más allá del escándalo que suscitó entre los puristas del tango en su momento, la "Balada para un loco" sigue andando convirtiéndose en casi en un himno patrio.  Aquí, la versión cantada por Amelita Baltar, la versión definitiva sin duda. 

Balada para un loco. Letra de Horacio Ferrer y Música de Astor Piazzolla

Hablado:
Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? Salís de tu casa, por Arenales. Lo de siempre: en la calle y en vos. . . Cuando, de repente, de atrás de un árbol, me aparezco yo. Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizón en el viaje a Venus: medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos medias suelas clavadas en los pies, y una banderita de taxi libre levantada en cada mano. ¡Te reís!... Pero sólo vos me ves: porque los maniquíes me guiñan; los semáforos me dan tres luces celestes, y las naranjas del frutero de la esquina me tiran azahares. ¡Vení!, que así, medio bailando y medio volando, me saco el melón para saludarte, te regalo una banderita, y te digo...

(Cantado)

Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
No ves que va la luna rodando por Callao;
que un corso de astronautas y niños, con un vals,
me baila alrededor... ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!

Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
y a vos te vi tan triste... ¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí!...
el loco berretín que tengo para vos:

¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Cuando anochezca en tu porteña soledad,
por la ribera de tu sábana vendré
con un poema y un trombón
a desvelarte el corazón.

¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Como un acróbata demente saltaré,
sobre el abismo de tu escote hasta sentir
que enloquecí tu corazón de libertad...
¡Ya vas a ver!

(Recitado)

Salgamos a volar, querida mía;
subite a mi ilusión super-sport,
y vamos a correr por las cornisas
¡con una golondrina en el motor!

De Vieytes nos aplauden: "¡Viva! ¡Viva!",
los locos que inventaron el Amor;
y un ángel y un soldado y una niña
nos dan un valsecito bailador.

Nos sale a saludar la gente linda...
Y loco, pero tuyo, ¡qué sé yo!:
provoco campanarios con la risa,
y al fin, te miro, y canto a media voz:

(Cantado)

Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Trepate a esta ternura de locos que hay en mí,
ponete esta peluca de alondras, ¡y volá!
¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!

Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Abrite los amores que vamos a intentar
la mágica locura total de revivir...
¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará!

(Gritado)

¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
Loca ella y loco yo...
¡Locos! ¡Locos! ¡Locos!
¡Loca ella y loco yo!




2. Preludio para el año 3001. Nuevamente la dupla Ferrer y Piazzolla en una de las más bellas canciones que se puedan escuchar. Amelita Ferrer, quien era la compañera de Piazzolla de aquellos años, nos da una versión mayúscula.

Preludio para el año 3001. (Letra de Horacio Ferrer y música de Astor Piazzolla)

Renaceré en Buenos Aires en otra tarde de Junio,
con estas ganas tremendas de querer y de vivir.
Renaceré fatalmente, será el año tres mil uno
y habrá un domingo de otoño por la plaza San Martín.

Le ladrarán a mi sombra los perritos vagabundos,
con mi modesto equipaje llegaré del Más Allá,
y arrodillado en mi Río de la Plata lindo y sucio,
me amasaré otro incansable corazón de barro y sal.

Y vendrán tres lustrabotas, tres payasos y tres brujos,
mis inmortales compinches gritándome "¡Fuerza, che,
nacé, nacé, dale pibe, metéle hermano, que es duro,
pero muy bueno el oficio de morir y renacer!"

Renaceré, renaceré, renaceré,
y una gran voz extraterrestre me dará
la fuerza antigua y dolorosa de la Fe,
para volver, para creer, para luchar.

Tendré un clavel de otro planeta en el ojal,
porque si nadie ha renacido, ¡yo podré!
Mi Buenos Aires siglo treinta y uno, ya verás:
renaceré, renaceré, ¡renaceré!

Renaceré de las cosas que he querido mucho, mucho,
cuando los dioses digan bajito "Volvió..."
Yo besaré la memoria de tus ojos taciturnos,
para seguirte el poema que a medio hacer me quedó.

Renaceré de las frutas de un mercado con laburo,
y de la mugre serena de un romántico café,
de un sideral subterráneo Plaza de Mayo a Saturno
y de una bronca de obreros por el sur renaceré.

Pero verás que renazco en el año tres mil uno,
y con muchachos y chicas que no han sido y que serán,
bendeciremos la tierra, tierra nuestra, y te lo juro
que a Buenos Aires de nuevo nos pondremos a fundar.

Renaceré, renaceré, renaceré,
y una gran voz extraterrestre me dará
la fuerza antigua y dolorosa de la Fe,
para volver, para crecer, para luchar.

Traeré un clavel de otro planeta en el ojal,
porque si nadie ha renacido ¡yo podré!
Ciudad del siglo treinta y uno, ya verás:
renaceré, renaceré, ¡renaceré!



3. Introducción a Héroes y Tumbas. A Piazzolla le unía una gran amistad con otro de los hombres míticos de Buenos Aires: Ernesto Sábato. Por eso la "introducción" y la admiración evidente de esta impresionante composición Quienes hemos leído Sobre Héroes y Tumbas sabemos que aquí se condensa toda la pesadumbre de una novela colosal. En la grabación de la composición de Piazzolla, Sábato lee el poema con el que empieza el "Informe sobre ciegos":

Oh, dioses de la noche!
¡Oh, dioses de las tinieblas, del incesto y del crimen,
de la melancolía y del suicidio!
¡Oh, dioses de las ratas y de las cavernas,
de los murciélagos, de las cucarachas!
¡Oh, violentos, inescrutables dioses
del sueño y de la muerte!




4. Milonga del Ángel. Todo aquí se eleva. Me acaricia la mano el ángel que es recreado por Piazzolla. Qué vuelo más espléndido, qué ternura más humana y evangélica. Desde siempre la "Milonga del Ángel" es mi poesía íntima para convertirme en yo mismo.  ¿Cuándo volverá Buenos Aires a ser Buenos Aires?



5. Balada para mi muerte. Aquí todo llega a la penumbra o a la luz. La existencia en totalidad. Versión impresionante de Susana Ridaldi. 

Balada para mi muerte. Ferrer y Piazzolla

Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
guardaré mansamente las cosas de vivir,
mi pequeña poesía de adioses y de balas,
mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.

Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,
mi penúltimo whisky quedará sin beber,
llegará, tangamente, mi muerte enamorada,
yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis.

Hoy que Dios me deja de soñar,
a mi olvido iré por Santa Fe,
sé que en nuestra esquina vos ya estás
toda de tristeza, hasta los pies.
Abrazame fuerte que por dentro
me oigo muertes, viejas muertes,
agrediendo lo que amé.
Alma mía, vamos yendo,
llega el día, no llorés.

Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
que es la hora en que mueren los que saben morir.
Flotará en mi silencio la mufa perfumada
de aquel verso que nunca yo te supe decir.

Andaré tantas cuadras y allá en la plaza Francia,
como sombras fugadas de un cansado ballet,
repitiendo tu nombre por una calle blanca,
se me irán los recuerdos en puntitas de pie.

Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
guardaré mansamente las cosas de vivir,
mi pequeña poesía de adioses y de balas,
mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.

Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,
mi penúltimo whisky quedará sin beber,
llegará, tangamente, mi muerte enamorada,
yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis,
cuando sean las seis, ¡cuando sean las seis!

2 comentarios:

Félix dijo...

Te faltó balada para mi muerte, o será que a mí es un tema que me pone los pelos de punta de un modo especial por cuestiones biográficas. Aquí te lo dejo cantado por Amelita Baltar http://www.youtube.com/watch?v=XiU24LlrYAg&feature=related no es mi versión favorita, pero es de lo mejorcito que he encontrado en youtube con una búsqueda superficial.

Un saludo.

Ricardo Falla Carrillo dijo...

Gracias Felix, realmente bella letra y música soberbia.

Un abrazo