En el amor de Bach no hay miedo.
No hay salto al vacío ni tampoco desmesura. Se está en la certeza sin que se
nos obligue a amar o a perder. Se puede estar en el amor de Bach sin miedo,
caminar sobre tierra firme, sin el temor a la caída inminente del cielo. Con
Bach y su amor, todo alcanza su perfecta enunciación. La realidad es evocada
para ser eterna sin altisonancias. En Bach el amor existe tanto en el clamor
como en el perdón. No hay castigo, se cree que el Dios si entiende lo que uno
es capaz de ser y hacer.
Escucho el Kyrie de la Gran Misa en si menor,
BWV 232. Y sólo pienso en el perdón, en el amor, en el clamor. Señor te piedad,
Cristo ten piedad, Señor ten piedad. No hay mayor ejemplo de un gran amor
confiado en el perdón.
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