Dvorak. ¿Quién no lo conoce?. Su sinfonía 9, "Nuevo mundo", debe ser escuchada al día por millones de melómanos y aficionados a la gran música. Al igual que la quinta de Beethoven, la cuarenta de Mozart, la inconclusa de Schubert y otras, se encuentra entre las obras más ejecutadas, queridas y entrañables del repertorio sinfónico. Como varios de los grandes sinfonistas (Beethoven, Schubert, Bruckner, Mahler) compuso nueve sinfonías. Ese número fatal que es parte de la mitología de la música académica.
Expresaré una tautología de contratapa: Dvorak fue un músico notable. En todos los géneros nos dio obras fundamentales. La serie de cuartetos de cuerda es simplemente soberbia. Ni decir de Concierto para Violonchelo (otra obra obligada del repertorio concertante para cuerda). Y su opera celebrada "Rusallka", es siempre bienvenida en tantos teatros. Ah, su música religiosa (Oratorio de Santa Ludmila, Réquiem, Stabat Mater, etc), siempre plena de fervor y dominio sabio de las formas. Tanto que descubrir del gran músico checo.
La sinfonía 8 en sol mayor Op 88, fue estrenada en 1890,cuando el maestro había consolidado una reputación respetable tanto en su país como en otras partes del mundo. Hay, en esta sinfonía, ecos evidentes de la obertura En la naturaleza, en la que el sentido de encuentro con la vida asume una dimensión nacional. Sin embargo, este descubrimiento de la vida-tierra no se queda en una exaltación identitaria y patriotera. Más bien, se presenta como un descubrimiento de la creación -como algo universal- desde la experiencia topográfica. Y, en ese asombro por lo creado, percibimos el sentido profundamente religioso de Dvorak, que se trasluce en su octava sinfonía.
Los movimientos sinfonía 8 de Dvorak son los siguientes. Allegro con brio, Adagio, Allegro grazioso y Allegro ma non troppo. En lo personal, el movimiento que más me conmueve es el adagio. Es un momento de reflexión romántica, atinadamente distante de la "música del futuro" (por la cercanía estética con Brahms y Hanslick). La experiencia de fe se percibe por medio de acordes de cuerda que simulan un coral. El clima de dulzura que se intuye en varios de los primeros pasajes, migra hacia una solemnidad y majestuosidad perdida en el tiempo. Algo de nostalgia por épocas idas. Nostalgia dramática enfundada en la quejumbrosas trompas y cuerdas que nos remiten a Tchaikovsky. En suma, un equilibrio donde el dolor, a pesar de ser protagonista, se eleva una luminosidad liberadora. Gran movimiento de una sinfonía que es imperioso conocer y admirar.
Adagio. Sinfonía 8 en sol mayor Op 88 de Antonin Dvorak. Maravilloso movimiento, para oírlo una y otra vez. ¡Cuánta sabiduría se encuentra en estos temas!
4 comentarios:
Llego a tu blog por Sonia Luz y me parece magnífico, amigo. Conocí a tus Sonia en Salamanca el año pasado y a Ricardo el mismito 17 de noviembre en Lima... tienes unos padres extraordinarios, amigo.
Un abrazo.
Luis
Gracias por las palabras. Saludos.
simplemente hermosa, tu blog es maravilloso no podría describir lo que siento cuando pongo a reproducir tan buena música gracias por tus aportes saludos desde Ecuador
Gracias por tus palabras. Y seguiremos creciendo poco a poco. Saludos.
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