Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

viernes, 7 de agosto de 2009

Lamento de Penélope...la belleza existe

El legado de Claudio Monteverdi (1567- 1643) es único y, probablemente, irrepatible. Fundador de innumerables géneros y hacedor de mundos que hasta en nuestros días deslumbran. Las dos últimas obras dramáticas de Monteverdi fueron: Il ritorno d´Ulises in patria (1641) y L´incoronazione di Poppea (1643), que, junto al L´Orfeo (1607), constituyen la primera gran cima del drama musical.

Aunque conocía de su existencia, nunca había visto Il ritorno d´Ulises in Patria. Felizmente pude concretar este deseo gracias a la versión filmica de Nicolaus Harnoncourt y Jean Pierre Ponnelle reeditada en formato DVD en el 2007. Fiel a su estética, Harnoncourt nos entrega un Ulises que hace la delicia de los seguidores de las interpretaciones historcistas, de que él mismo fue casi un pontifice. El libreto de esta ópera es de Giacomo Badoaro, basandose en los últimos cantos de la Odisea.

Hay varios momentos de gran belleza en esta obra. Pero adquiere una singular dimensión el Lamento de Penélope: "De misera regina", compuesta bajo los fines estéticos del primer barroco: música - que como pretendía Monteverdi- haga llorar al público. El texto de esta lamentación es el siguiente:

Después del prólogo entre la Fragilidad Humana, el Tiempo, el Amor y Fortuna, aparace Penélope y dice lo siguiente:
PENÉLOPE
¡Las preocupaciones no terminan nunca 
para una desgraciada reina!
El esperado no acaba de llegar
y así se van escapando los años.
Mis penas son, ay, demasiado numerosas
para quien dispone de mucho tiempo.
Quebrantadísima esperanza,
ya no floreces, sino que, canosa,
a mis viejos males
ya no prometes paz ni consuelo.
Han transcurrido cuatro lustros
desde aquel memorable día en que, 
con su secuestro,
el soberbio troyano
llevó a su gran patria a la ruina.
Con razón arde Troya,
puesto que, el amor impuro,
que es un delito de fuego,
se purga con las llamas.
Pero es injusto que,
por las culpas de otro,
yo esté condenada siendo inocente.
¡Sufro una penitencia
que no merezco!
Tú, Ulises, sagaz y sabio,
acudiste a castigar el adulterio
usando las armas
y propagando las llamas
para vengar los errores
de una griega prófuga.
Y mientras tanto, 
dejaste a tu casta esposa
a merced de tus rivales y enemigos,
con peligro para su honor
y quizá para su vida.
Toda partida conlleva
un deseado retorno.
Solamente tú 
olvidaste la fecha del regreso.
 
ERICLEA
¡Infeliz Ericlea, ama desconsolada,
compadécete del dolor de tu adorada reina!
 
PENÉLOPE
¿No cambiará mi suerte?
¿Cambió tal vez Fortuna
la voluble rueda de Destino?
Y con sus velas hinchadas,
que a cada humano traen
caprichosamente alivio, 
¿tan sólo para mí no recogerán un poco de brisa?
Sin embargo, para otros, 
el aspecto del cielo cambia
y las estrellas se desplazan o permanecen fijas.
¡Vuelve, vuelve, Ulises! 
¡Ay, vuelve Ulises!
Penélope te espera.
La inocente suspira,
la ofendida llora
y contra el tenaz ofensor
ni siquiera protesta.
Defiendo tu alma agitada
para que no sea aplastada
por el peso de la crueldad.
Acuso al culpable de mis males,
inculpo a la Suerte.
Así, para defenderte,
no dudaré en luchar 
contra el Destino y el Cielo.
¡Vuelve, vuelve, ay, vuelve Ulises!
 
ERICLEA
Sobre un viaje sin retorno 
no pueden influir los astros.
¡No debió partir, ay, no debió partir!
 
PENÉLOPE
Vuelve la tranquilidad al mar,
regresa Céfiro al prado,
Aurora acoge los rayos del sol
y nace el día que la noche había expulsado.
Vuelve la escarcha a los campos,
regresan las piedras al seno de la tierra
y los sinuosos arroyos
caminan hacia el océano.
El hombre, aquí y allí, 
lejos de sus orígenes divinos,
posee un alma celeste
dentro de un cuerpo frágil.
Cuando el hombre muere,
tras su breve existencia,
el alma regresa al cielo
y el cuerpo al polvo.
¡Tan sólo tú olvidaste
la fecha del regreso!
¡Vuelve, pues mientras prolongas
mis sufrimientos,
veo acercarse la hora de mi muerte!
¡Vuelve, vuelve, ay, vuelve Ulises!
Di misera regina- Il ritorno d´Ulises in patria- Claudio Monteverdi. Penélope: Kathleen Kuhlmann. Impresionante, grande, muy grande.

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