I
Hieronimus Von Colloredo, magnánimo arzobispo de Salzburgo, estiraba la mano displicente hacia Wolfgang esperando el beso del anillo. Lo miraba desde aquel arriba que da el poder, con esos ojos- humanos y ordinarios- que paracen decidir la vida y la muerte, la fortuna o la derrota de cualquiera.
II
El comisario de cultura, recibe a Dimitri en su despacho. Antes de increparlo por no plasmar en sus obras los valores de la revolución, lo observa con desprecio. Le causa fastidio tener a un artista delente de si. Dimitri mira temeroso hacia el suelo, sabe que de aquel hombre -ordinario y contingente- depende su vida y su arte. ¿Siberia?-le pregunta en tono imperativo-¿quiere ir a Siberia?. Dimitri calla, piensa en sus hijos. No lo queda otra cosa.
III
Johannes en el piano a punto de empezar el adagio de su concierto para piano N. 1 Op 15. Del público se levantan un grupo de gentes sin definir y empiezan a gritar, pifiar, reírse; alguno lanza un paquete de basura que se dispersa sobre el escenario. Cunde el desconcierto entre los músicos. El tímido Johannes sale corriendo ante la sorpresa de todos. ¿Quiénes són?- se pregunta ante un amigo cercano. Pobre Johannnes, no se da cuenta que el público es, en suma, pequeño y ordinario.
1 comentario:
impotentes y minúsculos dioses de pacotilla la belleza los espanta
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