Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Polifonía

Hay algo contradictorio y perturtabor en la polifonía. Nació en las postrimerías de la extraña e insondable Edad Media y se erigió triunfante en el Renacimiento humanista. Tuvo hondas motivaciones religiosas y místicas, pero se construyó a partir de una propuesta matemática. Reinó en catedrales, basílicas; encandiló a las cortes y comulgó con la burguesía floreciente. La Reforma y Contrreforma fueron fundamentales para su eclipse. La primera- con Lutero en mano- la consideró un ejercicio sacrílego que alejaba a los cristianos del verdadero canto religioso. La segunda, bajo el Concilio de Trento, una práctica que convertía a la liturgia en un espectáculo musical que separaba lo cultual a lo artístico, es decir, muchos fieles iban a los servicios eclesíasticos por un interés fundamentalmente estético.

Expulsada del templo (en la Reforma) o reducida en sus alcances (en la Contrarreforma), la polifonía vocal se amplió y tornó en polifonía instrumental a lo largo del siglo XVII. El barroco se nutrió de ella, haciendo evolucionar sus formas hacia la fuga y el contrapunto del modo que todos gozamos y conocemos. Tal devenir no hizo más que demostrar el triunfo posterior de la polifonía. Pues la pretención de hacer una ciencia de la música, hizo posible la evolución e innovación que después descubrimos. Hoy, a la luz de otras evidencias y gustos, la experiencia polifónica es percibida como un artificio genial, carente de sustancia. Esto es injusto. Gracias a ella, la música occidental es lo que es. Una práctica que se ha construído y se construye desde bases físico-acústicas, cánones formales y exploraciones sobre los efectos del sonido en la razón y en los sentimientos.


Spem in Allium - Motete a 40 voces- Thomas Tallis (1505 - 1585)

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