Seguimos celebrando el bicentenario del nacimiento del gran Wagner. En este caso haciendo público un artículo de la necesaria e importante Deutsche Welle: Todo comenzó con un sueño.. .Un artículo que narra al público general la historia del festival de Bayreuth, el festival wagneriano más importante del mundo. Más aun cuando sabemos que el gran músico concibió Bayreuth como el centro de la estética que el mismo creó e ideó propagar. En este texto se cuenta, a grandes rasgos, el modo cómo los descendientes de Wagner han ido llevando la dirección del festival. Este artículo se encuentra en: http://www.dw.de/todo-comenz%C3%B3-con-un-sue%C3%B1o/a-15263820
Todo comenzó con un sueño...
Se considera el Festival de
Bayreuth, junto con el de Salzburgo, como el evento musical más importante del
mundo. Este 25 de julio dio comienzo la centésima edición, ocasión perfecta
para una mirada retrospectiva.
Richard Wagner -compositor,
libretista y escenógrafo- soñó con construir un teatro de ópera de acuerdo con
los dictados de su imaginación. En abril de 1871, Wagner y su esposa Cossima
visitaron el idílico Bayreuth, en Baviera, la tierra del rey Luis II, su
mecenas. El apartado lugar le cautivó de tal manera, que decidió que su sueño
se haría allí realidad. En 1872 fue colocada la primera piedra del
Festspielhaus, y solo cuatro años después, el 13 de agosto de 1876, se alzó el
telón del primer Festival de Bayreuth, con la primera interpretación completa
de la tetralogía El anillo del nibelungo.
La primera edición resultó ser un
fiasco económico y una enorme decepción artística. “Muchachos, hagamos algo
nuevo”, solía decir Wagner a sus contemporáneos. Siguiendo su propio consejo,
compuso su última ópera, Parsifal. La segunda edición de Bayreuth tuvo lugar en
1882. Se representó en varias ocasiones esta única obra y constituyó todo un
éxito. Wagner murió el 13 de enero de 1883 en Venecia.
La viuda
Su viuda, Cossima, hija de Franz
Liszt, se hizo entonces con las riendas del Festival, que tenía lugar a
intervalos irregulares. Durante su mandato, se interpretaron Tristán e Isolda,
Los maestros cantores de Nüremberg, Tannhäuser, Lohengrin y El holandés
errante. Cossima vigilaba estrechamente todo lo que tenía que ver con
escenarios, puesta en escena, dirección actoral y técnica de canto, pues era la
portadora de la “voluntad del Maestro”. Durante años, no se pudo, bajo ningún
concepto, tocar ni un solo detalle de los decorados. Cada representación en la Colina Verde -como
los aficionados denominan el Festival- era un ritual, una especie de ceremonia
religiosa.
Artistas e intelectuales acusaron a Cossima de imprimir al Festival un sesgo de nacionalismo alemán y de ideología antisemita. Ello tenía que ver en parte con un panfleto escrito por Wagner, De lo judío en la música, que destilaba un odio incomprensible por parte del compositor. La publicación Hojas de Bayreuth ponía este ideario a disposición de los ciudadanos.
El hijo
Wagner tenía tres hijos de un
matrimonio anterior a su unión con Cossima. El único varón, Siegfried,
refinado, abierto y conocedor del mundo, era un exitoso compositor y director.
Cuando Cossima se retiró en 1908, no hubo duda alguna de que Siegfried sería el
sucesor natural. Siegfried modernizó con cautela el estilo escénico y salvó al
Festival de los vaivenes de la Primera Guerra Mundial. En 1915 se casó con la
británica Winifred Williams, que contaba tan solo con 17 años.
La nuera
En 1930 murió Cossima Wagner y
poco después la siguió Siegfried a la tumba. Su viuda Winifred se hizo entonces
astutamente con las riendas del Festival. Winifred Wagner era tan fanática de
Richard Wagner como de Adolf Hitler. En 1923, 10 años antes de su subida al
poder, Hitler visitó Bayreuth y se sintió cercano a su círculo ideológico.
Winifred se convirtió en su amiga de por vida.
Esta relación de amistad con el
dictador aseguró la pervivencia del Festival de Bayreuth. Durante los primeros
años del régimen, Hitler se convirtió en un asiduo invitado en Wahnfried, la
casa de Richard Wagner y sus allegados. Durante los años de la guerra, el
broche final de cada Festival era siempre el mismo, la comedia wagneriana Los
maestros cantores de Nüremberg. El público estaba formado casi en su totalidad
por invitados y soldados heridos, a los que se les prometía la curación gracias
a la música de Wagner.
Los nietos
El Festspielhaus quedó a salvo de
la destrucción causada durante la Segunda Guerra Mundial. No puede decirse lo mismo
de su reputación, seriamente dañada después de la contienda. Se alzaron
entonces voces wagnerianas que querían revivir el Festival. En 1951 dio
comienzo la era conocida como “Nuevo Bayreuth”, con la dirección conjunta de
Wieland y Wolfgang Wagner. Wieland, estudiante de arte, trató de implantar un
estilo escénico más sobrio, que permitiera aflorar las obras de entre la maraña
mitológica.
Wolgang, por su parte, estudiante
de Teatro y Musicología, se volcó en la gerencia y en la parte empresarial. El
Festival atrajo de nuevo a los más renombrados directores y solistas del
panorama. En una entrevista para DW-World, declaró el director alemán Peter
Schneider que “el hecho de que los más grandes de la profesión, como Toscanini,
Richard Strauss, Furtwängler, Knappertsbusch y Böhm dirigieran aquí, tiene para
nosotros un magnetismo inmenso, a la vez que nos imbuye de un sentido del
deber. También nos produce nerviosismo el reto de dirigir en el lugar donde
ellos lo hicieron”.
En 1966 murió Wieland de manera inesperada y Wolfgang se hizo cargo de la dirección en solitario. Durante 42 años fue el único responsable de Bayreuth. Se ocupaba de cada detalle, desde la iluminación hasta el reparto, fue director de algunas producciones y contrató a algunos de los directores de escena más interesantes de su época para que dieran rienda suelta a sus propias concepciones teatrales sobre las óperas de Wagner.
En 1976, 100 años después de la
fundación del Festival, subió a las tablas la Tetralogía de Patrice
Chéreau. Se produjo un violento escándalo y los tradicionalistas consideraron
aquello como una blasfemia. Con el tiempo, sin embargo, aquella producción fue
ganando estima general. El mismo año, Wolfgang se separó de su esposa Ellen y
se casó con su colega Gudrun Mack.
Las bisnietas
En 1973 se creó la Fundación del Festival, que se ocuparía, entre
otras cosas, de tomar la decisión sobre la sucesión en la intendencia de
Bayreuth. Esta cuestión fue objeto de debate tanto en la familia como en los
medios hacia 1995. Al mismo tiempo, se alzaron algunas voces que afirmaban que
el Festival se había estancado artísticamente. La respuesta de Wagner fue: “no
somos una industria cinematográfica, así que no podemos ofrecer cada año algo
sensacional. Contrataré a los profesionales que me ofrezcan producciones fruto
de la mesura y la reflexión.” En 2008, Wolfgang se retiró y traspasó la
dirección a sus dos hijas, Eva Wagner-Pasquier y Katharina Wagner. Murió en
marzo de 2010.
Actualmente la dirección del
Festival está en manos de la cuarta generación de los Wagner. Desde la llegada
de las hermanastras, Bayreuth se ha abierto mediáticamente: podcasts,
livestreams, y audiciones abiertas de las representaciones sin coste alguno. Se
habla de “aire fresco” en la
Colina Verde. Hasta el momento solo se han visto producciones
que habían sido contratadas por Wolfgang. La huella artística de Eva y
Katharina se dejará sentir en 2013, con la nueva puesta en escena de la Tetralogía y la primera
audición de tres obras de juventud de Wagner, aunque estas no se interpretarán
en el Festspielhaus, sino en otros escenarios de la ciudad.
Autor: Rick Fulker/María
Santacecilia
Editora: Emilia Rojas
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