Publicar entrevistas a los grandes compositores es abrirse a los universos personales de aquellos que nos han legado lo mejor de su arte. Por ello, quiero seguir dando a conocer algunas conversaciones, las pocas que existen, de los músicos de primer orden.
En esta oportunidad se trata de Arnold Schoenberg (1874-1951), el creador de la música dodecafónica y del serialismo, compositor que en nuestros días ya puede ser considerado un verdadero clásico del siglo XX. En 1933, Alfred Lundell, periodista de la NBC entrevistó al gran músico austriaco. En dicha entrevista, se habían estado oyendo grabaciones de obras de Schoenberg con anterioridad. Este diálogo ha sido extraído de la página http://www.schoenberg.at/index.php
Alfred Lundell: Este trabajo suyo, señor Schoenberg, que acabamos de escuchar, es muy interesante para mí, porque tiene tan estrecha relación con la gran tradición clásica. A ese respecto, es muy diferente de sus composiciones más recientes. Esto me lleva a preguntarme si es cierto, como algunos han dicho, que usted exige, como requisito esencial, que cualquier estudiante que desee estudiar con usted debe tener una sólida formación en la tradición clásica. ¿Es cierto eso?
Arnold Schoenberg: Bueno, yo prefiero enseñar a alumnos que han aprendido algo antes de venir a estudiar conmigo. El grado de instrucción que se tiene antes, no siempre es significativo; pues no hay mucha instrucción musical y tampoco muchos maestros. No es que quisiera criticar a los maestros o a los métodos que emplean, pues un buen maestro se es si tiene un buen alumno. Y los maestros serán malos, si tienen alumnos malos.
AL: Señor Schoenberg, usted es muy diplomático.
AS: He tenido malos alumnos, y he tenido buenos alumnos. Y yo siempre he sido el mismo maestro para ambos.
AL: Pero nos estamos alejando del punto. Lo que quiero decir es esto. ¿Se exige una formación en Bach, Beethoven y Brahms? ¿Debe cualquier alumno que lo busca conocer estos clásicos?
AS: No, Sr. Lundell, no es absolutamente necesario. Pero preferiría si el alumno conoce a Bach y Beethoven, a Brahms y a Mozart. Incluso si no tiene esta formación clásica, pero si tiene la habilidad musical y talento, puedo sentirlo, puedo verlo.
Más adelante, en otro momento de la entrevista, Lundell y Schoenberg comienzan a conversar sobre aspectos relativos a la composición y sobre el vínculo entre música e imagen poética
AL: Sin embargo, señor Schoenberg, estos cuadros que usted imaginó en su mente y que finalmente tuvo el coraje de ponerlos en la partitura, ¿ no eran imágenes de flores y arroyos, de tormentas eléctricas o paisajes?
AS: No, era música y tonos. No es una transcripción de un paisaje natural. Figuras musicales, temas y melodías que evocan imágenes. Tengo la idea de que es una historia musical con imágenes musicales. No es una historia real que contenga imágenes casi reales.
AL: ¿Le llaman música pura, música absoluta?
AS: No, no prefiero llamarla así. La fantasía es la fuerza dominante que impulsa al artista. Y no es muy importante si se trata de una idea poética o de una idea musical. Un músico puede ver sólo la música y aquello que la causa no es de importancia. Eso no quiere decir que esté en contra de lo que llaman "música programática".
AL: Si un compositor puede escribir música que describa una tormenta en el mar o un rascacielos, ¿ estaría usted de acuerdo en considerar aquello como buena música?
AS: Sí, si un compositor puede describir un rascacielos, un amanecer o la primavera de su país, esta bien. La causa o el origen de esa composición es irrelevante.
AL:Algunos de los críticos y estudiosos de su música, discuten acerca del carácter de la misma, sobre todo en relación al cambio que vivió su obra, pasando de lo clásico a lo atonal.
AS: Ah, no, no diga atonal, no me gusta la palabra "atonal".
AL: Pero hay una diferencia clara en sus estilos. ¿Ha desarrollado una teoría de la composición basada en su estilo posterior?
AS: No en este sentido, pues nunca hago música después de una teoría. Y para el público en general, no hay diferencia entre mi forma de componer actual y mi forma anterior de componer. Yo siempre estoy escribiendo lo que me imaginación produce partiendo de una idea musical.
Y cuando le preguntan acerca del panorama musical de su época, Schoenberg es muy claro en afirmar la supremacía de la Segunda Escuela Vienesa.
AL: ¿Hay hombres así en el horizonte musical de hoy?
AS: Oh sí…por ejemplo, yo tengo algunos de ellos entre mis alumnos. Alban Berg, Anton von Webern, entre otros. Porque es mi intención fortalecer la moral de mis alumnos. Lo principal que le exijo a mis alumnos es que, a partir de sus conocimientos técnicos y básicos en música, tengan el valor de expresar lo que tienen que decir.
Drei Klavierstücke, Op. 11. Arnold Schoenberg
Arnold Schoenberg: Bueno, yo prefiero enseñar a alumnos que han aprendido algo antes de venir a estudiar conmigo. El grado de instrucción que se tiene antes, no siempre es significativo; pues no hay mucha instrucción musical y tampoco muchos maestros. No es que quisiera criticar a los maestros o a los métodos que emplean, pues un buen maestro se es si tiene un buen alumno. Y los maestros serán malos, si tienen alumnos malos.
AL: Señor Schoenberg, usted es muy diplomático.
AS: He tenido malos alumnos, y he tenido buenos alumnos. Y yo siempre he sido el mismo maestro para ambos.
AL: Pero nos estamos alejando del punto. Lo que quiero decir es esto. ¿Se exige una formación en Bach, Beethoven y Brahms? ¿Debe cualquier alumno que lo busca conocer estos clásicos?
AS: No, Sr. Lundell, no es absolutamente necesario. Pero preferiría si el alumno conoce a Bach y Beethoven, a Brahms y a Mozart. Incluso si no tiene esta formación clásica, pero si tiene la habilidad musical y talento, puedo sentirlo, puedo verlo.
Más adelante, en otro momento de la entrevista, Lundell y Schoenberg comienzan a conversar sobre aspectos relativos a la composición y sobre el vínculo entre música e imagen poética
AL: Sin embargo, señor Schoenberg, estos cuadros que usted imaginó en su mente y que finalmente tuvo el coraje de ponerlos en la partitura, ¿ no eran imágenes de flores y arroyos, de tormentas eléctricas o paisajes?
AS: No, era música y tonos. No es una transcripción de un paisaje natural. Figuras musicales, temas y melodías que evocan imágenes. Tengo la idea de que es una historia musical con imágenes musicales. No es una historia real que contenga imágenes casi reales.
AL: ¿Le llaman música pura, música absoluta?
AS: No, no prefiero llamarla así. La fantasía es la fuerza dominante que impulsa al artista. Y no es muy importante si se trata de una idea poética o de una idea musical. Un músico puede ver sólo la música y aquello que la causa no es de importancia. Eso no quiere decir que esté en contra de lo que llaman "música programática".
AL: Si un compositor puede escribir música que describa una tormenta en el mar o un rascacielos, ¿ estaría usted de acuerdo en considerar aquello como buena música?
AS: Sí, si un compositor puede describir un rascacielos, un amanecer o la primavera de su país, esta bien. La causa o el origen de esa composición es irrelevante.
AL:Algunos de los críticos y estudiosos de su música, discuten acerca del carácter de la misma, sobre todo en relación al cambio que vivió su obra, pasando de lo clásico a lo atonal.
AS: Ah, no, no diga atonal, no me gusta la palabra "atonal".
AL: Pero hay una diferencia clara en sus estilos. ¿Ha desarrollado una teoría de la composición basada en su estilo posterior?
AS: No en este sentido, pues nunca hago música después de una teoría. Y para el público en general, no hay diferencia entre mi forma de componer actual y mi forma anterior de componer. Yo siempre estoy escribiendo lo que me imaginación produce partiendo de una idea musical.
Y cuando le preguntan acerca del panorama musical de su época, Schoenberg es muy claro en afirmar la supremacía de la Segunda Escuela Vienesa.
AL: ¿Hay hombres así en el horizonte musical de hoy?
AS: Oh sí…por ejemplo, yo tengo algunos de ellos entre mis alumnos. Alban Berg, Anton von Webern, entre otros. Porque es mi intención fortalecer la moral de mis alumnos. Lo principal que le exijo a mis alumnos es que, a partir de sus conocimientos técnicos y básicos en música, tengan el valor de expresar lo que tienen que decir.
Drei Klavierstücke, Op. 11. Arnold Schoenberg
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