Si. La vida es una guerra. Y hay que ponerse a resguardo de las balas, de los sables, de las flechas. Esa convicción me viene a la mente cada noche que regreso a dormir después de miles de horas frente a muchos y millones de autos, millones de rostros, millones de microbatallas. La vida es una guerra y el enemigo puede estar en cualquier lugar.
Por eso, mi pequeño Zaratustra, deberás aprender a defenderte dando la primera patada en la cara contra aquel o aquella que ose humillarte, que ose no oírte, que ose no ser digno o digna de ti. Porque te amo te digo estas cosas incorrectas para luchar en esta vida que no tiene piedad con los corazones que miran la noche estrellada y aman los laberintos del alma.
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