Mark Rothko. Capilla. |
A veces la música no suena. Sólo es duración, tiempo que transcurre. Bomba aburrida del cuartel achica/ tiempo tiempo tiempo tiempo/ Era Era. (César Vallejo). Es decir, pasa y pasa. No llega a ser el "aire sonoro" (Busoni) que nos eleva o nos arrastra. Sólo transcurre en si misma. No es, no llega a ser. No llega a constituirse en materia de los ensueños, ni en materia de los recuerdos, ni materia de las necesidades. Transcurre, encerrando toda esperanza, todo alivio; incluso el alivio de duelo, incluso el alivio del alivio. No suena para nada, es la experiencia de la nada.
Cuando la música no suena, tampoco llega a constituirse en silencio. Pues el silencio es la apertura y la conclusión de la experiencia sonora. La música, cuando surge del silencio y vuelve a él, adquiere sentido, pues comprendemos el devenir en su acción dramática. Un sonido modulado que nos lleva siempre a un símbolo. Una acción sonora que repercute en el recipiente abierto de la conciencia. Pero cuando la música no suena, no hay silencio que valga. Nos quedamos en la mudez del sinsentido. Es el todo ante del big bang. Cuando todo era nada. Y no habitaba el silencio y no habitaba el sonido.
A veces pienso que los agujeros negros son las puertas hacia la nada. Y percibo que si me acerco a ellos, mi existencia sería arrastrada hasta su última disolución. Es decir, cuando no hay posibilidad de transformación, de cambio, de esperanza. Pues la esperanza está unida al cambio. Y cuando simplemente nos diluimos, ya no hay posibilidad de cambio. Eso ocurre cuando la música no suena.
Pero por un momento, atisbo el sonido.Contra la nada, algo empieza a constituirse de forma violenta y abrasiva. Es la furia contra la inexistencia. Es el tiempo que recupera el tiempo. La energía que se agolpa, uniendo todas las partes en riesgo de disolución absoluta. La lucha empieza. El ser contra la nada. La música que busca erguirse sin límites, aun cuando tenga que convertirse en un agujero negro. Estalla finalmente y llena de su furia fugaz todo el universo, por un tiempo. Por eso se recupera nuevamente el sonido. Y la música finalmente suena.
Sonata 4, 33 " de John Cage
2 comentarios:
Qué buen post, profesor Falla. Es una reflexión sobre el sonido de la nada. Combina muy bien la astronomía, la música y la reflexión.
Gracias anónimo
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